El asalto del 6 de enero al Capitolio de Estados Unidos marcó el fin del gobierno de Donald Trump, pues desencadenó desde su veto en redes sociales hasta la aprobación de un segundo juicio político en su contra.
Ana María Muñoz/ Andrés Velázquez
14 de diciembre de 2020. Con las impugnaciones de los Republicanos rechazadas y luego de reunirse en sus estados, los integrantes del Colegio Electoral ratificaron los resultados de las urnas: 302 votos para Biden, 232 para Trump. Era oficial: Joe Biden sería el nuevo presidente de los Estados Unidos.
El show había terminado para todos, menos para Donald Trump, que en las dos últimas semanas perdió aliados, fue vetado de las redes sociales y se convirtió en el primer presidente de la historia que enfrentará por segunda ocasión un juicio político. Es la voz de Donald Trump…
“Todos nosotros aquí hoy queremos ver que nuestra victoria electoral sea robada por radicales envalentonados demócratas de izquierda que es lo que están haciendo y robada por los medios de noticias falsas que es lo que han hecho y es lo que está haciendo, nunca nos rendiremos nunca lo aceptaremos eso no sucede tu no aceptas cuando hay robo involucrado. Nuestro país ha tenido suficiente ya no lo aceptaremos” …
Donald Trump. presidente de los Estados Unidos
6 de enero: El asalto
No fue ficción. En un hecho que no ocurría desde 1814, el miércoles 6 de enero de 2021 al mediodía centenares de simpatizantes de Donald Trump irrumpieron violentamente en el Capitolio, sede del Congreso de Estados Unidos, mientras se desarrollaba una sesión conjunta del Senado y la Cámara de Representantes para certificar la victoria de Joe Biden en la elección presidencial: el último trámite antes de la toma de posesión.
Horas antes, Trump había encendido los ánimos durante un mitin en las afueras de la Casa Blanca. Arropado por sus seguidores, exigió a su vicepresidente Mike Pence que no certificara la victoria de Biden en el Congreso, insistiendo una y otra vez en sus acusaciones infundadas de fraude electoral.
El resultado: La suspensión de la sesión en el Congreso por varias horas, un toque de queda en Washington hasta el día siguiente y la renuncia del jefe de la policía del Capitolio.
Pero la gravedad de la situación no quedó ahí: cinco personas muertas y más de 80 detenidas.
En medio del caos, las miradas se dirigieron a Donald Trump. El presidente electo, Joe Biden; expresidentes de Estados Unidos e incluso líderes de otros países pedían que se respetara la democracia.
Trump, mientras tanto, se limitaba a enviar tuits llamando tibiamente a sus seguidores a la calma.
Finalmente, tarde y obligado, el presidente de Estados Unidos publicó en sus redes sociales un video en el que pidió a sus simpatizantes irse a casa… pero no cedió en sus alegatos electorales.
“Es un periodo duro nunca hemos tenido uno en el que algo así haya pasado donde nos lo quitaron todo a mí a ustedes a nuestro país, estas fueron unas elecciones fraudulentas, pero no podemos caer en las manos de esta gente, debemos tener paz, así que vayan a casa” …
Donald Trump, presidente de los Estados Unidos
No obstante, volvió a la carga con un tuit en el que justificaba explícitamente la violencia.
“Estas son las cosas y los eventos que suceden cuando una victoria electoral sagrada y aplastante es despojada de manera tan brutal!, recuerda este día para siempre” …
Donald Trump, presidente de los Estados Unidos
Las reacciones no se hicieron esperar.
7 de enero: El veto, las renuncias y la amenaza de juicio
Las primeras en darle la espalda fueron las redes sociales. En un principio, Facebook, Instagram y Twitter bloquearon temporalmente los perfiles oficiales de Donald Trump; pero después el director ejecutivo de Facebook, Mark Zuckerberg, dio un paso más y anunció que la suspensión sería indefinida.
“En los últimos años hemos permitido al presidente Trump usar nuestra plataforma en congruencia con nuestras propias reglas, a veces eliminando contenido o etiquetando sus publicaciones cuando viola nuestras políticas. Lo hicimos por que creemos que el publico tiene derecho al acceso más amplio posible al discurso político incluso al discurso controvertido. Pero el contexto actual es ahora fundamentalmente diferente implica el uso de nuestra plataforma para incitar a la insurrección violenta contra un gobierno democráticamente elegido”.
