Firmados hace 200 años, el 24 de agosto de 1821, Los Tratados de Córdoba fue el primer documento que reconoce al país como un imperio independiente, monárquico, constitucional y moderado de la corona española.
Producción Gema Hernández
Amelia Rojas
En medio de la inestabilidad política que vivía la Nueva España en 1821, ante la derrota en varios territorios que tenía en su poder el Ejército Realista, se firmó un documento que se convirtió en el cuerpo jurídico estructurado que se utilizó hasta la formación del Primer Congreso Constituyente Mexicano.
Los Tratados de Córdoba fueron firmados el 24 de agosto, en la Villa de Córdoba, Veracruz, por Agustín de Iturbide como Comandante del Ejército Trigarante y el Teniente General Juan de O’Donojú, recién llegado de la Península Ibérica, como representante del Virreinato de la Nueva España.
La doctora Cristina Gómez, académica de la Facultad de Estudios Superiores de la UNAM, explica que la idea de una independencia del virreinato estaba sembrada en la colonia y en la iglesia católica con el proyecto de formar una nación diferente a España.
“En el caso de la nueva España sucede un fenómeno muy interesante. Es que el poder colonial, el poder que sostenía el dominio colonial aquí en la Nueva España decide impulsar la independencia y así tenemos que muchos funcionarios coloniales deciden impulsar, lo mismo la oligarquía criolla o sea la mayoría de los ricos de la nueva España con fuertes intereses económicos deciden también construir una nación diferente a España.
Por supuesto la iglesia católica, el alto clero y el ejército y el jefe de esta rebelión es el coronel Agustín de Iturbide”.
Reconoce un imperio independiente de la corona española
Los Tratados de Córdoba tuvieron como precedente el Plan de Iguala, que se basaba en tres principios: la independencia de México, la religión católica como única y la unión de todas las clases sociales.
Estas tres garantías fueron suscritas también en el nuevo documento, con la variante de reconocer un imperio independiente, monárquico, constitucional y moderado de la corona española. Así lo explica el historiador Héctor Strobel.
“Hay que decir que tanto los Tratados de Córdoba como el Plan de Iguala proclamaron la independencia nacional y la creación del imperio mexicano, sin embargo el primero es decir el plan de iguala invitaba a un príncipe borbón a asumir la corona.
Mientras que el segundo, abría la posibilidad de proclamar a un monarca novohispano y esto a su vez abrió, las puertas a Iturbide a la corona de México”.
El documento permite que un novohispano sea emperador
Los tratados establecen que el nuevo imperio se podría ofrecer a Fernando VII, Rey Católico de España; en segundo caso debido a su renuncia o no admisión, a su hermano o a uno de sus infantes, así como a un elemento de la Corte Peninsular que el Rey designaría y, en caso de que ninguno de éstos aceptara el nombramiento podrán hacerlo las propias Cortes Imperiales de México.
Esta fue una propuesta encabezada por Juan de O’Donojú que permitió que Agustín de Iturbide se convirtiera en el primer emperador novohispano, explica el maestro Héctor Strobel.
“Juan de O’Donojú notó que en el plan de iguala existió esta la sugerencia de que se invitara a un monarca extranjero, pero notó que iba a ser muy difícil, él notó que así como estaba la situación de España muy difícilmente, el Rey Fernando VII o algún primo suyo, o hermano iba a venir a reinar a la Nueva España.
De manera que él mismo fue el que sugirió esto que fuera algún mexicano, algún novohispano el que tomara la corona y esto por supuesto abrió las puertas a Iturbide. Pero esto hay que dejarlo muy claro, no fui Iturbide el que propuso esto, fue Juan de O´Donoju”
En el momento que Juan de O’Donojú llega a la Nueva España, casi todo el territorio está dominado por los independentistas, excepto México, Veracruz, Durango, Chihuahua, Acapulco y la fortaleza de San Carlos de Perote.
Ante esta penosa situación para la corona, decide proponerle a Agustín de Iturbide la firma de Los Tratados de Córdoba, porque su ideología fue más afín con la República, explica el historiador Héctor Strobel.
“Juan de O´Donojú fue nombrado jefe político superior de Nueva España y estaba encargado de someter además de eso a la insurgencia. Sin embargo cuando el llegó a la Nueva España, el notó que el ambiente político estaba completamente vertido hacia los insurgentes, es decir que los insurgentes tenían controlado todo el reino. Prácticamente todo el reino salvo la capital y el principal puerto.
De manera que esto lo llevó a negociar con Iturbide la independencia. Hay además un asunto importantísimo que hay que recordar y es que Juan de O´Donojú era masón, del rito escocés y el desde el inicio tenía ideas contrarias a la monarquía, es decir el del esperaba que futuramente México se convirtiera en una República”.
Los Tratados de Córdoba marca el inicio de la rendición española
Con la firma de Los Tratados de Córdoba, el 24 de agosto de 1821, la resistencia realista en la Nueva España se desmoronó, pese a que O’Donojú no tenía autoridad alguna para firmar un acuerdo de esas características.
Este documento fue la vía para que el Ejército Trigarante tomará la Ciudad de México, la rendición de los españoles peninsulares y la ocupación de las plazas que quedaron pendientes, como explica la doctora en Historia, Cristina Gómez.
“La relevancia es que mediante estos tratados, en el último punto O’Donojú como jefe militar del Ejército Realista ordena a la comandancia de la Ciudad de México, la comandancia española, que era el último reducto que tenían los españoles armados.
Le ordena O’Donojú, al jefe de este ejército, un individuo de nombre Novella, que había depuesto al virrey anterior, el conde del Venadito, de que entregue las armas a los trigarantes capítule la ciudad de México para que no haya efusión de sangre y así se hizo”.
“Supuesta la buena fe y armonía con la que nos conducimos en este negocio; creo que será muy fácil cosa que desatemos el nudo sin romperlo”, con esta frase Agustín de Iturbide firmó el 24 de agosto de 1821, Los tratados de Córdoba, documento que aunque fue desconocido por Fernando VII, representa el primer paso hacia la independencia del virreinato, lo que permitió la instauración del Primer Imperio Mexicano y que hoy, recordamos a 200 años de su establecimiento.