El fallecido Miguel Ángel Fernández fue un forjador de la museografía en recintos como el Templo Mayor y el sitio de Palenque, Chiapas, un amante de las civilizaciones más importantes a las que fusionó en exposiciones como “Isis la Serpiente emplumada” y “Reflexiones de la vida. Arte del Occidente de México”
El gobierno Federal, alumnos, amigos y familiares le rindieron un homenaje en el Museo Nacional de Antropología.
Carolina López Hidalgo
Miguel Ángel Fernández hizo de la museografía una disciplina profundamente imbuida de miradas que cristalizan los museos y exposiciones. La memoria, los sentidos, la diversidad y la creatividad del ser humano. Con su muerte, el Instituto Nacional de Antropología e Historia y México pierden a un baluarte de la museografía con un gran conocimiento de la cultura universal y con la formación de grandes equipos.
Fue un promotor de la historia, así lo aseguró Diego Prieto, titular del INAH en el homenaje que se llevó a cabo en el Museo Nacional de Antropología.
“Porque perdemos un gran promotor cultural, un hombre con un conocimiento panorámico y muy extenso de los bienes culturales, de las regiones culturales, de la diversidad geográfica, histórica, étnica y cultural de nuestro país y alguien que sin duda, aportó mucho como un quehacer que busca que la sociedad se enriquezca con valores y referentes históricos, simbólicos y creativos”.
Como intelectual encontró su voz en el diseño de exposiciones, llevó a México a otros países, fusionó culturas y mostró la cosmovisión, la historia y el presente de ese pasado en cada muestra, así lo aseguró su hija Carla Fernández.
“Fue dueño de una visión sumamente sensible, heterogenia y actual. Presentó a Isis junto a la serpiente emplumada, y gracias a él y a muchos de los presentes, pudieron visitar los fenicios, los guerreros de Cian, los griegos, los clásicos del renacimiento, y que el pueblo de México los viera por acá.
También llevó nuestra cultura al extranjero, posibilitando que México, recuperara todo aquello que le era propio. Nos otorgó la confianza necesaria para reconocer a nuestro país, como una de las culturas más avanzadas, refinadas y complejas del mundo, dueña de un arte tan único como cósmico”.
El museógrafo es el intermediario que logra traducir lo que el especialista quiere transmitir a los visitantes. Convierte en lenguaje de los materiales para que el espectador adquiera el conocimiento.
Miguel Ángel Fernández pudo conocer el lenguaje que estaba en sus manos. Medio siglo fue el libro en el que trabajó en los últimos años, en el que se reconoce la labor de Fernández, quien creó junto con Eduardo Matos Moctezuma y Pedro Ramírez Vázquez, el Museo del Templo Mayor.
Matos Moctezuma recordó como hace 30 años se reunieron para crear esos recintos que cumple con la norma de la definición de Fernández, sobre los buenos museos. Esos que se hacen de adentro hacia afuera, aquellos donde se ha reflexionado a fondo sobre sus contenidos, antes de edificar sus contenedores. Medio siglo reúne la memoria de un gran pensador, intelectual, amigo y profesor de nuestro país.
“Que es la vida de un personaje que dejó huella profunda en la historia de la museografía mexicana. Comenzaré por los motivos que llevaron a su autor a hacer realidad este libro. Para quien va a cumplir medio siglo de labores en museos, la memoria puede ser el recurso más útil para tomar aliento y mirar el horizonte que quedó atrás.
Recuperar sentimientos de pasadas décadas y evocar recuentos de lo acontecido, me atrevería a firmar, nos sigue diciendo, prefiero retener y compartir solo una síntesis para resumir lo más significativo de esta época, en la que mi vida se sujetó al transcurso de los museos mexicanos”.