Desde octubre, viveros y mercados venden cempasúchil, flor indispensable en las ofrendas de Día de Muertos y sustento para cientos de familias.
Escucha nuestro especial de la flor de cempasúchil con producción de Gabriel Ortiz.
Natalia Matamoros
A finales de octubre e inicios de noviembre, las calles y los hogares de México se tiñen de colores naranja y amarillo. Esos colores vibrantes provienen de la flor de cempasúchil, cuyos manojos y macetas son colocados cada año para decorar la ofrenda en honor al Día de Muertos.
Sus pétalos son usados para iluminar el camino de regreso de los muertos. Su intenso aroma impregna a los hogares, oficinas y colegios, donde la preparación de la ofrenda para rendir homenaje a aquellos que ya no están es una tradición que trasciende generaciones.
Gladys Galicia vive en Xochimilco y desde hace 30 años prepara su ofrenda en compañía de su familia. Sus tres hijos la ayudan a decorarlo. En su elaboración ella usa 350 flores de cempasúchil de colores amarillos y naranja para elaborar el arco que da la bienvenida a su mamá, tía y abuela. En las esquinas de las repisas que usa para colocar fotografías de sus seres queridos, coloca pequeñas macetas de esta flor.
Esta planta aromática no puede faltar en la ofrenda. La intercala con algunos capullos de terciopelo morado para realzarla.
Para ella, el cempasúchil es más que una flor decorativa, es el hilo conductor con sus familiares que trascendieron a otro plano:
“Se empieza desde una semana antes la preparación del arco y ya cuatro días antes dé, se pega la flor y ahí sí compramos la flor suelta y aparte compramos macetitas. Se pone una en cada esquina, como repisa se ponen dos arribas y dos abajo y el caminito de los pétalos”.
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Todos los años Natalia González hace una peregrinación por los viveros de Xochimilco en busca de las flores más frescas para armar la ofrenda desde el 30 de octubre. Ella combina los ramilletes amarillos, naranja y ocres para decorar los bordes de las mesas donde coloca los retratos de su papá y sus abuelos maternos.
Comenta que la fragancia que desprende la flor llama al encuentro con sus familiares que partieron y crea un ambiente de paz indescriptible.
El aroma se intensifica con el paso de los días e invita a sus familiares a compartir con ella la cena del 2 de noviembre:
“La importancia del cempasúchil en el altar es por una tradición que me inculcaron y por el olor para llamar a nuestros muertos para que sepan el camino. Por eso es importante tenerla en el altar, para que sepan, y aparte porque es una flor muy tradicional en nuestro país que se da en esta época y, bueno, a mí me encanta el olor del cempasúchil”.
El cempasúchil se vive en todos los colores
México tiene 35 variedades de flor de cempasúchil. Sin embargo, las más conocidas son las de colores amarillo y naranja. También en los mercados podemos ver las flores de tonos blancos, cuyos tallos pueden medir hasta 70 centímetros. Hay rojas con matices naranja, de tallos más gruesos y otros más delgados y quebradizos. En los viveros, mercados populares y florerías las ofrecen en macetas y manojos, así lo explica Gustavo Sánchez, vendedor de flores del Mercado de Jamaica:
“El cempasúchil de campo lo que tiene es que se quiebra muy fácilmente el tallo. El tallito se hace, se quiebra muy fácil y el de invernadero como ya lo tienen un poquito más cuidado, el tallo viene más grueso y las florecitas se mantienen más derechas como para ponerlas en un florero”.
Hidalgo, Puebla, Guerrero, Oaxaca, Morelos, Sonora y Ciudad de México son las zonas con mayor producción de esta planta autóctona mexicana. Durante esta época en la Ciudad de México, las chinampas de San Luis Tlaxialtemalco, San Gregorio Atlapulco y el Ejido Tulyehualco, en Xochimilco, se tapizan de colores vivos con los sembradíos de miles de flores.
De acuerdo con la Secretaría de Medio Ambiente capitalina, en el 2023 la Ciudad produjo cinco millones 086 mil plantas. Esto representa un significativo incremento respecto al año anterior, cuando los floricultores reportaron una producción de 3.5 millones de plantas, gracias a programas sociales de apoyo a los agricultores.
El cempasúchil es más que un elemento decorativo, es el sustento de cientos de familias que viven de la siembra de plantas ornamentales en Xochimilco. El oficio de cultivar la flor, desde agosto hasta octubre, lo heredaron de sus ancestros.
Cultivar cempasúchil es una tradición
La familia de Gerardo Flores lleva más de 50 años con esta tradición. Viven del campo. Su vida está dedicada a la siembra de flores y, aunque su mantenimiento requiere más de 12 horas diarias de trabajo, no se imaginan haciendo otra cosa que no sea sembrar ésta y otras especies en las chinampas:
“Para tener el cultivo de esta planta son aproximadamente de tres a cuatro meses, dependiendo como queramos que se extienda la plantita. Prácticamente es estar con ella todo el día. Entonces el riesgo es el más pesado de nosotros porque dependiendo de cómo queramos nuestra plantita es lo que se le va invirtiendo”.
