Encargados de albergues en ambos países prevén que los flujos migratorios aumenten y a pesar de que su objetivo es apoyar al mayor número de personas posible, reconocen que sus recursos son limitados.
Escucha las voces de personas migrantes y encargados de albergues.
Perla Miranda
Una copia de “México bárbaro” es lo único que le queda a Edgar Silva de su librería, ni siquiera es su libro favorito, su hija mayor lo leía cuando huyeron de Ciudad Hidalgo, Michoacán por no pagar piso, pero en medio de la pandemia no había forma de alcanzar la cuota.
Los Silva encontraron un poco de calma en León, Guanajuato, pero en octubre de 2022 un grupo armado amenazó con llevarse a las mujeres de la familia, por eso decidieron cruzar a Estados Unidos.
En diciembre fueron acogidos por el albergue Esperanza para todos, en Ciudad Juárez, en un intento por ingresar al país vecino, Edgar se entregó por la puerta 40, de inmediato lo regresaron a México. En cambio, su esposa obtuvo una cita en la aplicación CBP One y desde febrero está en Missouri, pero el acceso fue individual, por lo que tuvo que separarse de sus hijas.
Con el fin del Título 42, Edgar medita cuál es la mejor opción para él y sus niñas; si esperar una cita y solicitar asilo o cruzar por el río, aunque sabe que de ser deportados, no podrían hacer el intento de entrar a Estados Unidos en cinco años y eso le da más miedo.
“Yo me entregué dos veces hace como quince días o tres semanas me entregué la última vez, pero para los mexicanos no te reciben pues, yo platiqué con un oficial de CBP One personalmente y él me dijo ´mira si tú no puedes entrar lo que puedes hacer es entregar a tus niñas, por el cerro o por donde sea, puedes entregarlas´, pero pues tampoco no me voy a arriesgar a aventarlas por el cerro porque de antemano sabemos cómo están los cárteles y todo eso. Ahorita dicen que te puedes entregar y te van a hacer el miedo creíble, pero más miedo nos da que nos vayan a deportar, que nos hagan una deportación y al ratito ya no podamos ni hacer lo de la aplicación”.
Desde que entró en vigor el 20 de marzo de 2020, con la supuesta finalidad de detener la propagación del Covid-19 en Estados Unidos, el Título 42 expulsó a más de 2.8 millones de migrantes, sin embargo, el Título 8 que lo sustituirá no es más que otra alternativa de expulsión inmediata con consecuencias más graves por cruzar la frontera sin solicitar asilo primero.
Por ello en las últimas semanas, miles de migrantes acamparon a lo largo de la frontera norte de México, algunos intentaron brincar el muro fronterizo, otros improvisaron lanchas para cruzar por el río. Para Edgar y sus hijas estas no fueron opciones, tampoco pagar a coyotes como lo hicieron algunos amigos de Venezuela, Honduras y Guatemala que querían pisar Estados Unidos con el Título 42 aún vigente.
“Sí se me ha venido a la mente brincar, pero la verdad es bastante dinero el que cobran. Unos conocidos en el albergue, ellos se fueron hace como cinco días y me invitaron a que me fuera, que me ayudaban con mis niñas y todo, pero una; no me quise ir por seguridad y otra, porque no tengo, bueno mi economía no está ahorita como para andarme gastando 5 mil o 6 mil pesos nada más así y la verdad no sabemos nada de ellos ahorita”.
Alex y Gabriela eran vecinos en Montalbán, Venezuela, se hicieron amigos hasta que salieron de su país con destino a Estados Unidos y en Ciudad Juárez se casaron “simbólicamente”, la fiesta fue en el albergue Esperanza para todos. Aunque agradecen la hospitalidad del lugar, lamentan no poder salir a trabajar por miedo a ser detenidos por la policía estatal o autoridades de migración.
Esa es la razón por la que no han buscado asentarse en la ciudad fronteriza y todos los días se reúnen con amigos venezolanos para tratar de obtener una cita en la app CBP One. Con la expiración del Título 42 pensaron en llegar a Estados Unidos nadando, pero algunas de las familias con las que conviven realizan el viaje con sus hijos y el grupo decidió no arriesgarse, de tal manera que tener fe en que la aplicación móvil funcionará pronto, es lo único que les queda.
“No está funcionando la aplicación, no está funcionando, realmente no he escuchado aquí a gente que diga la aplicación ha funcionado, yo hablo por mí y por lo que he escuchado nadie ha pasado por la aplicación, estamos esperando. Si te digo la verdad ahorita no sé qué es lo que está pasando de aquél lado, yo simplemente quiero esperar que la aplicación nos funcione para poder pasar como es. Ya pasé, me devolvieron y no quiero volver a pasar porque es un riesgo tanto para los niños, como para todos, tanto que nos tocó luchar para que nos deporten, entonces la idea es aguantarnos unos días más”.
Grissel Ramírez, encargada del refugio Esperanza para todos advierte que lo “peor” está por venir, porque ahora los albergues tienen una ocupación máxima de 70%, sin embargo una vez que inicien las “devoluciones” del Título 8, no se prevé que las personas migrantes se vayan a otras regiones del país, sino que esperen en la frontera a que la app CBP One les otorgue una cita, o que de plano encuentren la forma de entrar a Estados Unidos.
La mujer invita a la población migrante a no seguir su camino hacia el norte y a no tener miedo de los albergues que se ubican en la frontera, pues asegura que su único objetivo es hacerles menos pesado el camino.
“Tengan entendido que la frontera sigue cerrada, que no se creen una falsa idea de que van a llegar y van a ingresar, que necesitan tener una mentalidad de que también pudieran necesitar como instalarse temporalmente en las ciudades donde ellos se encuentren. También que se acerquen a los albergues, ellos a veces tienen ideas erróneas, a veces piensan que van a estar como encarcelados, que vean que aunque a lo mejor son humildes, tienen un lugar seguro donde estar, un lugar donde se evitan de poner en riesgo sus niños y no te van a echar si no tienes dinero, si estás enfermo”.
En el otro lado, la situación empieza a salirse de control, Brian Elmore, residente de medicina de urgencias en la Clínica Hope del Instituto Fronterizo Esperanza ha atendido a cerca de mil migrantes con infecciones respiratorias en los casos más leves, hasta fracturas que requieren cirugía en aquellos que se lastimaron tras brincar el muro.
El joven médico detalla que la incertidumbre generada por el final del Título 42 propició una entrada masiva de Migrantes, que saturó albergues en El Paso, Houston y Mcallen, en donde reconocen que no cuentan con dinero para rentar más espacios o para comprar comida.
“Tuvimos muchos migrantes la semana pasada en El Paso tratando de cruzar desde Juárez, eran miles. Creo que tampoco estaban seguros de lo que iba a pasar después del Título 42 y estaban tratando de cruzar en caso de que fuera reemplazado por algo peor. Entonces el centro de El Paso estaba lleno, los migrantes dormían en las calles porque no había capacidad para atenderlos a todos en los refugios, pero parece haber disminuido la velocidad de muchos de los migrantes que intentarán cruzar. La comunidad está realmente intensificada, especialmente la iglesia católica que ha abierto cuatro nuevos albergues temporales para migrantes y la ciudad de El Paso también abrió albergues para migrantes y tiene organizaciones comunitarias más pequeñas que están en las calles brindando atención a los migrantes como alimentos y agua”.
Para Brian Elmore estas acciones reflejan que no todos los estadounidenses están a favor de las políticas migratorias restrictivas y su apoyo es una forma de decirle a los migrantes “bienvenidos”.
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