A cinco años de la pandemia por Covid-19; personas perdieron a sus familiares, secuelas, desinformación, miedo, estigmatización.
Escucha el especial con la producción de René Garza.
Guadalupe Franco
Patricia Quiñones, sobreviviente del virus de Covid-19, permaneció internada casi un mes en el Hospital General de Tlalnepantla, en el Estado de México. Pese a recibir tratamiento, quedaron las secuelas:
“Se me olvidan mucho las cosas o palabras. A lo mejor tengo el objeto enfrente y me cuesta trabajo decirte el nombre, porque digo: ¡ay! ¿cómo se llama? Esas secuelas son del mismo Covid, digo, hasta familiar porque pues también hubo pérdidas familiares.
Mientras yo estuve hospitalizada perdí a mi papá, mi papá se me fue”.
Ahí, fue testigo de la situación que enfrentó el personal de salud y las decenas de personas que llegaban al nosocomio por complicaciones de la enfermedad:
“Era algo muy desesperante porque nadie sabía qué estaba pasando, ni los mismos enfermeros y médicos, porque no sabían cómo lidiar con tanta gente. Me meten a uno de los cuartos, y estaba vacío, y empiezan a llegar camas, y así como yo llegué comenzaron a llegar, y de repente volteó ya no había nadie.
Y ya hasta después que empiezas a escuchar como suena en el “micrófono” en todo el hospital: “patología”, era porque ya iban por uno para emplayarlo y entregarlo”.
A cinco años de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró al virus SARS-CoV-2 como pandemia mundial, en la población mexicana siguen presentes el duelo y las secuelas en la salud que dejó el Covid-19. Hoy, Patricia vive con arritmia cardíaca —derivado del contagio del virus— luego de ser hospitalizada en febrero de 2020.
“No es tan agradable que subas unas escaleras y casi te asfixies. Tengo una arritmia cardíaca y tomó medicamento para eso y para la presión porque también me afectó. Tuve muchas afectaciones porque soy diabética. Eso también fue otras de las condiciones que agravó todo eso. Me hice hipertensa”.
Consecuencias de la enfermedad
De acuerdo con el estudio italiano Proyecto Pascnet, 6 de cada 10 pacientes hospitalizados durante la etapa más crítica de la pandemia presentaron afectaciones cardíacas, pulmonares o metabólicas.
Mientras que el 10 por ciento de los pacientes que enfermaron con menor gravedad, reportaron secuelas como:
- Niebla mental.
- Falta de concentración.
- Anosmia (pérdida del olfato).
En casos específicos, los efectos del long-Covid llevaron a que los pacientes se recuperarán hasta dos años después de enfermar por el virus.
El médico Rubén Méndez Herrera, jefe de Unidad del Centro de Salud Palmatitla de la Secretaría de Salud en la Ciudad de México, atendió a pacientes en primer y segundo nivel de atención durante distintas etapas de la pandemia.
Mencionó que después de enfermar una de sus secuelas fue una infección ocular:
“Yo tuve una secuela de una epiescleritis, el cual es una infección en el ojo, no tiene que ver con alguna bacteria, virus o agente. Hay una inflamación importante en el ojo, secreción, baja en la visión, se ve borroso.
Pero, afortunadamente con oftalmología me dieron algunos inmunosupresores y lubricantes para el ojo, lo pude superar, pero hay algunas secuelas que hasta el momento las seguimos viendo”.
Su labor le permitió atestiguar que al menos el 70 por ciento de la población que llegaba en estado grave a los hospitales, fallecía:
“Las pruebas masivas de Covid-19, cuando teníamos entre 200 y 500 pruebas al día, en ocasiones el 70 u 80 por ciento de la población salía positiva. Y cuando ya llegaba a nivel hospitalario, la mayoría de ellos ya llegaba grave y un porcentaje mayor al 70 por ciento sí llegaba a fallecer”.
