El albergue Diocesano “Belén”, ubicado en Tapachula, ha triplicado su capacidad ante la llegada masiva de migrantes haitianos y de otras nacionalidades.
César Solís
Los albergues para migrantes en la frontera sur de México están rebasados en su capacidad para brindar alimentos y alojamiento a la población que ha decidido abandonar sus países en la búsqueda de una mejor calidad de vida, aunque la realidad sea otra: se enfrentan a actos de violencia, discriminación e incluso la falta de un techo y comida.
En entrevista, el sacerdote César Cañaveral, director del albergue Diocesano “Belén” y responsable de la pastoral de movilidad humana de la diócesis de Tapachula, manifestó que este lugar ha triplicado su capacidad ante la llegada masiva de migrantes haitianos y de otras nacionalidades.
A esa ciudad continúan arribando personas migrantes, las que ingresan por la frontera Guatemala-Suchiate y las que son trasladadas desde el norte del país.
El párroco expuso que la comida ha llegado a escasear porque se están atendiendo a mas de 400 migrantes, incluyendo niñas, niños y mujeres embarazadas. Aunado a ello, a los alrededores hay otro grupo numeroso buscando una oportunidad para ingresar a este lugar.
“En los últimos días, la población haitiana ha llegado con mayor fuerza y ahora se ha quedado en la intemperie, esta población no afecta a los tapachultecos, porque son unidos y no se dedican a delinquir. Hoy lo único que buscan es tener un techo y alimentos, para lo cual nosotros estamos haciendo un esfuerzo grande pero nos estamos quedando sin comida porque subsistimos de la caridad , los gobiernos jamás nos apoyan.”
Agregó que las mujeres embarazadas son canalizadas al distrito de salud VII para que les otorguen un seguimiento o atención médica. Sin embargo, dijo, ese es el único apoyo que reciben porque los gobiernos municipal, del estado y federal “se han hecho de la vista gorda” para ayudarles.
Lamentó que exista un número considerable de personas migrantes que andan en situación de calle o deambulando con niños y mujeres embarazadas, y otros buscan los albergues para resguardarse de las intensas lluvias y del intenso sol que está golpeando en esta época de otoño.
César Cañaveral indicó que, como Iglesia Católica, seguirán ayudando en el tema de alimentación y en todo lo que se pueda pues “hay una preocupación del señor obispo Jaime Calderon así como de los sacerdotes de la diócesis en no dejar de atender a los hermanos migrantes quienes han salido de su país por condiciones de pobreza extrema, violencia excesiva y no por gusto”.
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