La creación de vacunas en tiempo récord ha sido un acierto, pero no así la distribución inequitativa en los países.
Kayleigh Bistrain
Así anunció el director de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom, la declaratoria de crisis sanitaria el 11 de marzo de 2020:
“Desde la OMS hemos llevado a cabo una evaluación permanente de este brote y estamos profundamente preocupados, tanto por los alarmantes niveles de propagación y gravedad, como por los alarmantes niveles de inacción. Por estas razones, hemos llegado a la conclusión de que la covid-19 puede considerarse una pandemia”.
En ese momento, había 118 mil casos en 114 países y más de 4 mil personas habían perdido la vida. Actualmente el mundo roza los 118 millones de contagios y supera las 2.5 millones de muertes a causa de la enfermedad, de acuerdo con el seguimiento que realiza la Universidad Johns Hopkins.
Aunque hay medidas comunes que los países adoptaron en el último año para contener la propagación de virus, como el lavado de manos, el distanciamiento social y el uso de cubrebocas, sigue sin haber una estrategia homogénea a nivel mundial. Las naciones aplican distintos niveles de confinamiento según la situación epidemiológica de cada territorio.
El mundo también cumple el año de pandemia con la creación de vacunas en tiempo récord. La vacuna rusa Sputnik V se registró en agosto de 2020 y la de Pfizer/ BioNTech se desarrolló en 10 meses, lo que supone un hito en la historia de la medicina. Ahora el reto es lograr el acceso equitativo a las vacunas.
En abril de 2020, la OMS creó el mecanismo COVAX con la idea de coordinar las compras de vacunas a nivel mundial y de esta manera los países más pobres no quedaran fuera de la inmunización.
Sin embargo tardó en establecerse y las naciones ricas comenzaron a hacer negociaciones bilaterales con las farmacéuticas para apartar vacunas. A mediados de febrero la ONU denunció que 10 naciones están concentrando las vacunas aplicadas.
Los confinamientos y el paro de actividades también provocaron una contracción del 4.3 por ciento de la economía mundial el año pasado, según cifras del Banco Mundial. Se trata de la peor crisis desde la Gran Depresión de 1929, con millones en pobreza y un aumento del desempleo.