Este domingo, Jair Bolsonaro y Luiz Inácio Lula da Silva se disputan la presidencia de Brasil
Kayleigh Bistrain Alcázar
Brasil vive las elecciones más polarizadas desde que terminó la dictadura militar. A Benedito Cardoso dos Santos, partidario del expresidente Luis Inácio Lula da Silva, lo asesinaron con un cuchillo y un hacha. ¿El homicida? Un compañero de trabajo partidario del mandatario Jair Bolsonaro.
Este caso es una muestra del nivel de violencia política durante las campañas presidenciales, que concluyen este domingo.
Los candidatos son ampliamente conocidos por el electorado brasileño: Lula da Silva, miembro fundador del Partido de los Trabajadores, gobernó de 2003 a 2010; mientras que el militar en retiro Jair Bolsonaro está al frente del país desde 2019.
Pero no solo son dos hombres enfrentados los que están en disputa, sino dos visiones del mundo antagonistas.
Lula, con un proyecto que da protagonismo al Estado, quiere aumentar la inversión pública para generar más empleos y reactivar la economía.
El antiguo líder sindicalista también promete aumentar el salario mínimo y una reforma tributaria para que paguen más impuestos quienes más tienen.
Domingo, vote com amor e esperança. E o nosso amanhã será melhor. Confira o último programa eleitoral do Lula. #EquipeLula pic.twitter.com/gDusX73eUB
— Lula (@LulaOficial) October 28, 2022
Con una visión liberal de la economía, Bolsonaro tiene la intención de seguir privatizando empresas y promete impulsar la minería, agricultura y ganadería, así como continuar con los apoyos sociales.
– Brasil, campeão mundial de geração de energia.
– Reindustrialização do Nordeste e mais empregos para a região. pic.twitter.com/WvEIHOkuXO— Jair M. Bolsonaro (@jairbolsonaro) October 28, 2022
Independientemente de quien gane el domingo, el vencedor se encontrará con una situación complicada en términos económicos, la inflación se sitúa en 8.7 por ciento y la pobreza alcanza a 3 de cada 10 brasileños.
Así lo señala Joana de Lima, periodista brasileña radicada en México:
“A partir de este año la economía volvió a crecer, más empleos han sido generados y Bolsonaro logró inyectar un montón de dinero en la economía buscando las elecciones. Creó proyectos sociales para gran parte de sus seguidores, por ejemplo, apoyo de gasolina para los transportistas o para los taxistas, o apoyo para la compra de gas doméstico. También logró bajar el precio de los combustibles, porque era una de las principales quejas de la población. Todo esto en los últimos 3 o 4 meses para ganar simpatizantes”.
Días antes de las elecciones, Bolsonaro aumentó casi 40 dólares el “Auxilio Brasil”, el programa de asistencia social para la población más pobre del país. Pero todos estos apoyos asistencialistas expiran en diciembre y a partir de entonces la situación de vulnerabilidad podría aumentar.
Especialmente porque durante su gobierno, Bolsonaro desmanteló los derechos laborales y los programas sociales creados para atender la desigualdad social en el país.
Así lo explicó Ronaldo Barros, de la Universidad Federal del Recóncavo de Bahía, durante un conversatorio sobre el escenario electoral en Brasil organizado por el Flacso.
“El gobierno de Bolsonaro en menos de cuatro meses destruyó las conquistas constitucionales de 1978. Rompió el pacto democrático y en poco tiempo lo destruyó con reformas laborales, a las pensiones, a los derechos de los trabajadores, derechos sociales y agotó los recursos destinados a programas sociales”.
Clima electoral de máxima tensión
Las elecciones de 2018, en las que venció Bolsonaro al Partido de los Trabajadores, también se desarrollaron en un ambiente hostil, cuyo clímax estuvo marcado por el apuñalamiento a Bolsonaro en un mitin político.
“La de 2018 y esta han sido, puedo decir con mucha seguridad, las más tensas desde la redemocratización del país. Es importante recordar que Brasil hasta los años 1980 vivió una dictadura militar por alrededor de 20 años. Después del proceso de redemocratización definitivamente estas han sido las más tensas, violentas y polarizadas”.
El mapa de la distribución del voto en la primera vuelta de las elecciones dan cuenta de ello, la zona pobre del país, el norte y nordeste, apoyó a Lula; mientras que el voto duro de Bolsonaro se concentró en el centro y el sur.
“No es una polarización que acostumbramos a ver en una elección sana, regular, elección normal. Es una polarización de literalmente visiones de mundo distintas, desde una perspectiva económica, social, racial y de género. Son dos discursos tan distintos en disputa que es impresionante”.
Es tal vez más semejante a lo que vimos en las elecciones de Estados Unidos.
En las últimas semanas de la primera vuelta, el clima electoral en Brasil se tornó violento, sobre todo del lado de Bolsonaro, con embates que incluso llegaron a muertes”.
Según cifras de Agência Pública, una agencia de periodismo de investigación sin fines de lucro, solo en la primera vuelta se produjeron al menos 148 casos de violencia política, de los cuales seis fueron homicidios y nueve intentos de asesinato. La mitad estuvieron motivados por diferencias políticas.
Y también en el espacio digital
Ronaldo Barros explicó que durante las campañas grupos fundamentalistas hicieron uso de las redes sociodigitales para distribuir información falsa sobre Lula.
“Es una elección muy difícil, una elección en la que la pauta moral va a tener más peso sobre la pauta política. Las fake news son bastante utilizadas por grupos de fundamentalistas, conducidos por la big data y por el análisis de grandes datos que son adquiridos de forma ilegal, porque las redes sociales no pueden entregar esa información.
También usó un sistema de bots que está prohibido en Brasil, provenientes de Rusia, China y varios lugares del mundo para diseminar información falsa de que Lula va a cerrar iglesias y más cosas”.
A este clima de polarización se suman las dudas que ha sembrado, sin pruebas, Bolsonaro al sistema electoral brasileño.
De manera similar a Donald Trump en Estados Unidos, Brasil podría ver a un Bolsonaro negarse a aceptar los resultados si estos no le favorecen.
“Él siempre ha dejado muy claro su tendencia golpista. Su falta de respeto a las instituciones, al proceso electoral, lo ha puesto en duda, incluso lo ha llegado a criticar. En Brasil las elecciones son realizadas a través de una urna electrónica. Bolsonaro dejó en duda si estas urnas electrónicas no podrían estar hackeadas o cosas totalmente sin sentido”.
Un Congreso conservador
De cara a los comicios, Lula da Silva mantiene el 49 por ciento de la intención de voto, cuatro puntos porcentuales por encima de Bolsonaro, según la última encuesta realizada por Datafolha, la agencia de opinión pública más importante del país.
Pero el ganador podría enfrentarse a un Congreso de oposición que le dificultaría gobernar.
Actualmente el Senado y la Cámara Baja están dominados por los partidos conservadores gracias a una ley bolsonarista de Presupuesto Secreto, un mecanismo que permite transferir recursos públicos a los legisladores que apoyan al Gobierno.
“Tenemos una elección debido al presupuesto secreto, que es una política nefasta de distribución de recursos públicos a los parlamentarios, que generó un Congreso tan conservador que representa una imposibilidad de gobernabilidad en el futuro gobierno de Lula. Nosotros renovamos un tercio del Senado, pero el Congreso se mantiene con un peso conservador”.
Aunque se trata de la vida política de Brasil, los expertos coinciden que en estas elecciones está en juego la democracia en Latinoamérica.
“Son elecciones muy importantes para Brasil. Pero es un país bastante grande, con una población gigantesca, una economía importante dentro de Latinoamérica y del continente, además por la cuestión ambiental y el contexto a nivel global de la ultraderecha ascendiendo, siento que lograr que avance menos en Brasil dada su importancia, es importante no solo para el país sino para todos los latinos”.
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