Los médicos y enfermeras que viajaron de Nuevo León a la Ciudad de México para apoyar en la atención de pacientes de Covid-19 pasaron 15 horas encerrados en el Hotel Dos Mundos en Tacubaya, antes de ser liberados por las autoridades locales.
Adriana Esthela Flores
Nuevo León presente, fue el mensaje que medios locales dedicaron a un equipo de 17 enfermeras y enfermeros del IMSS que partieron el sábado 16 de mayo a la Ciudad de México para apoyar la lucha contra el Covid-19. La delegación llegó al hotel Ambos Mundos, ubicado en Revolución 135, colonia Tacubaya, alcaldía Miguel Hidalgo que por ahora, no tiene atención al público sino solo al personal de salud.
El equipo fue dividido en tres turnos para apoyar en el hospital del Autódromo Hermanos Rodríguez, pero la noche del lunes, un hombre vestido de militar les alteró su destino. Llegó a la habitación 611, la que ocupaba la jefa del grupo y la obligó a llamar a los demás. Entre ellas estaba María Luisa:
<<La primera llamada que recibí fue a las dos de la mañana. Me habla mi jefa y me dice que me presente a su cuarto porque había una problemática , que me llevara mi teléfono, el cable, artículos personales y de valor, fui toda adormilada y llegue a la habitación cual fue mi sorpresa que al llegar me abre una persona vestida de
militar y nos dice que pasemos, que pase y me siente.>>
Ella fue la tercera en entrar. El segundo fue un enfermero a quien identificaremos como Esteban, quien contó a IMER Noticias que al llegar al hotel, casi a las once y media de la noche, el recepcionista le informó que un hombre identificado como Luis Martínez preguntó por él en el mostrador. Como no conoce a nadie en la Ciudad de México, pidió que no le permitieran subir pero a los cinco minutos, el hombre de atuendo militar ya estaba tocando a su puerta. Le avisó que se estaba desarrollando un operativo contra un grupo que supuestamente llevaba armas y drogas y que por eso, buscaban resguardar al personal médico. El enfermero narró que, cuando iba a recoger sus cosas, el hombre lo golpeó en el cuello, le dijo que era de la Unión Tepito y lo obligó a irse al cuarto de la jefa.
<<Ya estaba ahí presente mi jefa, un compañero y yo. El militar indica que ponga el teléfono en la parte del tocador que tenia ahí, cuando me siento me percaté que había dos teléfonos haciendo videollamada, uno que indicara a la puerta de la entrada y otro frente de nosotros>>
En las imágenes de los teléfonos donde se hacían las videollamadas, aparecían hombres encapuchados dando instrucciones. Una de las enfermeras tuvo que ir llamando al resto del grupo hasta que sumaron trece compañeras y compañeros, entre ellos, Manuel, quien pidió no ser identificado.
<<Y empezó todo, se reporta que son de un cártel, que no nos iba a pasar nada, pero iban a checar por la seguridad de que éramos de fuera, no vayamos a estar involucrados en esas cosas>>.
Luisa agrega: <<Empezaron a hablar, primero que era supuestamente un cartel de Tepito o la unión Tepito o algo así que estaba trabajando junto con el gobierno, que estaban haciendo una limpia que porque tenían problemas con las plazas, un montón de cosas que nos hicieron pensar que sí era verdad. Dijeron que el hotel estaba rodeado, que estaban haciendo operativo y que a nosotros nos habían concentrado porque sabían que éramos un grupo de enfermeros que venían a apoyar a hospitales(…) Era un militar y diferentes personas, yo me percaté de otras tres voces diferentes aparte del militar. ¿Quién les daba los números? Ya tenían la lista, cuando nos empezaron a llamar, fue porque obligaron a mi jefa a corroborar la lista de teléfonos y los nombres de nosotros
Durante horas, los tres extorsionadores a distancia y el militar, que coordinaba la acción, empezaron a pedirles sus datos personales como el domicilio y la antigüedad en el cargo, así como información de sus cuentas bancarias, propiedades y automóviles. Hubo dos enfermeros a quienes lograron despojar de su dinero: uno pagó 70 mil pesos y el otro, 450 mil. Para que éste lograra realizar el depósito bancario, el militar lo acompañó afuera del hotel.
<<El militar sale vestido de militar y se lo lleva, duró unos 45 minutos o más si mal no recuerdo y ya cuando llega, cuando vuelve a entrar, ya no venia vestido de militar, venia vestido de civil. El compañero ya venia llorando, triste, inconsolable>>.
Los extorsionadores dividieron al equipo y formaron un grupo de siete, que permaneció en el hotel Ambos Mundos y a otro se lo llevaron al hotel Bonn, ubicado en la calle 18 de julio número 45, en la colonia Escandón, a solo 650 metros de distancia. Iban dos mujeres y cuatro hombres, que enfrentaron las agresiones más fuertes.
<<Hicieron una distinción porque preguntaron quienes son menores de 30 años. Me imagino que porque son mas vulnerables, porque estaban mas pequeños, mas fácil de envolver>>.
Las horas pasaban. En la recepción, alguien preguntó por la jefa, quien fue al mostrador sola pero monitoreada por los extorsionadores. Según las versiones de sus compañeros, ella entregó al recepcionista un papel donde anotó “SECUESTRADOS 611”. Pero nadie, absolutamente nadie tocó a la puerta de la habitación
<<Pues angustiado, triste, mi cabeza daba vueltas de que cómo es posible que nos pasara esto, cómo es posible que hay gente sin escrúpulos que venimos en buen plan a apoyar en una contingencia muy cabrona y nos hagan esto, ¿No?>>
Según enfermeros, eran casi las cuatro de la tarde cuando los extorsionadores empezaron a pedir 50 mil pesos por persona para liberarlos. Algunas enfermeras y enfermeros lograron avisar a sus familiares, pero de pronto, llegaron agentes de Investigación locales así como integrantes de la Guardia Nacional, que los rescataron. En una ficha informativa del 20 de mayo, la Fiscalía de Justicia de la Ciudad de México informó que, según las investigaciones, “los probables extorsionadores daban indicaciones a una persona, también víctima, a quien posiblemente obligaron, con amenazas, a hacerse pasar como uno de ellos”. También informó que el número telefónico utilizado por los presuntos delincuentes provenía del penal de Altamira, Tamaulipas.
Para las víctimas, hay varios cabos sueltos en las versiones oficiales.
<<Tuvimos casi 15 horas sin saber de nosotros. Algunos compañeros tenían que ir a trabajar y sin embargo, no era uno, no dos ni tres, éramos trece personas adentro de una habitación y por que no lo reportaron? Por que no hicieron nada?>> cuestiona Luisa. <<Los golpes de ellos no fueron virtuales, las lesiones no fueron virtuales, no es un secuestro virtual: alguien estuvo ahí, alguien golpeó y alguien indicó que entráramos a la habitación, esto no fue un secuestro virtual>>.
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