El pasado 30 de marzo se cumplieron diez años del fallecimiento del Dr. Jorge Carpizo lamentablemente a una edad temprana.
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Redacción | IMER Noticias
En su espacio para IMER Noticias, la Dra. Clara Jusidman, presidenta honoraria de Iniciativa Ciudadana y Desarrollo Social, INCIDE Social y miembro emérito del Seminario de Cultura Mexicana expresó que siempre ha pensado que fuera del claustro de los juristas y de los universitarios, la sociedad mexicana no ha realizado una valoración justa de los aportes del Dr. Carpizo que como académico e investigador hizo al pensamiento sobre el constitucionalismo democrático, el presidencialismo concentrador y la vigencia de los derechos humanos. Menos aún se reconocen sus contribuciones a la puesta en práctica de las normas y la institucionalidad que llevaron a la ruptura de una historia de 70 años de gobiernos de un partido dominante, gobiernos que fueron perdiendo su orientación hacia la consecución de la justicia social, objetivo central del pacto plasmado en la Constitución de 1917.
Mi reconocimiento personal a la obra del Dr. Carpizo se relaciona más con su papel como constructor de instituciones. Pudiendo recluirse en la comodidad del ámbito académico y ya con una obra importante plasmada en varios textos destacados, Carpizo aceptó pasar al servicio público después de una rectoría de la UNAM de cuatro años (1985 a 1989). donde intentó llevar a cabo varios cambios y enfrentó a un movimiento estudiantil muy beligerante y hostil.
En 1990 se responsabilizó de la creación de la Comisión Nacional de Derechos Humanos siendo su primer presidente. De ahí ocupó la función de Procurador General de la República y en 1994, por un periodo de sólo once meses, la de secretario de Gobernación y presidente del Consejo General del Instituto Federal Electoral.
1994 quedó grabado como un año lleno de acontecimientos de gran trascendencia para la historia del país y del mundo.
- Año de elecciones presidenciales después del gran fraude de 1988.
- Año donde el Ejército Zapatista de Liberación Nacional puso en evidencia la fuerte exclusión sufrida por los pueblos originarios y los despojos de que han sido objeto.
- Año donde la violencia política se manifestó con los asesinatos de Luis Donaldo Colosio y Francisco Ruiz Massieu.
- Año de entrada en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC).
A nivel mundial tiene lugar el genocidio de Ruanda e inicia la primera guerra de Chechenia. Pero también fue un año importante para la transición democrática en el mundo: Nelson Mandela gana las elecciones en Sudáfrica. Arafat, Peres y Rabin reciben el Premio Nobel de la Paz.
En México desde mi propia experiencia, se presentan dos situaciones importantes para la transición democrática. Por primera vez surge un protagonismo hasta entonces inédito, de la sociedad civil; una sociedad civil que reclama cambios en los órganos electorales, que realiza cuestionamientos a los candidatos y que desarrolla un ejercicio de vigilancia de las elecciones en todo el territorio para evitar fraudes en las casillas. Es así mismo, el año en que la organización de los comicios pasa a manos de consejeros ciudadanos.
Jorge Carpizo como secretario de Gobernación apoyó claramente el trabajo de las organizaciones civiles en lucha por la democracia: otorgó recursos para la observación que organizó Alianza Cívica y creó el fondo para la observación de los procesos electorales.
Un convencido de la importancia de la participación de la ciudadanía independiente, aportó y apoyó la reforma electoral de 1994 que fortaleció la autonomía del IFE al transformar la figura de consejeros magistrados a consejeros ciudadanos y eliminó el voto de los representantes de partido.
Varios instrumentos se crearon para garantizar la confianza en los resultados electorales, como la Fiscalía especial para atender denuncias relativas a delitos electorales (FEPADE), la presencia de grupos de observadores nacionales y extranjeros y el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP).
Vale afirmar que en muchas de las reformas que han posibilitado nuestra transición política, en particular la ciudadanización de los procesos electorales y el combate al presidencialismo, están las ideas y propuestas de Jorge Carpizo contenidas en sus libros, en sus acciones e impulsadas por sus discípulos.
En los momentos actuales donde muchos estamos azorados por las evidencias de una cultura y una práctica de los profesionales del derecho que atentan precisamente contra la justicia, donde abusan de sus posiciones como ministros, magistrados, jueces, fiscales, notarios, abogados litigantes y legisladores para enriquecerse y ejercer el poder en su propio beneficio, rescatar figuras de juristas valiosos como lo fue Jorge Carpizo, un hombre de principios, recto y con un alto sentido de responsabilidad, puede darnos la esperanza de que es posible cambiar. Es posible desarrollar mecanismos que permitan terminar con ese poder abusivo, siempre y cuando el gremio de profesionales del derecho esté en la disposición de hacerlo.
No la tuvieron cuando en la Constitución de la Ciudad de México se propuso separar el consejo de la judicatura, responsable de vigilar la calidad y honestidad de los jueces y magistrados, del control del propio Tribunal Superior de Justicia. La propuesta fue desechada por la Suprema Corte de Justicia y persiste la simulación donde quienes presiden la Corte o los tribunales, también presiden los consejos de la judicatura. Tampoco ha funcionado una real autonomía de las procuradurías de justicia, ahora transformadas en fiscalías.
Pero lo que también preocupa son los intentos de una nueva reforma electoral que como señala Porfirio Muñoz Ledo, nos haga regresar a los años ochenta, cuando los comicios eran organizados por el poder ejecutivo.
Ante el nivel de desinformación y desigualdad prevaleciente entre la población y el retorno de prácticas clientelares, la posible elección de los consejeros del INE por el voto directo de los ciudadanos, como se está proponiendo, es una falacia.
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