El especialista consideró que un desafío inminente se centra en ampliar la capacidad de los servicios de salud destinados a los adultos mayores.
Jessica Martínez
Si no se atienden adecuadamente las presiones en salud y cuidados que implica el envejecimiento de la población, se pueden agravar las desigualdades y frenar el desarrollo económico-social.
Así lo señaló Gustavo Merino, director de Políticas Sociales de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), quien apuntó que una mala gestión de la transición demográfica de la población, puede limitar los recursos para invertir en el futuro en educación, innovación e infraestructura.
Durante un conversatorio organizado por el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), indicó que un desafío inminente se centra en ampliar la capacidad de los servicios de salud y el personal especializado en adultos mayores.
“En esta transición demográfica, pasamos de una situación donde las principales causas de muerte en el país eran las enfermedades infecciosas y accidentes, a ser que las principales causas de muerte son padecimientos más complejos y caros para tratar, como son las enfermedades cardiovasculares, las enfermedades renales, los cánceres, y esto aplica para todos los adultos, no sólo los adultos mayores, pero en el caso de los adultos mayores, también hay agregar padecimientos propios de la edad avanzada, incluso que tienen que ver con cuestiones mentales.
“Esto ocurre en un país con un fuerte déficit de capacidad para atender padecimientos y donde el número de especialistas en geriatría no alcanza mil personas para atender a una población adulta que se miden millones y que además está creciendo de manera acelerada”.
Agregó que las consecuencias de no ampliar los servicios de cuidados especializados, en el contexto en el que aumenta la presencia de grupos de la tercera edad, podrían afectar aún más las condiciones de las mujeres, quienes siguen asumiendo en mayor medida el papel de los cuidados del hogar.
“En ausencia a una expansión efectiva y rápida de los servicios de cuidado y de acceso a éstos, la transición demográfica también va a agudizar las desigualdades de género. Sabemos que la mayor parte de este trabajo, además es no remunerado, no sólo recae en mujeres, sino que no es remunerado, no es pagado. Por lo que esto, además de la falta de ingresos, implica dejar fuera el desarrollo educativo y laboral para muchas mujeres.
“Y esto no sólo tienen un impacto directo en las mujeres afectadas, sino también en el ingreso y desarrollo de las familias en el crecimiento económico, en general. Cabe agregar que además, las mujeres han tenido menor participación, en muchas veces es interrumpida, en periodos interrumpidos en el mercado laboral, lo cual exacerba esta desigualdad”.
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