En su camino, las personas LGBT que son migrantes enfrentan una doble discriminación por ser migrantes y por su identidad sexogenérica.
Escucha este especial con producción de Adria Aceves.
Natalia Matamoros
Teresa, una mujer trans migró de San Pedro Sula, una ciudad al norte de Honduras. Ella era activista por la defensa de los derechos humanos de la comunidad LGBTI.
No solo iba a marchas, también establecía alianzas con Organizaciones No Gubernamentales (ONGs), para crear políticas de protección. Su lucha fue mal vista por un grupo armado, que comenzó a amenazarla.
Al principio con carteles en su domicilio, en los que la amenazaban con matarla si no se marchaba. Las advertencias se convirtieron en una constante. Recibía a diario llamadas. Vivió una especie de tortura psicológica que la obligó a cambiarse de ciudad en dos oportunidades. Según su relato, las amenazas no cesaron hasta que decidió abandonar la lucha e irse de Honduras con destino a Norteamérica.
“En San Pedro Sula, era defensora de derechos humanos de la comunidad LGTB, debido a esto recibí amenazas de grupos delictivos, que me tenía que ir de la comunidad, me iban a matar, me moví a varias comunidades de Honduras. Fui primero a Pastizal me amenazaban de muerte, que me iban a matar a mí o a alguien de mi familia, no sé y ya la última vez que me fui lo más lejos que pude, a otro departamento y todo eso, me volvieron a localizar y fue cuando tomé la decisión de salirme del país”.
Teresa viajó sola por carretera, el poco dinero que tenía lo invirtió en el pago de pasajes y de peajes en la ruta para llegar a México. Durante la travesía también fue acosada por hombres que la mantuvieron inquieta. Contó a IMER Noticias que no podía dormir, pues temía ser secuestrada por alguna organización criminal que la reclutara para explotación sexual.
“En el autobús de Honduras a Guatemala, fueron tres hombres los que me ofrecieron sexo que, si me iba más atrás del autobús, insinuaciones, acoso. Fue horrible”.
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Antes de llegar a México, Teresa buscó organizaciones que brindaran protección a migrantes de la comunidad LGBT, pues no quería ir a un albergue convencional por temor a persecuciones o a sufrir algún tipo de abuso.
Se enteró que en Tapachula, Chiapas estaba el albergue Casa Frida y tocó puertas. Por lo general esta casa está abarrotada, pero le dieron un espacio. Estaba muy afectada por lo ocurrido en Honduras y en el camino, porque en toda su ruta migratoria no consiguió personas ni espacios que atendieran o brindaran orientación a la población migrante.
Actualmente recibe techo y comida. También terapias psicológicas para superar las secuelas emocionales que le dejó su experiencia en Honduras y el acoso del cual fue víctima durante el tránsito migratorio. No ha podido buscar trabajo formalmente como auxiliar de enfermería, porque aún no tiene sus papeles que la acreditan como refugiada y eso es una limitante.
“Tengo que esperar máximo de 2 a 7 meses para que me declaren persona refugiada, si aprueban mi caso, porque a veces lo aprueban o lo rechazan y así solicitar una residencia permanente”.
Huir por discriminación
Ezequiel, al igual que Teresa, huyó con su pareja Alejandro por discriminación. Ambos vivían en Colombia, pero ya no soportaban el rechazo de su madre y las continuas burlas en el entorno laboral por ser homosexual.
Hace seis meses emprendió el viaje rumbo a los Estados Unidos. Aunque busca buenas oportunidades en ese país, lo que más anhela, es vivir en un territorio que le ofrezca tranquilidad, donde no lo juzguen por su orientación sexual.
Sin embargo, Ezequiel relató que en la ruta de Tapachula a Ciudad de México fue interceptado por un grupo armado que lo mantuvo tres días secuestrado. Los hombres le pidieron dinero, abusaron sexualmente de él y amenazaron con reclutarlo para explotarlo sexualmente.
Luego de repetirles en reiteradas oportunidades a los secuestradores que no tenía dinero y que lo dejaran ir, lo liberaron junto a su pareja y continuaron su trayecto a Ciudad de México. Al llegar instaló su casa de campaña en el campamento migrante de la colonia Vallejo. No quiere buscar un albergue o protección, por miedo a que se repita la experiencia que vivió en el trayecto.
Ezequiel permanecerá en el campamento hasta que obtenga su cita por la plataforma CBP One para ingresar de forma regular a los Estados Unidos. Entretanto se gana la vida limpiando los vidrios de los autos en los semáforos de la zona.
