Aún cuando logran ingresar al mercado laboral, las mujeres enfrentan desigualdades de género a través de la brecha salarial.
Escucha nuestro especial “25N: brecha salarial, trabajar igual y ganar menos” con producción de Jorge Jaramillo,
Jessica Martínez
Cuando Daniela Lara, licenciada en Relaciones Públicas, logró conseguir el puesto de asistente de productora en un teatro estaba muy contenta de emprender un nuevo reto profesional.
Sin embargo, ese entusiasmo se desvaneció cuando se enteró que, entre sus compañeros hombres, ella era la que ganaba menos.
“En mi trabajo anterior, todos los hombres ganaban más que yo, a pesar de que yo era la asistente del productor. O sea, era el productor, y yo era la de abajo y yo ganaba mucho menos que todos. Entonces sí existe una brecha salarial y existe mucho machismo. (…) Yo trabajaba de lunes a domingo, no tenía días de descanso y mis compañeros trabajaban solamente los días que había obras”
Daniela considera que la existencia de prácticas machistas y misóginas fueron algunos factores que provocaron que dejara ese trabajo, sólo tres meses después de haberlo conseguido.
En México, las desigualdades de género se presentan aún después de que las mujeres logran ingresar al mercado laboral, pues enfrentan una situación que inhibe su poder adquisitivo frente a los hombres: la brecha salarial. Es decir, pese a realizar las mismas labores, son a ellas a quienes se les paga menos.
Roles de género acompañan la brecha salarial
Para Isela Huerta esta desigualdad salarial entre hombres y mujeres también genera una disparidad entre lo que pueden gastar ellos y ellas.
“No puede haber adquisición en igualdad, es decir, una mujer que tenga hijos no va a poder tener el mismo acceso a las cosas que un hombre con hijos, porque el hombre va a ganar siempre un 2%, 3% más”.
A sus 58 años de edad ha sido testigo de las diferencias en trato entre compañeros y compañeras en los centros de trabajo, señala que la brecha salarial castiga a las mujeres en tiempo y esfuerzo.
“Afecta en los tiempos, en el trato, porque a fin de cuentas las mujeres cuando no les alcanza, pues tienen que buscarse un segundo trabajo, los hombres no. Los hombres con su trabajo ya ganaron lo suficiente, y se van al bar con los cuates o se van al billar con los cuates. Las mujeres no. Las mujeres siempre, a pesar de tener un buen trabajo, tener un sueldo, siempre están buscando con el extra llegarle al nivel del gasto”.
Sofía Ramírez, directora general de la organización México, ¿cómo vamos?, explica que el ingreso, permanencia y crecimiento profesional de las mujeres en el mercado laboral se basa en una constante superación de obstáculos. El trabajo es un contexto “muy masculinizado”, en el que prevalecen las desigualdades en tiempo para los quehaceres y los cuidados del hogar.
“Uno de los grandes problemas que plantea el mercado laboral mexicano, y además es lamentable porque no se mueve mucho a lo largo del tiempo, es la baja participación de las mujeres.
Las decisiones de las mujeres de tener empleos flexibles, vender cosas en vez de ser asalariada, mantener independencia respecto a horarios, pues muchas veces no son decisiones que se toman en plena libertad, hay restricciones importantes como las labores asociadas al género, que es cuidar la casa, preparar la comida, supervisar que las cosas en el núcleo familiar funcionen bien, atender a las personas mayores. Todo eso toma tiempo, y ese tiempo es realmente el origen de todas las brechas que puede haber en términos salariales entre hombres y mujeres”.
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De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), del total de tiempo de trabajo no remunerado doméstico y cuidados que se hace en los hogares mexicanos, el 73.4% lo hacen las mujeres; y el 26.6%, los hombres.
Es decir, casi tres cuartas partes de los quehaceres del hogar, en los que no obtienen beneficios económicos directos, son hechos por mujeres. Esto limita su crecimiento profesional.
