Entre música y consignas, más de 90 mil mujeres marcharon contra la violencia estructural en la Ciudad de México.
Escucha los sonidos de la marcha por el 8M.
Aura García y Perla Miranda
71 convocatorias en total, para la zona metropolitana, y 44 puntos de reunión derivaron en la toma de la plaza más importante del país, pero no la tomaron opositores al presidente o seguidores del mismo, sino miles de mujeres que año con año reclaman el ejercicio igualitario de los derechos y la erradicación de la violencia machista.
Desde el mediodía empezaron a congregarse contingentes, de 15 o 20 personas, pero también hubo de menos, y de manera espontánea, sin seguir un orden preestablecido, partieron rumbo al Zócalo capitalino para lograr una afluencia ininterrumpida de hasta 7 horas.
¡7 horas! en las que desfilaron todo tipo de mujeres congregadas por una causa. Ni el sol ni el gas pimienta, con el que intentaron dispersarlas, pudieron ganarle a su digna rabia y -como ya es costumbre- comieron, lloraron, cantaron, tomaron fotos y gritaron frente a una muralla metálica que simuló no mirarlas.
🟣 #8M2023 || Decenas de mujeres cantan durante su trayecto hacia los puntos donde se concentrarán los contingentes de la #Marcha8M.
📹: @hazelzamm pic.twitter.com/8wlBRQuNhH
— IMER Noticias (@IMER_Noticias) March 8, 2023
Mujeres con discapacidad se suman a la lucha
¡Volteame a ver, volteame a ver, que yo también soy mujer! fue el grito con el que manifestantes sordas, débiles visuales, con discapacidad motriz, psicosocial y mujeres cuidadoras, pidieron no ser excluidas de las luchas feministas.
Al encontrarse en la Torre del Caballito se abrazaron, unieron sus manos y formaron una cadena humana para agarrar camino hacia el Zócalo capitalino. Aunque su recorrido fue una fiesta por el simple hecho de estar presentes, en cada paso reafirmaron que son mujeres y enfrentan violencias, temen salir de su casa y no regresar y también viven precariedad educativa y laboral.
“Es necesario sumarnos como mujeres con discapacidad a estas marchas para visibilizar que también podemos estar en estos espacios, que todas las intersecciones que vivimos nos vulneran más. El día de hoy estamos sumamente agradecidas, contentas, con todas, con las que hicieron las pancartas, las mujeres con discapacidad de otros estados, de aquí de la Ciudad que no pudieron venir, esto es de todas, todas llegamos al zócalo y lo vamos a volver a hacer. Y me voy a despedir con una frase: cuando las mujeres trabajamos juntas, grandes cosas pasan”.
Pacientes con cáncer denuncian violencia por parte del sistema de salud
La diversidad de causas fue el distintivo de este 8M, en el que por primera vez se sumó la colectiva ‘Jódete cáncer’, conformada por pacientes y supervivientes de la enfermedad, para denunciar al sistema de salud como su violentador y afirmar que no proporcionar un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado, también es violencia.
La principal demanda del grupo llamó a no desestimar a mujeres jóvenes que sospechan tener cáncer de mama. Lorena Estrada, diagnosticada tardíamente, la enarboló y relató que su bolita en el pecho fue minimizada con la frase “no tienes nada”.
Los médicos hasta llegaron a pedirle que no les hiciera perder su tiempo, pero cuatro años después esa “bolita” resultó un tumor maligno, que provocó la extirpación de mamas y ovarios.
“No me querían atender por la edad, porque decían que yo por tener 22, 23 años, en su momento, no me podía dar cáncer. Me detectaron en una etapa avanzada, por lo cual tuvieron que quitarme toda mi mama y me quitaron ovarios para evitar que regresará, pero lamentablemente el cáncer volvió. Lamentablemente, el cáncer es tan traicionero que no sabemos incluso si me lo hubieran detectado a tiempo, si hubiera hecho metástasis o no. Pero me hubiera tratado desde antes y a lo mejor no habría tenido que llegar a una mastectomía, por ejemplo.”