El tiempo de dedicación a los cultivos de esta flor rinde frutos, pues con ello, Gerardo ha podido mantener a su familia y darles educación a sus hijos. Sin embargo, este año él y cientos de productores de la zona chinampera de Xochimilco fueron golpeados por el cambio climático. La fuerte sequía que se prolongó de abril hasta mediados de junio causó daños en los cultivos de hortalizas y dalias.
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Tiempo después, las tormentas que dejó el paso del huracán John por el territorio mexicano y de otros sistemas tropicales, inundó parte de las chinampas y cientos de productores perdieron sus siembras de cempasúchil.
Una de las afectadas fue Lizbeth Cruz. Las lluvias arrasaron sus siembras. Perdió tres unidades de producción, cerca de nueve mil plantas, equivalentes a más de 30 mil pesos. Para rescatar al resto de sus cultivos, tuvo que invertir más de 10 mil pesos en fertilizantes para evitar que adquirieran un hongo que nace de la humedad y las seca:
“Pues nos enfrentamos a muchas cosas, cambios climáticos principalmente, como fueron este año. Demasiadas lluvias que llevan un incremento para utilizar más fertilizantes o más productos químicos para evitar que nuestra plantita sufriera estragos. Con estragos quiero decir enfermedades, entonces tuvimos que meterle productos un poquito más caritos para que tuvieran ustedes una planta de calidad”.
Las pérdidas reportadas por las lluvias ocasionaron un descenso considerable en la producción de cara al Día de Muertos. Según los cálculos de Lizbeth, la caída alcanzó el 30% debido a las alteraciones del clima.
Los esfuerzos por recuperar las plantas no fueron suficientes porque el desplome de la producción causó desabasto de la planta en los mercados durante los primeros días de octubre. Por ello, el encarecimiento de los ramilletes, los paquetes grandes y las macetas, de acuerdo con el comerciante Gustavo Sánchez:
“Antes el paquete se daba en 80 pesos, ahora ya lo encuentras en 150. Entonces ya como todo, obviamente, va subiendo. La cuestión aquí es que para que tú las veas, así como ahorita están en el ramo, pues se tienen que limpiar, entonces es trabajo que a lo mejor ustedes como clientes no lo ven, pero detrás de eso podemos arreglar las flores para que te las lleves bien a tu casa”.
¿Cómo recuperarse de las afectaciones?
Para recuperar las pérdidas organizaron ferias en distintos puntos de Xochimilco para atraer a los compradores. La jefa de gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, compró miles de flores para respaldar a los productores.
También manifestó la necesidad de instalar un mercado de plantas en el centro de la ciudad como estrategia para aumentar las ventas. Muchos interesados, aclaró, desisten de comprar en el sur de la ciudad por la distancia:
“Así que tenemos a la secretaria de Turismo que tiene que amarrar a todos los negocios que se puedan para garantizar que el cempasúchil se pueda convertir en un ícono turístico de esta ciudad. Esa es una gran tarea. Tenemos a la secretaria de Desarrollo Económico que le he pedido que el próximo año tengamos en el centro de la ciudad un gran mercado para los productores, para que vayan a dejar sus plantas y a venderlas en el centro”.
El cempasúchil, además de tener un papel protagónico dentro de las tradiciones del Día de Muertos, también tiene otros usos. Con sus pétalos preparan infusiones para aliviar malestares estomacales y otras bebidas. También las usan para elaborar colorantes naturales que emplean en la industria textil y alimentaria. O como aditivo en la alimentación animal, dado su alto contenido de pigmentos naturales como la luteína, que beneficia la salud visual.
Las propiedades de la flor en el campo de la ciencia son infinitas, según la doctora Alma Leticia Saucedo, investigadora adscrita al Laboratorio Nacional de Investigación y Servicio Agroalimentario y Forestal:
“El hecho de que sea una flor que produce altos contenidos de carotenoides puede dar lugar a la explotación para otros fines, explotación en el buen sentido. La producción de esta planta para la obtención de sustancias químicas que son de alto valor agregado, tanto en la industria farmacéutica como en la industria alimentaria. Esto porque son compuestos que son precursores de vitaminas y además porque dan estas tonalidades de amarillo, naranja y rojo, pues también es muy agradable para la industria de los alimentos”.
El cempasúchil no sólo ilumina las ofrendas y senderos de los mexicanos, sino que también cuenta la historia de resistencia de quienes lo cultivan, preservando la tradición a pesar de los retos. Como cada año, esta flor de veinte pétalos sigue y seguirá simbolizando la unión entre la vida y la muerte así como la resiliencia de un pueblo que la mantiene viva, en todos los sentidos.
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