Estigmatización del personal de salud
El aumento de casos y defunciones ocasionó la estigmatización del personal de salud, al cual le atribuyeron de manera errónea la responsabilidad de dispersar el virus SARS-CoV-2. Incluso, de atentar contra la vida de los pacientes que atendían.
Un trabajador del área médica del Hospital Las Américas en Ecatepec, Estado de México —quien pidió relatar su testimonio anónimamente— recordó que el nosocomio se convirtió en un punto de riesgo en mayo de 2020. Esto, luego de que familiares de los pacientes agredieron al personal de salud:
“Las personas no entendían lo que estaba pasando con sus familiares. Ellos venían, y decían que lo habían traído con una enfermedad, y había resultado con otra. Pero dentro de esa enfermedad que pensaban que era, era Covid, pero ellos no se daban cuenta que era eso.
Agredían a los médicos y eso era lo más complicado para todo el personal del hospital”.
Además, comentó que con armas de fuego algunas personas pedían ver a sus familiares, pero cuando éstos ya habían muerto, exigían ver los cádaveres. Fue ahí cuando el virus se propagó:
“Precisamente, se alteraron por una persona que estaba con brazalete, había salido del reclusorio, entonces sus familiares fueron los que comenzaron este movimiento allá afuera. Ingresaron todos los familiares de ese paciente con un arma de fuego.
Amenazaron a la vigilante, la golpearon para que los llevará aquí a la morgue. Entonces abrieron todas las bolsas de cadáveres y fue cuando se hizo el “contagiadero”.
Un segundo trabajador médico del mismo hospital señaló que tras el incidente tomaron medidas de seguridad para proteger al personal de salud:
“Ese día estuvo muy feo, llegaron aquí bastantes patrullas a resguardarnos porque estaban muy agresivos, y posteriormente ya teníamos miedo porque, incluso cuando ellos entraron y nos agredieron, sí había personas fallecidas afuera.
Entonces, posteriormente ya fue cuando mandaron a traer la caja del tráiler refrigerada”.
Ante las agresiones al personal sanitario, el Gobierno de México colaboró con empresarios hoteleros para brindar hospedaje y transporte a distintas partes del país, donde habilitaron espacios para su resguardo, como hicieron con el Complejo Cultural de Los Pinos.
Allí trasladaron a Gabriela Quezada, enfermera intensivista del Hospital General del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) de la Raza, en la Ciudad de México. Ella residió tres meses en el lugar, donde también recibió atención psicológica:
“El gobierno se abocó, sí, ante tanto ataque que tenía el grupo de enfermería, médicos, especialistas, técnicos, a darnos un poco de protección después de tanto maltrato que recibimos de la sociedad, que nos veían como ‘apestados’, y que nos echaban cloro y que no nos querían en ningún lugar, nos corrían.
Una de las cosas que yo sí le agradezco a las personas que estuvieron al frente del programa de tenernos en la Residencia de Los Pinos, fue que sí se nos dio ayuda con psicólogos y con maestros de yoga para que nos pudiéramos relajar y distraer”.
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Personal de salud murió el doble durante pandemia: OMS
De acuerdo con datos de la OMS, en México las defunciones entre médicos, enfermeras y personal de salud fueron el doble en comparación con Estados Unidos y países de Europa.
Ante la incertidumbre que representó la llegada de un virus nuevo —como lo fue el Covid-19— la ciencia y la tecnología fueron herramientas indispensables para el desarrollo de estrategias y políticas de contención de la trasmisión.
En ese sentido, el Instituto Nacional de Medicina Genómica (INMEGEN) fungió como institución a cargo de la vigilancia epidemiológica genómica del virus Sars-CoV-2.
Alberto Cedro, investigador en Ciencias Médicas del Inmegen, detalló que 1 de cada 3 genomas secuenciados en México lo hizo el Inmegen, que alcanzó un total de 31 mil genomas secuenciados del Covid-19.
Esto incluyó la variante “B.1.519“, conocida como la variante mexicana, que circuló en 2021, y que elevó el riesgo de hospitalización.
