En México, donde casi tres millones de personas han recibido la vacuna contra la Covid-19, aún persiste en algunos sectores la negativa a aplicársela.
Escucha el quinto episodio de la serie Un año de pandemia: Memoria Colectiva de la Covid-19.
Por Guadalupe Franco
En las montañas de Chiapas hay una pequeña comunidad indígena del municipio de Chalchihuitán, de aproximadamente 500 habitantes, en la que 8 de cada 10 personas hablan tzotzil y donde rigen los usos y costumbres.
Ese lugar se llama Canech. Una población de alta marginación, ubicada a tres horas de la capital chiapaneca de Tuxtla Gutiérrez y a 14 de la Ciudad de México, donde solo 15 de casi 100 viviendas tienen luz eléctrica. No hay televisión ni internet, sólo algunos disponen de radio y la telefonía funciona con interrupciones.
Hasta esa pequeña comunidad, las noticias sobre el SARS-Cov2 y la Covid-19 caen a cuentagotas. A falta de información suficiente, la desinformación, la desconfianza y el escepticismo prevalecen entre su población.
«Porque nadie puede dar la información de quienes se mueren, porque han escuchado información o podemos decir chismes de que el gobierno manda las enfermedades o son los enemigos del presidente quienes expanden la enfermedad para que se mueran gentes. Hay centros de salud, hay informaciones, pero tampoco se puede confirmar las informaciones»
Marcos Pérez Gómez, líder tzotzil, afirma que entre los habitantes de Canech hay dudas incluso de que exista el SARS-CoV-2, pues no tienen pruebas de casos confirmados ni certeza de que la enfermedad hubiera ocasionado alguna muerte en la comunidad.
«En ese lado, sobre la Covid-19, no se ha sabido si existe en el municipio o no, porque nadie ha hecho alguna prueba para que digan que sí existe esa pandemia. Entonces, desde que se vino esa enfermedad hasta la fecha, se han muerto algunas personas, pero tampoco se puede decir que sea a causa de eso, porque nadie lo ha visto o ha sacado prueba para que sea eso, ¿no..?»
La falta de información sobre el SARS-Cov2, sobre la enfermedad y sus efectos, ha ocasionado que este pequeño pueblo de Chiapas, donde ni una sola de sus viviendas cuenta con agua entubada, transite por la pandemia sin considerar que son necesarias medidas de protección sanitaria. No solo porque carecen de recursos para acceder a estas. También porque hay más desconfianza en las autoridades que temor al virus.
«Ellos no hacen nada, pues. Ellos, sus informes, son de discursos. La verdad es que no dan información, no concientizan a la gente, ninguna persona. Incluyendo a las autoridades municipales. A las autoridades municipales no les interesa eso, lo que les interesa es el dinero, pues. Se concentran en dar obras y construir algunas cosas, eso es nada más. De que informaran sobre la salud de la comunidad, pues nadie, nadie lo ha hecho eso»
Como consecuencia de la desatención de las autoridades y la desconfianza, en Canech los habitantes no usan cubrebocas ni permiten la entrada a personal municipal o de salud que pretenda desinfectar o informar del virus, dice Marcos.
«Nadie, nadie usa cubrebocas, nadie ha evitado hacer reuniones, fiestas, hacer las cosas. Ha sido normal la vida de los municipios indígenas desde que comenzó la pandemia. Ha sido normal, pues, para nosotros. Si alguien nos mira en la Ciudad de que traemos los cubrebocas, eso es como un requisito para entrar a las tiendas para hacer compras. Nosotros no usamos cubrebocas en las comunidades. Cuando alguien lo usa, como que se ve extraño, es cuando se empieza sospechar que él está infectado.»
Marcos además explica que frente a cualquier enfermedad, su comunidad prefiere sus plantas medicinales y sus remedios ancestrales, y solo si el padecimiento se agudiza recurren a la medicina alópata.
«Porque nuestra cultura o costumbre de nosotros indígenas es que no nos curamos; por ejemplo, si nos agarra la calentura pues ahí pasa sola, si nos agarra tos, ahí pasa sola sin tomar nada. Hasta cuando sentimos que se pone tan fuerte, entonces comenzamos a tomar las medicinas de las plantas medicinales, pero en estos tiempos que sabemos que existe el peligro no esperamos a que se cure solo. Tenemos que curarnos inmediatamente, combinando las farmacias con las plantas medicinales. Además, Dios nos protege porque sabe que no somos personas malas.»
Felipe Gaytán, especialista en Sociología de la Universidad La Salle, afirma que las creencias en torno al virus del SARS-Cov2 dependen de circunstancias y experiencias personales, así como de lo que acontece en la vida pública de cada comunidad.
