Para que funcionen, las políticas públicas destinadas a la salud deben ser integrales y abarcar aspectos de alimentación, salud y educación. De lo contrario, se quedan en buenas intenciones.
IMER Noticias
Existen diferencias entre esta ley y la recién aprobada en Oaxaca. Ambas bien intencionadas, pero la doctora Leticia Bonifaz, Licenciada y doctora en Derecho por la UNAM, considera que carecen de solidez jurídica debido a que los estados no deberían normar estas cuestiones, siendo que se trata de temas de competencia federal, al tratarse de salud y alimentos.
Por otra parte, piensa que no es probablemente la mejor solución para combatir la mala alimentación si se concentran más en el consumidor final y la distribución, cuando la ley debería concentrarse en los ingredientes que permite en la elaboración de productos de consumo.
“Es una norma con muy buenas intenciones, pero que anuncia poca eficacia.”
Los cambios que deberían implementarse a nivel federal para lograr más que buenas intenciones deben ser de una política pública integral que contemplen educación, salud, derechos de alimentación, concentrados en la Ley general de Salud y su reglamento para bebidas y alimentos.
En muchos países europeos son muy estrictos y han puesto restricciones desde hace tiempo, que, además, no contemplan la libertad final de niños, niñas y adolescentes, sino que atacan desde el producto. Si las medidas no son integrales y ordenadas, serán simplemente disparos al aire.
Las nuevas etiquetas son un buen ejemplo de una política mejor dirigida que no piensa en sanciones ni prohibiciones, sino que hacen conscientes a los consumidores del contenido de un producto.
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