El presidente de Nicaragua, que en 1979 celebró el fin de la dictadura la dinastía Somoza, está bajo la mirada internacional por las recientes detenciones de sus opositores.
Escucha el perfil del presidente Daniel Ortega
Kayleigh Bistrain Alcázar
Si alguien sabe lo que es ser un opositor y preso político en Nicaragua es Daniel Ortega. Si alguien sabe lo que es ordenar el arresto de opositores, también es él.
Han pasado 42 años desde que el hoy presidente y otros guerrilleros agrupados bajo el Frente Sandinista de Liberación Nacional lograron acabar con la dictadura encabezada por la dinastía Somoza.
José Antonio Hernández, del Centro de Investigaciones Sobre América Latina y el Caribe de la UNAM, recuerda los inicios de quien ahora es blanco de condenas por los veinte opositores detenidos bajo su mando, solo en junio.
“Ortega nació en una familia de clase media. Estudió en la Universidad Nacional de Nicaragua y es ahí donde empieza a tener contacto con esta visiones; influye también su padre, que fue un luchador social y estaba en contra de la dictadura de Somoza. A partir de los 18 años decidió abandonar sus estudios y unirse al Frente Sandinista. Muy pronto fue encarcelado, en 1967, y así se mantuvo por siete años. Eso le hizo tomar un lugar preponderante en la guerrilla. Cuando triunfó el sandinismo, Ortega se posicionó como uno de los principales dirigentes”.
La serie de arrestos en Nicaragua atrajo la condena de las Naciones Unidas, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la Organización de Estados Americanos y más de 50 países.
Ortega ya había sido señalado por violaciones a derechos humanos debido al excesivo uso de la fuerza que empleó para frenar las protestas contra su régimen. Aquel abril del 2018, 382 personas, en su mayoría jóvenes, murieron en el marco de las protestas.
Casi 20 años en el poder
Fue en 1985, cuando tenía 40 años, que el líder sandinista llegó al poder por primera vez. Pero cinco años más tarde perdió ante Violeta Barrios de Chamorro, madre de dos de los opositores actualmente detenidos, Cristiana y Pedro Joaquin. Y de Carlos Fernando, director de la revista Confidencial, exiliado desde el 21 de junio.
En la década de 1990, Ortega se despojó de su uniforme militar para buscar nuevamente llegar a la presidencia, aun así fue derrotado una tercera ocasión en 1996.
Los 17 años que pasaron entre su primer periodo presidencial y el 2007, cuando volvió a ganar las elecciones, el país fue gobernado por la derecha.
Desde entonces ha ejercido tres mandatos al hilo y se espera que contienda por su cuarto periodo consecutivo en las elecciones de noviembre, a sus 75 años de edad.
Al estilo de Porfirio Díaz en México, Ortega modificó la ley con ayuda del Parlamento de mayoría sandinista para continuar en el poder. Primero bajó el número de votos necesarios para ser presidente, después aprobó una reforma constitucional que le abrió la puerta a la reelección y finalmente dio luz verde a la presidencia indefinida.
De la dictadura familiar al nepotismo presidencial
La lucha que Daniel Ortega lideró contra la dictadura de la familia Somoza hoy se ve opacada por la participación de su propia familia en el gobierno. Tras las últimas elecciones celebradas en 2016 en Nicaragua, Ortega ganó junto a su esposa, Rosario Murillo, como compañera de fórmula a la vicepresidencia.
Desde entonces se nombró jefe supremo de la policía, amplió su control sobre las Fuerzas Armadas y colocó a sus hijos en cargos públicos, al frente de medios de comunicación o empresas del Estado.
A raíz de las protestas de 2018 aprobó tres leyes que criminalizan y permiten confiscar los bienes de cualquier persona que considere “agente extranjero”, persigue a quienes “menoscaben la independencia, soberanía y autodeterminación” del país y castiga con cárcel a las personas que difundan información que el gobierno considera falsa.
“No estamos juzgando candidatos. Aquí se está juzgando a criminales que han atentado contra la seguridad del país, contra la vida de los ciudadanos, al intentar organizar otro 18 de abril, otro golpe de Estado”.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos vio en estas medidas el inicio de la crisis de derechos humanos en el país y las consideró violatorias de “normas y estándares regionales e internacionales, que el Estado de Nicaragua se comprometió a cumplir”.
Fue bajo estas leyes que la policía sandinista detuvo a políticos, periodistas, banqueros e incluso viejos compañeros de Ortega en la lucha armada, quienes ya no podrán presentarse a cargos de elección popular.
Para José Antonio Hernández, Daniel Ortega tiene motivos para sospechar un golpe de Estado y esto se remonta a las intervenciones estadounidenses del siglo XX y el ataque de ese país a gobiernos centroamericanos emanados de la guerrilla y la izquierda.
“Tiene varias razones de fondo para sospechar que existen injerencias internacionales para modificar los gobiernos en Nicaragua. No nada más él perdió las elecciones con Violeta Chamorro, que es apoyada abiertamente por los Estados Unidos. El mismo Somoza fue puesto por Estados Unidos […]. Sin embargo está cometiendo un error en la forma en cómo lo hace. Lo que sí es condenable en este caso son las detenciones”.
A pesar de ello, para el investigador hay un aspecto del gobierno de Ortega que ha caído en el olvido en los últimos años.
“Con Daniel Ortega se ha reducido bastante las tasas de pobreza, desempleo e indigencia y ha incrementado el gasto en salud”.
Actualmente, dos famosos exguerrilleros que dirigieron la toma del Palacio Nacional de Managua en 1978, la cual empujó al fin a la dictadura somocista, se encuentran detenidos. Se trata de Hugo Torres y Dora María Téllez, Comandante Uno y Comandanta Dos.
FELIZ 19 DE JULIO
— José Daniel Ortega Saavedra (@DanielOrtegasa) July 19, 2021
Antes de ser detenido a mediados de junio, Torres grabó un video donde asume con orgullo ser parte de una resistencia pacífica. A más de 40 años de la Revolución Sandinista ve una evolución en la resistencia nicaragüense.
“Hace 46 años arriesgué la vida para sacar de la cárcel a Daniel Ortega y a otros compañeros presos políticos y en 1978 volví a arriesgarla junto con Dora María Téllez y otros compañeros para liberar a aproximadamente a 60 presos políticos. Pero así son las vueltas de la vida, y quienes una vez acogieron principios en favor de la justicia, en favor de la libertad, hoy los han traicionado”.
Te puede interesar: