Investigadores de la Universidad de Cambridge desarrollan un glitter a base de celulosa. El reto es producirlo a gran escala.
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Todos conocemos la diamantina, purpurina o “glitter”. El polvo brillante de colores es muy popular en la decoración y en la moda; incluso ha llegado a utilizarse en protestas feministas. Sin embargo, pocos somos conscientes del daño que provoca al medio ambiente y a los seres humanos.
La diamantina se obtiene tratando láminas de aluminio con varios químicos, como óxidos de hierro y dióxido de titanio. Sin embargo, actualmente es común encontrar “glitter” de origen plástico. En ambos casos, una vez que deja de usarse, sus diminutas piezas son arrastradas por el viento y los desagües. La diamantina termina en el aire y en las gotas de lluvia. Está esparcida por el desierto ártico y enterrada en sedimentos en el fondo del océano.
Pero no es necesario renunciar a ella. Científicos de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido, desarrollan una diamantina biodegradable. Está hecha a base de celulosa, la sustancia que forma las paredes celulares de las plantas. Cuando la celulosa se ensambla en cristales, refleja la luz; de este modo se obtienen nanocristales renovables.
Para que los nanocristales generen color, deben apilarse uno encima del otro, formando espirales de 360 grados. Sin embargo, algunos tipos de color se crean con pigmentos. Por ejemplo, el azul se crea moliendo la piedra lapislázuli y mezclándola con agua o yema de huevo.
Los investigadores han creado “nanocristales ecológicos” de diferentes tamaños, pero su reto principal es producirlos a gran escala. Para ello, están experimentando con celulosa derivada de pulpa de madera disponible a nivel comercial y han utilizado una máquina para crear láminas de brillo de un metro de largo. El proceso requiere menos energía que la fabricación de purpurina plástica, y los nanocristales de celulosa mantienen su brillo incluso cuando se mezclan con agua jabonosa, etanol y aceite, por lo que podrían usarse en maquillaje.
Los científicos de Cambridge, sin embargo, todavía no han intentado producir cantidades industriales de su “glitter ecológico”. Además, actualmente tardan dos meses en producir un kilogramo de purpurina. Para superar estos desafíos necesitan del apoyo de las empresas que, aunque se muestran entusiasmadas, quieren estar seguras de que la idea funciona. Los investigadores también tienen que estudiar cómo la descomposición de los nanocristales de celulosa podría afectar el medio ambiente.
Conoce más detalles en las revistas Nature y Wired.
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