Cada año, un grupo de mujeres ciclistas organizan Cicletada, una iniciativa que busca acercar a las niñas al uso de la bicicleta.
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Hazel Zamora
A sus cinco años, Ollin, con un casco rosa, rodilleras, una mochilita naranja adornada con una mariposa y su bicicleta negra de ruedas moradas, encabeza un grupo de niñas que salieron a rodar en la Cicletada, una iniciativa en la Ciudad de México que impulsa a las niñas a apropiarse del espacio público a través de la bicicleta.
Ollin pedalea sobre la avenida Canal Nacional sin voltear a buscar a su mamá. Se siente segura. A ella y a las otras niñas las acuerpan un grupo de mujeres ciclistas y sus familias en todo un carril. Partieron de la estación del Metro Lomas Estrella a las nueve de la mañana, la meta: cuatro kilómetros hasta llegar al Parque Ecológico de Xochimilco.
Hazel: “Cuentáme ¿qué es lo que más te gusta de la bicicleta?”
Ollin: “Fuimos más rápidos”.
Ollin empezó a andar en bicicleta gracias a Nataly, su mamá
Nataly: “Me transporto en bici y me comenzaba a ver y me decía, “Llévame.” Entonces, yo creo que de una u otra forma le incentivé. Para ella es un incentivo andar en bici, de hecho para la escuela, le digo, “¿Quieres irte en bici a la escuela? Sí, sí, sí.” Se levanta y pues vamos en bici a la escuela, vamos a comprar cosas, luego la llevamos al ballet, luego también va a clase de dibujo”.
Por eso, cuando le pregunto a Ollin a dónde le gustaría ir con su bicicleta, enumera todos los lugares a los que suele trasladarse.
Ollin: “A ir con mis abuelitos, a ir a la casa, a ir a comprar el pan, a ir a comprar pollo, eso es todo”.
Como a Ollin, la Cicletada busca que más niñas se interesen en subirse a sus bicicletas y que la sociedad genere condiciones para que se sientan libres y seguras en esta caótica ciudad.
Una iniciativa con respaldo ciclista
La iniciativa es organizada por Karen Sámano, ciclista urbana desde hace diez años y quien ha hecho de la bicicleta su medio principal de transporte junto con sus dos hijas.
Karen Sámano: “Es importante decirle al mundo que existimos, que estamos presentes, que también tenemos derecho a movernos dentro de la ciudad. Y qué mejor que, desde pequeñas, reciban este mensaje”.
La propuesta surgió originalmente en Chile. Karen la conoció durante el Foro Mundial de la Bicicleta en Perú y desde 2019 la ha replicado en la Ciudad de México.
Karen Sámano: “Les inyectamos una confianza muy grande. Les decimos que vamos a su paso, que no se preocupen, que las vamos a cuidar, pero también que ellas pueden tomar el poder de las calles y transitarlas”.
La Cicletada también dota a las niñas de herramientas prácticas y conocimientos sobre la mecánica de las bicicletas. Habilidades que muchas veces se les niegan debido a los estereotipos de género, señala Andrea Gutiérrez, de la Red de Morras Cleteras, otra de las colectivas organizadoras.
Andrea Gutiérrez: “A veces en la publicidad es como este estereotipo de mujer muy delgada, muy atlética que anda en bicicleta y no, que las niñas sepan que no se necesita eso para andar en bicicleta, que lo puedes hacer con tus amigas, que sí podemos”.
Muchas de las niñas que acudieron a rodar han seguido el ejemplo de sus mamás ciclistas. Ana Celia, por ejemplo, lleva siete años pedaleando e impulsando el uso de la bici en disidencias y mujeres a través de la colectiva Bici para Todas.
Los retos de ser mamá ciclista
Al igual que otras madres ciclistas como Karen y Nataly, Ana Celia comenzó a usar la bicicleta ante la necesidad de construir su autonomía y libertad. Con el tiempo, se convirtió en un medio fundamental para su movilidad de cuidados, es decir, todos los desplazamientos asociados a las tareas de cuidado, del hogar y del disfrute junto a su hija.
Ana Cecilia: “Era una niña muy pequeña, tenía 2 años, pues no lo entendía muy bien, solo se adaptó. Solo era: ‘Sofi, súbete, siéntate, no saques las manos, no saques los pies’. Ya he logrado llevarme a mi hija a Texcoco a ir a nadar en bici cargo y de regreso”.
“Ser una mamá ciclista tiene sus retos. Porque tú tienes que reclamar tu derecho de vía y también el derecho de la seguridad de tus hijos. Entonces, uno se vuelve más cabrona, pero en medida de eso te empodera y te apodera de la calle”.
Su hija Sofi tiene actualmente nueve años. Para la rodada usa sus patines rojos de Hello Kitty y anima a otras niñas a perder el miedo a subirse a las ruedas.
Sofi: “Andar en patines a veces te hace caer, pero poco a poco vas aprendiendo y ya no te caes”.
En 2024, la Secretaría de Movilidad (Semovi) estimó que en la Ciudad de México se realizan más de 456 mil viajes diarios en bicicleta. Lo que representa un incremento del 71 por ciento respecto al último conteo de 2018.
Sin embargo, no existen datos específicos sobre cuántos de esos viajes son realizados por niñas y niños. Solo se sabe que los picos de traslados coinciden con los horarios laborales y escolares.
Violencia vial, una de las principales preocupaciones
Incluir a las infancias en movilidad, especialmente en el uso de la bicicleta. Es un reto no solo por la falta de infraestructura segura e incluyente. Las madres coinciden en que la violencia vial es una de sus principales preocupaciones.
Karen Sámano: “También debemos de decirle a los automovilistas estamos aquí, que estamos presentes, que existimos, que tenemos derecho a usar la vía pública, al igual que ellos, pero sin duda nos sentimos un poco más vulnerables”.
Tan solo en la Cicletada, recibieron algunos pitazos de automovilistas y motociclistas desesperados por cruzar. Incluso, uno de ellos descendió de su vehículo de forma violenta para pedir que no frenaran el tránsito.
Por ello, Andrea Gutiérrez señala que la Cicletada también muestra a las niñas que la bicicleta es un transporte alternativo que fomenta la colectividad.
Andrea: “Pensar en cómo seguir fomentando la colectividad o el sentido de comunidad, sobre todo en los lugares urbanos donde todo es rápido y cada quien va con sus propios problemas, y donde también es difícil a veces pensar en la otra persona, pero sin duda, creo que eso puede empujar a que veamos a los niños y las niñas como parte de la sociedad”.
La rodada cerró con una serie de talleres para las niñas, donde pudieron crear una banderilla o placa para sus bicicletas, aprender sobre sus derechos e incluso conocer aspectos básicos de mecánica. Pero, sobre todo, fue un espacio para convivir entre ellas, como expresa Ollin.
Ollin: “Habíamos algo bueno, hacer amigas. Una amiga que se llama mi amiga”.
Cada año, un grupo de mujeres ciclistas se une para organizar la Cicletada: una iniciativa que no solo impulsa ruedas, ¡impulsa confianza!
¿La meta? Acercar a las niñas al uso de la bici, enseñarles habilidades y reforzar su seguridad para que se sientan libres y seguras en el espacio público.
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