“Ahorita llevamos 660 mil PCRS y 8 mil pruebas de antígenos, que en total son 668 mil pruebas de PCR. Esto es un número altísimo de los que se hicieron la prueba. De hecho, en el Instituto, en los días donde teníamos el mayor número de casos de COVID, se realizaban hasta mil 200 pruebas diarias de PCR.
Esa es una de las capacidades más grandes que un instituto en México tiene para hacer pruebas en un sólo día”.
Aunque haya pasado un lustro desde los puntos críticos de contagio, Cedro pidió no bajar la guardia, ya que, así pueden detectar nuevas variantes:
“Es importante seguir haciendo la vigilancia. De la vigilancia aprendimos que nosotros detectábamos una variante nueva, desde casi tres o cuatro semanas antes de que empezará la alza en el número de casos de esa variante.
Entonces la vigilancia genómica ayuda a saber qué variante se ha importado y que esa variante en otros países causó aumento de casos y muertes. Estar listos porque esa variante llega y tenemos un periodo de casi cuatro semanas antes de que inicie el aumento en el número de casos”.
Durante la pandemia, el Inmegen contó con inversión externa e interna en tecnología de secuenciación y patógenos, así como infraestructura y personal capacitado. Así, fue posible dar una respuesta rápida y hacer frente a la emergencia sanitaria. La data, los modelos estadísticos y de predicción que desarrolló, alimentaron la plataforma internacional de la Iniciativa Global para Compartir todos los Datos sobre la Influenza (GISAID).
¿La población sabía que pasaba?
Otras instituciones, como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se abocaron en informar a la población respecto al desarrollo de la pandemia.
Para ello, crearon la Comisión Universitaria de Atención de la Emergencia del Coronavirus para desarrollar modelos matemáticos y de proyección. Su función era advertir de forma anticipada sobre los riesgos del Covid-19 en casos y hospitalizaciones.
Además, crearon comités de seguimiento de la pandemia y de intercambio de información con 360 entidades de la universidad, así como con gobiernos estatales, tal como Guerrero.
La estadística y los modelos matemáticos, con base en información oficial, permitieron alimentar plataformas como el “Observatorio de Vacunas” y la “Red de Infecciones Respiratorias Agudas Graves“, la cual aún está en funciones, explicó Mauricio Rodríguez, actual vocero del Programa Universitario de Investigación sobre Riesgos Epidemiológicos Emergentes de la UNAM.
“Se hicieron diferentes repositorios de información. Nosotros estuvimos alimentando y creando uno que era justamente el Observatorio de Vacunas, durante un tiempo que consideramos que era fundamental tener información para el público en general en torno a la vacunación”.
Ciencia vs Desinformación
La pandemia demostró la importancia de confiar en la ciencia ante la desinformación que imperó en las etapas más críticas de la emergencia sanitaria, lo que que impactó de manera negativa en el desarrollo y control de ésta, lamentó Mauricio Rodríguez.
Las instituciones de salud, investigación y la academia tuvieron que evolucionar al mismo ritmo que lo hizo el Covid-19 y, así, contar con información confiable y una respuesta más efectiva para aminorar el impacto del virus en la población.
“También vimos qué importante es creer en la ciencia, confiar en la ciencia y también cuánto daño puede hacer la infodemia, que es justamente la propagación de información falsa o imprecisa, con o sin intención de generar algún daño, pero que finalmente va en contra del discurso general para la protección y procurar disminuir el impacto en la sociedad”.
Académicos, investigadores, médicos, enfermeras y personal de salud afirmaron contar con el conocimiento para el manejo de una futura pandemia, pero manifestaron su inseguridad para hacer frente a otra emergencia sanitaria ante la falta de infraestructura, equipo médico y tecnológico.
La pandemia por Covid-19 en México, dejó más de 7.6 millones de casos y 334 mil 336 personas fallecidas, un recuerdo oculto en los corazones de la población mexicana.
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