Mark Zuckerberg, director ejecutivo de Facebook
Twitter no tardó en imitar a Zuckerberg. Los argumentos fueron los mismos. YouTube y Snapchat se unieron días después.
A la postura de las redes sociales siguió el equipo de Trump, que lejos de cerrar filas comenzó a abandonar al presidente. Las renuncias empezaron desde la misma noche del asalto al Capitolio y los días siguientes. Desde Stephanie Grisham, vocera de la primera dama Melania Trump, hasta Chad Wolf, secretario interino de Seguridad Nacional; sin dejar de mencionar a Elaine Chao, secretaria de Transporte y esposa del líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, y a Mick Mulvaney, quien se desempeñó como jefe de gabinete de Trump.
Mientras tanto, en el Partido Demócrata comenzaban a escucharse dos palabras: juicio político.
8 de enero: Códigos nucleares
El temor de que Donald Trump pudiera llevar a cabo otras acciones de desestabilización alertó a los demócratas. Nancy Pelosi, líder demócrata de la Cámara de Representantes, habló con un alto mando militar para asegurarse de que el presidente saliente no usara códigos nucleares.
“La situación con este presidente desequilibrado no podría ser más peligrosa”, dijo Pelosi en una carta enviada a los parlamentarios demócratas, y aseguró que le fueron entregadas garantías de que existían contramedidas sobre la mesa en caso de que Trump decidiera lanzar un ataque nuclear.
Esa misma tarde, anunció que no asistiría a la ceremonia de investidura de Joe Biden el 20 de enero, una acción que casi agradeció quien será su sucesor.
11 de enero: La última y nos vamos
Si bien Donald Trump no llevó a cabo un ataque nuclear como temían los demócratas, sí llevó a cabo una última acción con la que revirtió una vez más los avances que el gobierno de Barack Obama logró en la relación con Cuba.
El Departamento de Estado volvió a incluir a la isla en la lista de patrocinadores estatales del terrorismo, con lo que abre la puerta a sanciones para los países que establecen relaciones comerciales con Cuba, además de impedirle acceso a financiamiento de organizaciones como el Fondo Monetario Internacional.
12 de enero: El muro
Una de las últimas paradas del presidente Trump fue en Álamo, Texas, durante una visita a una de sus principales promesas: el muro fronterizo, la cual quedó a medias.
Aquella valla que fue insignia de su campaña se quedó a menos de la mitad de los 1,600 kilómetros que había prometido construir.
“Les dimos completamente lo que querían para que no tuvieran ninguna excusa no podemos permitir que la próxima administración piense siquiera en derribarlo, pero no creo que suceda cuando vean lo que hace y lo importante que es para nuestro país, nadie querrá tocarlo”.
Donald Trump, presidente de los estados Unidos
Justo ahí, en el lugar donde estaba esa gran pared que, aseguraba, México iba a pagar, pero en la que Estados Unidos invirtió 15 mil millones de dólares, el magnate le hizo un guiño al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, a quien incluso llamó “amigo”.
“Quiero agradecerle al gran presidente de México el presidente Obrador. Es un hombre que realmente sabe lo que está pasando y ama a su país y ama a los Estados Unidos. Quiero agradecerle por su amistad y su trabajo profesional en esta relación”.
Donald Trump, presidente de los Estados Unidos
13 de enero: Primer presidente en enfrentar dos juicios
Con solo siete días para que Donald Trump dejara el cargo, los demócratas en la Cámara de Representantes cumplieron su amenaza: Aprobaron un segundo juicio político en su contra. Esta vez, la solicitud avanzó con el apoyo de 10 republicanos. ¿La acusación? Incitar a la insurrección. ¿El objetivo? Impedir que regrese en 2024.
¿Qué sigue ahora? ¿Donald Trump tendrá preparado un “gran final”? No es posible saberlo. En Washington DC, los preparativos para la investidura de Joe Biden incluyen el despliegue de la Guardia Nacional en el Capitolio, ante posibles “protestas armadas” sobre las que el FBI ya ha emitido alertas.
Algo sí es seguro: Como personaje, Donald Trump será, por decir lo menos, “inolvidable”.