Población LGBTI en movilidad registra doble movilidad
La Fundación Arcoíris, organización que brinda asistencia a la comunidad LGBTI, realizó una encuesta dirigida a 106 migrantes sobre los desafíos que enfrentan en su tránsito por México. Entre los resultados destaca el abuso policial y el asedio de los grupos delictivos. Le siguen las trabas para conseguir empleo formal, encontrar casa y obtener papeles de identidad.
Lidia Mara Silva, directora de la Asociación Civil Misión con Migrantes y Refugiados, indicó a IMER Noticias que la población LGBTI en movilidad registra doble vulnerabilidad: por ser migrante y por estar expuesta a situaciones de violencia y explotación sexual en el camino. Por ello, muchas personas, como Ezequiel, se abstienen de pedir ayuda durante el tránsito. A ello, le suma la falta de información en las rutas sobre los espacios seguros donde puedan llegar para recibir protección.
“Cuando llegan a los países de tránsito sufren una cantidad de violencias y entre las violencias no acceder a sus derechos. Una por la discriminación en sí y lo otro por el temor de que sean discriminadas o que sufran más violencia también no buscan el acceso a una organización o instituciones que pudieran orientarles”.
Además de la violencia, la población LGBTI migrante, de acuerdo con Silva, enfrenta otros inconvenientes para regularizarse y acceder a los servicios en México. Porque en muchos casos el personal de los organismos públicos y privados no está sensibilizado para brindarle asistencia.
“Las personas que son trans, las mujeres trans, por ejemplo, su documento todavía trae una fotografía masculina, pero lo que están viendo ya es una persona trans con características femeninas y ahí empieza el problema. Ya no pueden seguir el proceso porque tiene que ser como está en la fotografía, tanto el nombre como las características físicas y desde ahí empieza todo un conflicto y no hay quién dé respuesta”.
Un ejemplo ilustrativo de lo que expone Silva, es el caso de Shirley. Ella es guatemalteca y relató a IMER Noticias que no ha podido iniciar sus trámites de regularización en México porque la fotografía de su pasaporte no coincide con su nueva identidad. Por esta causa ha tenido que desempeñarse en trabajos informales, donde le pagan poco y trabaja más de ocho horas diarias.
“Estoy de manera indocumentada en este lugar y eso es una limitante muy fuerte. Los lugares no te quieren dar trabajo si no estás de manera legal en el país. Y si tienes la posibilidad de conseguir trabajo en algún lugar, pienso que de alguna manera existe explotación o tienes que ver la manera de igual trabajar. Yo muy honestamente te puedo decir que los trabajos que hemos encontrado han sido más de 8 horas y te pagan muy poco”.
Acceso a la salud, otro reto que enfrenta la población LGBT migrante
Otra de las preocupaciones planteadas por las organizaciones que trabajan con poblaciones LGBT en movilidad, es la interrupción del tratamiento de las personas que viven con VIH, porque en muchos casos desconocen la ubicación de los centros asistenciales para darle continuidad.
Ante esta situación, la Fundación Arcoíris elaboró una guía virtual en la cual brindan orientación sobre los centros de atención y organizaciones a las que pueden acudir para recibir sus tratamientos contra el VIH.
Uno de esos centros es la organización La Tribu, la cual se encarga de referir a los interesados a la Clínica Condesa Iztapalapa y Clínica Especializada Condesa. También tiene nexos con la Fundación Ryan White en Estados Unidos, para brindar atención y proveer de retrovirales a las comunidades migrantes con VIH que llegan provenientes de México, Honduras, Venezuela, Guatemala, Haití, Colombia y Cuba.
Ismael Martínez, colaborador de La Tribu y de Ryan White, destacó los beneficios de este sistema de atención.
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“El proceso es muy fácil y no importa tu estado migratorio y que además los apoyos son muchos porque además el seguro médico de Ryan White no es solamente tus medicinas, ni tus visitas médicas cada seis meses, ni tus estudios médicos cada tres o cuatro meses, es atención integral en salud mental, psicólogos, psiquiatras, salud dental. Tenemos una limpieza dental cada seis meses”.
Aunque México ha tenido avances en materia de salud, así como en legislación al aprobar el matrimonio igualitario y la identidad de género, Raúl Caporal, coordinador de la red de albergues, Casa Frida, señala que todavía falta por hacer en materia de sensibilización para combatir la discriminación, la violencia y la falta de información. También establecer políticas que permitan el aumento de albergues y centros de apoyo seguros para su protección.
“México también se perfila para ser un buen país de acogida, si continúa fortaleciendo sus políticas de refugio, su legislación actual, si amplía la protección a personas LGBTI refugiadas y solicitantes de refugio, si se construyen políticas públicas a nivel local, municipal y estatal para la integración local y sostenida de las personas refugiadas”.