Este artículo fue originalmente publicado en The Conversation por Carin-Isabel Knoop, Director ejecutivo de la Escuela de Negocios de Harvard
Los delfines se las arreglarían mucho mejor trabajando desde casa que nosotros. Tienen la capacidad de vivir en dos mundos a la vez: por la noche mantienen un ojo abierto y un lado del cerebro alerta, dejando a la vez el otro ojo cerrado y el otro lado del cerebro dormido.
En cuanto a nosotros, nos pasamos el día intercambiando identidades: entre el yo personal y el yo profesional, alternando no sólo entre pantallas, sino también entre nuestras distintas personalidades y mundos, incluso en nuestra propia casa.
Hemos perdido las normas sociales que solían delimitar informalidad, formalidad y realidad. Esta pérdida puede representar un desafío, pero también una oportunidad.
¿Qué podría hacerse no solo para sobrevivir a esta bimodalidad –separando o juntando lo personal y lo profesional en función de lo que sea más beneficioso– sino también para crear un nuevo entorno laboral? Tenemos dos opciones: Reconstruir y preservar las delimitaciones entre mundo personal y mundo profesional, manteniendo a la vez ciertas aperturas entre ambos, y/o impulsar una mayor integración entre nuestros mundos.
Vidas fusionadas y fronteras cruzadas
En las últimas décadas se han ido difuminado las fronteras entre nuestras vidas profesionales y personales. En nuestra actual economía del conocimiento, se espera que estemos constantemente conectados. Mas aún, la COVID-19 ha borrado la frágil separación que quedaba.
Una línea de investigación sugiere que compartimentar y delimitar trabajo y hogar es fundamental para nuestra productividad y salud.
La desaparición de los límites entre vida profesional y privada, o lo que Blake Ashforth, de la Universidad Estatal de Arizona, describe como “actividades que cruzan los límites”, puede generar distracciones, agotamiento e incluso problemas de salud mental.
¿Cómo podemos afrontar este fenómeno y crear entornos de trabajo más saludables?
Opción 1: “Trocear el pudin”
Los gerentes deben responsabilizarse de coordinar el flujo de trabajo de sus equipos, comunicarse con sus empleados y proporcionarles los recursos necesarios para que puedan establecer límites físicos y temporales entre sus tareas laborales.
- Crear límites físicos. En tiempos normales, cosas simples, como ponerse el traje e ir a trabajar, señalan una transición. Los expertos sugieren crear delimitaciones “físicas” entre nuestras identidades profesionales y personales: vestirse todas las mañanas para trabajar; reemplazar nuestros desplazamientos con ejercicio diario o crear un espacio de trabajo separado en el hogar.
- Respetar límites temporales. Mantener un horario de trabajo regular puede representar un desafío considerable, sobre todo para los trabajadores que están a la vez a cargo de sus familias y de sus tareas laborales. Pero sin límites los trabajadores se sentirán obligados a contestar sistemáticamente a cada correo electrónico en lugar de definir y respetar los horarios laborales. Deben establecerse conjuntamente expectativas que permitan a ambas partes maximizar su productividad, proporcionando a la vez una vida fuera del trabajo y determinando su disponibilidad horaria.
Opción 2: “Acelerar la mezcla”
También podemos aprender a funcionar mejor mezclando nuestra jornada laboral, reestructurando nuestro trabajo, mejorando nuestra comunicación, y conciliando nuestros entornos profesional y personal. El fomento de una mayor diversidad, inclusión y pertenencia, así como el trabajo remoto, nos permiten compartir más fácilmente con nuestros colegas de trabajo.
También nos pasamos el día pretendiendo ser varias personas diferentes. Sin embargo, fingir ser alguien que no somos puede ser una fuente significativa de estrés y disonancia cognitiva en el contexto profesional, especialmente para las minorías étnicas. Dos tercios de entre nosotros ocultan su verdadera identidad en el trabajo, lo que a menudo origina una degradación de nuestra salud tanto física como mental.
En nuestro “escenario mezclado”, no intentamos exhibir diferentes personalidades. Podemos enfocarnos en nuestras tareas esenciales durante nuestros horarios más productivos a lo largo del día o tener reuniones de negocios mientras paseamos para incentivar nuestra creatividad.
También podemos verificar con más frecuencia cómo nos encontramos y cómo están nuestros compañeros de trabajo, identificando a la vez los desafíos que nos impiden tener una vida productiva y mezclada.
Son muchas las voces que coinciden en considerar de máxima importancia que los equipos tengan las herramientas necesarias para gestionar su bienestar individual y el de sus familias, como nos comenta nuestra colega Teresa Martín-Retortillo, presidenta de IE Business School Executive Education de IE University.
Martín-Retortillo asegura que nunca el bienestar en su concepto holístico ha tenido un papel tan determinante ni estuvo tan ligado al contexto social como ahora. De hecho, en el área que dirige, el equipo de IE Executive Education, lleva ya años formando a los directivos en estos temas con el apoyo del IE Center for Health, Well-Being & Happiness que tiene la institución académica.
Al fin y al cabo, y al igual que los delfines, tal vez podamos aprender a estar realmente presentes en dos mundos, o llevar puesta la parte superior de nuestro pijama para hacer llamadas de zoom.