«Chiapas, esta comunidad como dijo, no hay ningún contagio aquí, pues en realidad el virus no existe. Entonces, no necesitamos el programa de vacunación. Un poco se forma por el contexto, es decir, por su propia percepción. Si mi vecina, mi comadre, padre, la gente que conozco no está contagiada, entonces eso no existe, eso será en otros lados y no aquí. Y es sintomático porque mientras no se viva, no se tenga una experiencia cercana no lo crees. Aquí se aplica de manera mal el principio “hasta no ver no creer”, de Santo Tomás. Se aplica muy mal (ese principio), porque no es necesario verlo ni vivirlo para saber que existe.»
Incluso ahora que las vacunas comienzan a llegar a regiones indígenas y rurales del país, en Canech decidieron en asamblea que no aceptarán la vacunación contra la Covid-19 porque sienten temor de sus efectos. Y lo mismo han acordado habitantes de al menos 30 de las 61 comunidades del municipio chiapaneco de Chalchihuitán.
Al sociólogo Felipe Gaytán no le sorprende, pues advierte que la desconfianza tiene como raíz la desatención de las autoridades hacia las necesidades de esas comunidades.
«Siempre ha existido esta desconfianza y lejanía con cualquier iniciativa del gobierno y esto puede ser en cualquier nivel, sea estatal, federal o municipal. Y de esto te puedes dar cuenta porque no solamente no creían en la vacuna, sino que creían en algunos momentos, cuando se llegaba a desinfectar las plazas públicas o calles públicas, la gente comenzaba a correr la idea de que en realidad se propagaba el virus. Esto lo vimos en Chiapas, Morelos y Estado de México, donde la gente agredía al personal médico y municipal, y en algunos casos quemaban las camionetas.»
También puedes escuchar el podcast en Spotify:
DESINFORMACIÓN Y DESCONFIANZA, TAMBIÉN EN LAS CIUDADES
La información en medios, las campañas oficiales y todas las evidencias sobre los efectos del SARS-Cov2 en la salud no parecen suficientes para despejar la desconfianza entre la gente, que lo mismo duda de la pandemia que de las medidas para prevenirla. Y ahora, también, de la pertinencia de las vacunas.
En este momento en que las vacunas son la única salida para enfrentar la crisis sanitaria en el mundo y sus efectos en la economía y en la vida cotidiana, 45 por ciento de la población no confía en ellas, aunque 68 por ciento estaría dispuesta a vacunarse, según una encuesta de la firma Parametría, realizada del 12 al 16 diciembre de 2020.
La misma advierte que todavía hoy, cuando el país suma más de 188 mil muertes y 2 millones de contagios, 5 por ciento de la población considera que el SARS-Cov2 es un virus de poco riesgo para su salud.
El escepticismo y rechazo a las vacunas ocurre lo mismo en la comunidad indígena de Canech, en Chiapas, que en zonas urbanas del país donde la desinformación también se esparce y levanta el polvo de la duda y el prejuicio entre la gente.
Es el caso de Ernesto Franco, concesionario de una tienda Liconsa, ubicada en el municipio urbano de Coacalco, en el Estado de México.
«Bueno, yo no estoy de acuerdo en vacunarme con la vacuna china por dos razones: la primera es que cómo es que se desarrolla allá el virus, la enfermedad, y una vacuna para ser una buena vacuna tiene que durar (su desarrollo) en unos cinco a diez años. Entonces, cómo es que en unos cuantos meses ya tienen la vacuna y una vacuna del 65 por ciento, la verdad para mí no es confiable; y segunda, vamos a hablar de herramientas y muchas cosas, todo lo hacen mal hecho, nada que ver con las cosas americanas, con las cosas hechas en Alemania comparada con las chinas, están muy mal hechas.»
Ernesto afirma incluso que entre sus clientes, la mayoría personas adultas mayores que recurren a estas tiendas populares para comprar leche y productos de bajo costo, prevalece la inconformidad ante la posibilidad de que les apliquen la vacuna china de CanSino, porque consideran que es menor su calidad y eficacia frente al SARS Cov2.
«No, la gente está inconforme en que se vacune con la vacuna china porque dicen que por qué a los médicos, enfermeras y a los militares los van a vacunar con una buena vacuna y a la población con la peor vacuna, pues si realmente el gobierno está dispuesto a vacunar a su pueblo, como ha dicho que primero los pobres, pues primero que vacune con la buena vacuna a los pobres y no les dé lo último, o sea lo peor.»