Acompañada de otras pacientes oncológicas, Lorena gritó muy fuerte ¡Jódete cáncer!, cargó a su hija y subrayó que es momento de enseñar a las nuevas generaciones que su cuerpo merece atención médica oportuna y respetuosa.
Entre las inconformes, también apareció la enfermera Ávila, que nunca había acudido a una protesta, pero que este año se sintió obligada a denunciar la situación que soportan sus colegas día con día.
Señaló que su carrera está infravalorada, que los médicos se llevan todo el crédito de su trabajo y que aprovechan sus posiciones de poder para abusar sexual y laboralmente del cuerpo de enfermería.
“Sí quiero hacer visible que las enfermeras vivimos violencia estructural, simbólica y por el simple hecho de que se asegura que nuestra profesión es ‘femenina’. Yo me di cuenta de que hay violencia en todas las profesiones, pero a nosotras particularmente se nos ha sexualizado mucho y eso me duele. Incluso, déjame decirte que los varones hacen concursos para ver quién se lleva la ‘cofia de oro’, es decir, gana quien se acostó con más enfermeras durante su residencia médica. Se me hace tan injusto”.
A sus 66 años, expone desde una banqueta una cartulina con la que demanda respeto para su labor y congrega a jóvenes que se detienen a aplaudirle: “Para ti no soy ‘señorita, chica o muchacha’, puedes decirme Licenciada”.
Otras causas presentes
Pero no es la única que se lleva las palmas. Fabiola, madre de Atziry, que enarbola la causa de las presas sin sentencia, es arropada entre gritos de “no estás sola”. Y aprovecha para acusar que su niña pertenece a las mujeres que tienen pruebas de su inocencia y que pese a ello fueron olvidadas tras las rejas por los Ministerios Públicos, los jueces y los juzgados.
Casi sin quererlo, se disculpa con las manifestantes que no volverán a ver a sus hijas y agradece acongojada que ese no sea su caso.
“Vine para exigir un juicio transparente para mi hija Atziry. Hace dos años 4 meses está detenida en el penal de Santa Martha por una injusticia por parecerse a otra persona. Estamos en la fase intermedia del proceso y seguimos sin sentencia y sin respuesta y mientras ella sigue ahí detenida. Venir aquí y saberte apoyada por muchas mujeres se siente muy bonito, la verdad. Pero justo le comentaba a mí sobrina hace un momento ‘nosotras sabemos dónde están nuestras presas, pero ellas no saben dónde están sus familiares”.
La protesta duele. Las lágrimas no son ajenas a la movilización, pero los pasos de baile y las caderas ondulantes convergen en el mismo espacio.
La música también convoca a seguir la lucha este #8M
No hay revolución sin ella. Así suenan las batucadas feministas este #8DeMarzo #DíaInternacionalDeLaMujer 💜
📹: @hazelzamm pic.twitter.com/9P5lmIwSGg— IMER Noticias (@IMER_Noticias) March 8, 2023
Así lo creen las dos colectivas que instalaron un sonido auto gestivo suficiente para animar una fiesta de mil personas y que cimbraron la Antimonumenta con los pasos prohibidos.
Se vale gritar y enojarse, admiten las sonidistas en el altavoz, pero también se vale disfrutar del día en libertad, con alegría y esperanza.
“Somos dos colectivas llamadas Chingonas Sound y Resiste Pedal y desde hace 4 años trabajamos cada 8M y 7M porque creemos que también la lucha está en el gozo y en el baile. Estamos seguras de que la rabia se puede bailar, cantar y gritar, entonces cada año traemos este sonido, es un sonido autogestivo, y se hace una rodada para llegar hasta acá, a la ‘Antimonumenta’ y poder volver esta fiesta parte de la protesta. Hicimos la primera parada en la bici blanca que conmemora a Cariño Espinosa, una mujer, amiga, activista y ciclista que fue asesinada el primero de agosto del 2020”.
Te recomendamos:
Mujeres con discapacidad: de vivir en silencio a exigir por sus derechos