La ventaja que poseen los hombres al dedicar más tiempo al trabajo pagado y establecer una trayectoria profesional continua, les permite ascender a puestos más altos y, por consiguiente, acceder a mayores salarios.
“En el empleo formal vemos brechas entre hombres y mujeres que se aproximan a un 10, 12%. Es decir, en el empleo que está respaldado por el reconocimiento legal de un contrato y que dice, tú trabajas para una empresa, incluso en ese segmento hay una brecha registrada entre el 10 y el 12%. Ahora, si revisamos la brecha salarial entre hombres y mujeres en la informalidad laboral, la brecha incrementa de manera muy importante, sobre todo, porque no hay quien te garantice que no se van a violentar tus derechos laborales. Por ejemplo, si estás embarazada o tienes que llevar a una de tus infancias a que lo vacunen y demás, eso implica entre comillas permisos y eventualmente la pérdida del empleo, entonces en esos casos, pues ya hay de origen una brecha salarial bastante más amplia, ya teniéndole hacia el 20, 30%”.
Brecha salarial afecta autonomía económica de las mujeres
Para Paola Vázquez, investigadora del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), la brecha salarial, además limita la libertad de decisiones de las mujeres, al mermar su autonomía económica.
“Yo diría que es un conglomerado de poca autonomía económica. De hecho ganar menos que tus pares masculinos puede hacer que tus ingresos dependan de otras fuentes de ingreso, por ejemplo, puede hacer que tú seas mucho más dependiente a las transferencias de algún familiar, a los programas gubernamentales en mayor medida”.
Adicionalmente, los ingresos inferiores que perciben las mujeres, intervienen para que éstas logren acceder a servicios financieros y bienes duraderos.
“Vemos que las mujeres carecen en mayor medida de vivienda propias, es bien sabido que al momento de poder definir un crédito en la vivienda o poder adquirir un bien inmueble, piden una serie de requisitos entre ellos el ingreso. Entonces, el tener menores ingresos que tus pares masculinos, pues definitivamente te lleva a esto, a no poder tener una vivienda propia, no contar con la propiedad de tu vivienda”.
Mujeres también enfrentan mayores exigencias laborales
Aunado a la brecha salarial y las limitantes para alcanzar puestos de mayor jerarquía en los centros de trabajo, las mujeres enfrentan otras situaciones en su perjuicio.
Por ejemplo, Teresa Ríos, quien actualmente es jubilada, comparte que en su momento, enfrentó tratos desiguales, pese a percibir el mismo salario que sus compañeros.
“Donde trabajé, que es el IMSS es un salario parejo, ahí no hay de que a los hombres más y a la mujer. Es el mismo sueldo, pero se ve la diferencia en el trabajo: que a la mujer la amolan más que a los hombres. Los hombres andan pajareando en todos lados y la mujer tiene uno que estar ahí haciendo todo el trabajo. Y ahí está el problema, que es el mismo salario, pero se ve la diferencia, el trato más que nada entre la mujer y el hombre, diciendo, “Tú como mujer, pues lo tienes que hacer mejor”, pero si nos están pagando iguales, ¿por qué?”.
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Tras la llegada de una mujer a la Presidencia, quienes han compartido sus experiencias de brechas de género, externan esperanza en que cambie la situación para la población femenina.
Así lo externa Daniela Lara:
“Espero que nos vaya bien en este gobierno, porque es un precedente para otras mujeres, otras historias que se pueden formar. Espero que tanta violencia hacia la mujer, tantos derechos que los hombres poco a poco van quitando, que con ella se ponga como un estandarte de sí se puede, sí se puede ser mujer, sí se puede ser empresaria, sí se puede ser todo, sin descuidar nada”.
El 15 de noviembre, la presidenta Claudia Sheinbaum firmó el decreto constitucional para la igualdad sustantiva de las mujeres.
Esta reforma establece cambios a la Constitución para cerrar la brecha salarial. Además, ratifica el mandato de, a trabajo igual, salario igual a hombres y mujeres, también adiciona la promoción de acciones para erradicar las prácticas retributivas desiguales.
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