Ni Ernesto ni las personas adultas mayores que le confían sus preocupaciones son los únicos reticentes ante la vacuna de CanSino por su origen chino. La encuesta que Parametría publicó en diciembre de 2020, arroja que 38 por ciento de la población preferiría vacunarse con el biológico de la farmacéutica estadounidense Moderna, otro 26 por ciento se inclina por las europeas Pfizer y AstraZeneca o la rusa Sputnik V, y sólo 10 por ciento elegiría CanSino.
Entre las rendijas de estas opiniones se filtra una nebulosa percepción respecto de la pertinencia de la ciencia y la confianza de la gente en los científicos, cuya labor ha permitido los acelerados avances frente al SARS-Cov2.
Como en el pasado, las creencias religiosas siguen por delante de la ciencia en la esperanza de la gente, como evidencia la Encuesta sobre la Percepción Pública de la Ciencia y la Tecnología 2017, elaborada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Concayt. Esta advierte que ocho de cada diez personas fincan más su confianza en la fe.
Y peor: más de la mitad de la población piensa que los científicos pueden ser peligrosos, afirma el sociólogo Felipe Gaytán.
«El 57.5 por ciento de los mexicanos cree que los científicos son peligrosos, tanto en clase media como en los estratos más bajos. En los estratos más altos no se escapan tampoco, eh. Creen que esto es una enfermedad o es un virus que te da sobre todo en lugares de hacinamiento. La clase alta sí cree que existe el virus, pero no cree en las condiciones para contagiarse.»
ENTRE DUDAS, AVANZA EL PLAN NACIONAL DE VACUNACIÓN
¿Qué hay detrás cada opinión que pone en duda la existencia del virus y la pandemia y la eficacia de las vacunas? Los expertos consideran que falta de información. No solo respecto de las vacunas, sino también de la estrategia y los criterios de la vacunación, que han cambiado constantemente, provocando desconcierto, dice Federico Rodríguez Weber, especialista de la Facultad Mexicana de Medicina de la Universidad La Salle.
«Su plan realmente no lo conocemos en su totalidad, y eso también hace que se limite. Me queda claro que de ninguna manera un plan de vacunación va a dejar satisfecho a todos y también me queda claro que un plan de vacunación no va a ser totalmente justo, porque habrá quien diga que lo más importante será las personas de la tercera edad mayores, habrá quien diga que los trabajadores de la salud y habrá quien diga que los jóvenes por ser la fuerza de trabajo. O sea hay muchas opciones. Lo que sí es que yo estoy desconcertado porque lo que se ha dicho lo han ido cambiando y esto ha sucedido muchas veces en relación con la pandemia.»
Como consecuencia de esta falta de claridad en la estrategia de aplicación de vacunas contra la Covid-19, hay inconformidad en la población reflejada en la encuesta de Parametría, pues 56 por ciento de la población cree que el Plan Nacional de Vacunación es insuficiente y 43.2 por ciento considera que el gobierno actúa de manera inadecuada.
La doctora Brenda Valderrama, presidenta de la Academia de Ciencia en Morelos, considera que cualquier estrategia de vacunación en el mundo siempre es perfectible. Sin embargo, en México han prevalecido criterios políticos que empañan su eficacia.
«Por otro lado tenemos la decisión de no utilizar criterios epidemiológicos, sino sociales, y vacunar primero a los adultos mayores de zonas marginales y rurales. Estos adultos mayores, sin dudarlo, acaban siendo los más protegidos porque son adultos mayores que están más o menos aislados. Los adultos mayores que realmente están en vulnerabilidad son los que están en las grandes ciudades, los que viven hacinados y tienen que salir a trabajar. Entonces, el programa de vacunación a pesar de que ha sufrido algunas modificaciones, todavía tiene una mezcla de criterios, donde se anteponen los criterios económicos, políticos, antes de los criterios epidemiológicos.»
Pese a las críticas, el doctor Rodrigo Romero Feregrino, de la Asociación Nacional de Vacunología, considera que el Plan Nacional de Vacunación en México es el adecuado, dadas la carencia y la altísima demanda.
«No, los criterios me parecen adecuados y conforme se tengan más vacunas, pues el objetivo es intentar vacunar al mayor número de personas lo más rápido posible. Pues los criterios de las ideas y eso, es conveniente seguir con el mismo plan (de vacunación). El objetivo del plan es vacunar el mayor número de personas lo antes posible.»
Sí, por fortuna, son más las personas dispuestas a vacunarse, que confían en su eficacia frente a un virus que todos los días sigue demostrándonos que existe, contagia y le quita la vida a la gente… La realidad se impone, a pesar de la desinformación.
Te recomendamos: