La brújula cuántica pretende cambiar el paradigma de como nos ubicamos en el mapa, incluso sobre cómo ubicar otros objetos o personas.
Ricardo Hernández Capulin
El doctor Joseph Cotter del Centro de Materia Fría del Imperial College de Londres trabaja en una brújula cuántica que no le afecten las complicaciones del tiempo, interferencias o de alguna barrera natural como si lo padecen los GPS tradicionales.
Una cámara de vacío de acero inoxidable, rubidio y un conjunto de láseres son los materiales principales para su funcionamiento. Su efectividad ha sido calificada de excelente pero este rendimiento solo se ha logrado en condiciones de laboratorio y esperan que se consiga en situaciones de la vida cotidiana.
Es por eso que el doctor Cotter y su equipo organizan viajes junto a la administración del metro de Londres para experimentar con su brújula. El ambiente y las condiciones del subterráneo son óptimas para tantear y pulir el funcionamiento de este instrumento.
¿Cómo funciona la brújula cuántica?
Se introduce rubidio, un metal alcalino en la cámara de vacío situada en el corazón de la máquina y se utilizan potentes láseres para enfriar estos átomos a −273,15 °C. En estas condiciones, las propiedades ondulatorias de los átomos de rubidio se ven afectadas por la aceleración del vehículo que transporta el equipo, y estos cambios minúsculos se pueden medir con precisión.
Al combinar el punto de partida del objeto con su aceleración se puede medir con certeza hacia donde se está moviendo, con qué velocidad y, por tanto, el tiempo que ha demorado en moverse y la distancia que ha recorrido.
Los acelerómetros que utilizan los teléfonos móviles no pueden mantener la precisión durante tiempos prologados y el acelerómetro de esta brújula cuántica es más sofisticado ya que no tiene limitantes para mostrar la exactitud del movimiento durante tiempo indefinido.
Mantener este elemento a tan baja temperatura permite decodificar sus cambios a imágenes y hace más fácil la lectura de los resultados. Así resuelve las deficiencias de los GPS, pues la brújula cuántica no necesitaría enviar una señal al aire y que un satélite actúe como repetidor para hacer llegar la información a un dispositivo móvil.
Las barreras naturales como el agua o un aire alborotado ya no serían una complicación para ubicarse en el mapa digital. También, estar bajo tierra o en un edificio muy alto ya no sería problema para que este instrumento de ubicación funcione correctamente.
La expectativa de su portabilidad
El proyecto ha sido impulsado por el Fondo de Misiones Tecnológicas de Investigación e Innovación del Reino Unido y el Programa Nacional de Tecnologías Cuánticas del Reino Unido. Se espera que en el futuro se pueda lograr que el aparato funcione en situaciones drásticas de clima y ubicación. Además, que sea fácil de transportar o se pueda integrar a un dispositivo móvil.
También está pensado para facilitar las tareas de rastreo en la industria comercializadora y transportista. Por ahora no es un hecho que será una fiel sustitución del GPS.
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