Se han identificado las bases del ADN y el ARN, las moléculas de la vida, en meteoritos carbonáceos. ¿Vino la vida del espacio? ¿Sus componentes llegaron en meteoritos o se formaron en la Tierra?
El reciente hallazgo de las bases del ADN y ARN, moléculas básicas de la vida, en meteoritos carbonáceos evoca grandes preguntas: ¿llegó la vida a la Tierra en meteoritos? ¿Fue necesario el aporte de estos componentes extraterrestres para que se originara la vida en la Tierra?
Estas preguntas representan dos enfoques de la hipótesis de la panspermia: quizá, la vida, directamente o por medio de sus componentes esenciales, fue sembrada en nuestro planeta durante el bombardeo de meteoritos y cometas, hace algo más de 4 200 millones de años.
La hipótesis alternativa es que la vida nos es propia, que emergió en nuestro planeta Tierra gracias a la química de la atmósfera, la geoquímica, el ambiente y las fuentes de energía disponibles.
Ambas hipótesis no son mutuamente excluyentes: podría haber ocurrido que los componentes del espacio exterior se sumaran a los procesos internos.
El descubrimiento de bases de los ácidos nucleicos (y otros componentes) en meteoritos o asteroides, ¿refuerza entonces la hipótesis de la panspermia? ¿Sugiere que la vida pudo venir desde el espacio? La respuesta a día de hoy es que posiblemente no, aunque esto es una buena noticia.
Componentes del ADN en meteoritos: cómo interpretarlos
La búsqueda de bases del ARN y ADN y otros componentes simples de la vida, como aminoácidos, en meteoritos que han impactado en la Tierra es un tema de investigación que no ha estado exento de polémicas. La primera cuestión que se plantean los científicos es si esos componentes son originales o resultado de contaminación en la Tierra.
En este sentido, el hallazgo de timina en meteoritos, considerada hasta ahora un producto biológico, es muy espinoso. Por ello es fundamental replicar y confirmar estos hallazgos. Una posibilidad es compararlos con muestras de asteroides, es decir, muestras de cuerpos rocosos que orbitan en el espacio, que no han atravesado la atmósfera y no han podido contaminarse tras su impacto contra la Tierra.
Dejando aparte el problema de la timina, ¿qué significa que haya bases del ARN en un meteorito?
El análisis de los meteoritos carbonáceos
El estudio de los compuestos identificados y sus características lo primero que nos dice es que no hay vida (tal como la conocemos) en el análisis de los meteoritos carbonáceos. Es decir, no transportaban ningún organismo cuando impactaron en la Tierra. Los componentes observados sugieren, además, que en el objeto que dio origen a estos meteoritos tampoco se estaba produciendo la evolución química previa a la vida. Este proceso es complejo e implica una serie de reacciones e interacciones moleculares de las que no hay, hasta ahora, ninguna evidencia fuera del laboratorio.
En nuestro Sistema Solar, aparte de en la Tierra, hasta ahora no se han encontrado evidencias firmes de los procesos moleculares que pudieran conducir a la vida, más allá del primer paso: la formación de los componentes básicos.
La vida terrestre es también un proceso geoquímico, y el estudio de su evolución nos ayuda a entender su propio origen. Ocultas en el motor molecular de todas las células se encuentran evidencias de cómo se formaron. Algunos hallazgos llamativos, como supuestos fósiles en meteoritos de Marte, actualmente se consideran de origen mineral.
No hemos encontrado indicios de vida más allá de la Tierra
En realidad, es una buena noticia. Hay una extraordinaria coincidencia entre los compuestos químicos observados en meteoritos carbonáceos y los producidos en los laboratorios de química prebiótica, desde el experimento pionero de Miller-Urey en 1953, hasta los experimentos más modernos sobre el origen de las bases del ARN.
Esta coincidencia sugiere que los procesos de formación de componentes simples de la vida, como aminoácidos y las bases del ARN, son comunes y robustos. Probablemente, han ocurrido y ocurren en muchos lugares del Sistema Solar y del universo. Incluyendo la Tierra primitiva. Además, podemos predecirlos e interpretarlos cuando los encontramos. Los componentes hallados en meteoritos confirman que el trabajo de laboratorio para responder a la pregunta sobre cómo se forman los componentes químicos más simples de la vida han ido por el buen camino. Sin embargo, sobre cómo se ensamblan y evolucionan estos componentes, de momento, los meteoritos no nos dan pistas.
Por supuesto, la ausencia de evidencia no es evidencia de la ausencia: el hecho de que no hayamos encontrado ninguna evidencia ni de vida, ni de evolución química, no significa que no pudiera haberla. Quizás no hemos dado con las muestras adecuadas. ¿La vida pudo originarse en Marte y llegar a la Tierra a bordo de fragmentos desprendidos del planeta por impactos? No tenemos ninguna evidencia de ello. Mas aún, la composición de todos los meteoritos analizados y su coincidencia con la química prebiótica fundamental apoya la hipótesis contraria: que la vida no llegó a la Tierra desde el espacio.
Vamos con la siguiente pregunta: ¿necesitábamos que las bases del ARN vinieran en meteoritos o cometas, o pudieron formarse en la Tierra?
Posiblemente, los componentes de la vida se generaron (también) en la Tierra
Es un error pensar que, porque haya componentes del ADN y ARN en meteoritos, haya sido necesario para la vida que estos componentes hayan viajado con ellos. Esto es una falacia lógica. Igual que es un error pensar que, por el hecho de que se bajen personas de un avión, todas las personas que viven en la ciudad han llegado en avión. O que los aviones son necesarios para crear ciudades. Por supuesto, podría haber un lugar en el que todas las personas hayan llegado en avión. Pero necesitamos más evidencias para afirmarlo, y de momento todas las evidencias, incluyendo la composición de los meteoritos, apuntan justo en la dirección contraria: que la vida y sus componentes se generaron en la propia Tierra. Dada la robustez de la formación de los componentes básicos de la vida, es probable que el planeta tuviera capacidad de sobra para generarlos.
En la Tierra primitiva se dieron procesos atmosféricos y geológicos que nos sugieren que se formaron enormes cantidades de materiales orgánicos precursores de la vida. Es posible también que fuera relevante la combinación de ambos: impactos meteoríticos más generación en el planeta. Un impacto meteorítico, aparte de su composición, aporta una enorme energía y condiciones locales que pudieron ser favorables para el origen de la vida.
Debemos explorar más. Tal vez lugares como Marte o los mundos ricos en agua líquida, como Europa o Encelado, sean la clave. Por el momento no hay evidencias de vida actual o pasada en esos lugares. Sería una buena noticia que, al final, no hubiera vida en ellos: paradójicamente, un sistema solar estéril quizá nos ayude a entender cómo se originó la vida en nuestro planeta.
Esta información fue originalmente publicada en The Conversation por César Menor-Salván, profesor Ayudante Doctor. Bioquímica y Astrobiología. Departamento de Biología de Sistemas, Universidad de Alcalá.
Te recomendamos: