La violencia en este pequeño municipio michoacano ha originado desplazamientos forzados, ante la inacción de las autoridades.
Habitantes piden cartas de recomendación a la Iglesia para solicitar asilo en Estados Unidos.
Nayeli Valencia
Vivir en pobreza y con miedo es casi sinónimo de vivir en Aguililla. En este municipio de Michoacán de poco más de 15 mil habitantes, los enfrentamientos entre grupos del narcotráfico han originado un desplazamiento forzado o el deseo de migrar de al menos 300 personas en semana y media.
En una zona donde la religión es parte central de sus tradiciones, los habitantes piden a la iglesia cartas de recomendación para solicitar asilo en Estados Unidos. El oficio no asegura la aceptación, pero las personas encuentran en él una vía para vivir lejos de los, al menos, 64 homicidios dolosos registrados en Michoacán en los últimos diez días.
El padre Guillermo Vergara García, párroco de la iglesia Nuestra Señora de Guadalupe, dice que las cartas son tomadas en serio y han ayudado a mucha gente.
“El año pasado hubo menos por cuestión de pandemia, estaban cerradas las oficinas, pero estábamos dando así como al mes unas 15 o 20 solicitudes, pero estos últimos días, este último mes, hacemos la cuenta y llevamos como 300 cartas. Estamos hablando de una semana, semana y media, y la oficina está cerrada y todavía ahorita me llegan mensajes de personas que dicen: padre, ¿sí me da la carta? Y bueno, en la notaría parroquial les expedimos el documento que necesitan, pero que primero chequen que los van a atender allá y no vayan a estar en casas de campaña ahí en la frontera”.
La violencia en Aguililla no es homogénea en sus cinco municipios. En las localidades de El Aguaje, El Charapo o El Limón, los pobladores se han visto obligados a impedir el paso a los soldados por órdenes de grupos del narcotráfico, quienes también les cortan la luz y el agua.
“Cuando hablamos de Aguililla hacemos la diferencia entre el pueblo y el municipio. A nosotros acá en Aguililla no hemos llegado a una escala del terror como la tuvieron en El Aguaje, como la tienen en El Charapo o limitaciones tan grandes como las que tienen en El Limón. En todas esas comunidades a la gente les han llegado y les dicen: cuando pasen los soldados, ustedes tienen que salir y tienen que salir a la hora que sea y mínimo una persona por casa; si no sales, ve agarrando tus cosas porque te vas a tener que ir del pueblo. Imagínate lo que es vivir así, vivir sabiendo que te están obligando a colaborar y por lo tanto los otros grupos ya te ven como enemigos”.
Para reconocer a las personas de una u otra localidad, integrantes del crimen revisan credenciales e incluso anotan la información de la gente al pasar por los retenes, que ya forman parte de la vida cotidiana. Ellos imponen los horarios de circulación y su hostilidad en las revisiones depende del grupo del narcotráfico con el que te identifiquen, por el simple hecho de vivir ahí.
“Por eso la gente de acá del Limón, del Charapo era más grave ir hasta Apatzingán porque siempre pasas por un filtro, por un retén con los del otro grupo, y nada más con que te vieran que traías tu credencialita, porque te pedían credencial, te anotan y todo, y si eras del Limón, que eras del Charapo, del Aguaje, ya con eso te empezaban a tratar mal o querer investigar o querer llevar, entonces era un peligro, la gente pues no salía”.
En abril, la Secretaría de Seguridad Pública de Michoacán anunció la liberación del bloqueo carretero entre Aguililla y Apatzingán, donde había socavones. Desde entonces hay un constante cierre y apertura de la zona. Para el párroco Guillermo Vergara, la intervención de las autoridades implica tener mayor circulación, aunque también con horarios restringidos.
“El gobierno estatal tiene asegurada la carretera por algunos horarios que no es del todo el día, por lo menos vamos a pasar sin que nos detengan, sin que nos digan nada, sin que nos estén esculcando, pero la cuestión es que nadie tenemos la confianza de que esto vaya a durar mucho. Ahorita podemos pasar, pero temiendo que si no es algo continuado, es algo que se solucione, el día de mañana cuando se vaya la ley o los gobiernos pues si no nos va igual que antes nos puede ir hasta peor”.
Víctimas de la guerra ajena
El Cártel Jalisco Nueva Generación, una de las 19 organizaciones del narcotráfico de alto impacto en México y que tiene carácter supranacional, según la Unidad de Inteligencia Financiera, es el principal grupo que controla el territorio en Aguililla y contra quien se enfrentan los llamados Cárteles Unidos, así lo relata el párroco Guillermo Vergara.
“Son muchas células, están los Broncos de Troya, los ex Caballeros Templarios, están Los Viagras, esos son como los más mencionados. El enemigo común de todas las pequeñas células son los Jalisco Nueva Generación, pues están en El Aguaje, es así como su lugar más central, el aguaje; están en Dos Aguas, están en pequeñas tenencias o pequeñas poblaciones como es El Limón, El Charapo, porque están de paso, y en Naranjo de Chila. Entonces ellos son como su dominio, su lugar, entonces ellos cuidan sus fronteras”.
Cuando un grupo del crimen rebasa los límites de operación del otro, como ya ocurrió, se incrementan los enfrentamientos y aparecen advertencias en narcomantas. A principios de mayo, apareció un mensaje firmado supuestamente por el líder del Cártel Jalisco Nueva Generación, Nemesio Oceguera, “El Mencho”, por quien la DEA ofrece una recompensa de 10 millones de dólares.
El texto iba dirigido a la población de Aguililla, se aseguraba que “el problema (de los enfrentamientos y la violencia) no es con el pueblo ni con el gobierno”.
“Espero que siga así entre ellos, no con nosotros, porque además nosotros no somos rivales. Tú cómo vas a hacerle frente a un grupo organizado del crimen que tiene armas mejores que las del Ejército, entonces por eso nosotros nos mantenemos un poco al margen, queremos mantenernos al margen aunque nos tienen en medio, porque no somos el enemigo y no somos nosotros con que ellos están guerreando. A nosotros nos toca ver, nos toca estar ante una situación así que cada vez se hace más difícil”.
En un municipio en donde al menos 380 de las casi 15 mil personas no están en situación de pobreza y vulnerabilidad, el cultivo de enervantes en la sierra se volvió una opción para la economía, misma que se sumó a las otras existentes: la ganadería, agricultura y maderería. Sin embargo, de producir y transportar mariguana, los cárteles pasaron a las extorsiones narra el padre Guillermo Vergara.
“El gobierno por mucho tiempo se hizo la vista gorda, pues se dejó que la producción de de mariguana fuera de un fuerte en toda la región de la sierra. Muchísima gente se dedicó a eso. Pareciera como que a nadie le importó cómo los cárteles iban tomando fuerzas y cómo iban cambiando. En primer momento de producir mariguana y transportarla para Estados Unidos a otro tiempo en que ya empezó el cobro de piso y empezaron a hacer ese tipo de cosas que poco a poco van van como enrareciendo el ambiente y van haciendo de todo esto algo imposible”.
En un negocio ilícito que entre 2016 y 2018 generó ganancias de aproximadamente un billón de pesos en México, de acuerdo con estimaciones de la Unidad de Inteligencia Financiera, los grupos de la delincuencia en Aguililla buscaron nuevas formas de generar dinero.
Existe una mina de hierro que fue explotada por los Caballeros Templarios, asegura el párroco Guillermo Vergara. De acuerdo con versiones que le han dado pobladores, los trabajos clandestinos en la mina llegaron hasta China con la transportación ilegal de hierro para generar varillas, comercio que hace aproximadamente diez años abarató los costos de la empresa Sicartsa.
“Entiendo que hace unos años, cuando ya los Caballeros Templarios eran los que dominaban toda esa área trabajaron la mina, es una mina de hierro bastante grande que movió mucho dinero a la zona de la sierra de nosotros, de ahí de Aguililla y entiendo que también para acá hay otra mina pero esta es mucho más grande, entonces los grupos armados se apoderaron de esto y obviamente quedándose con una gran cantidad de dinero”.
En 2014, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente clausuró dos minas en Aguililla donde se aseguraron 429 mil 92 kilos de hierro. El lugar tenía cuatro patios de almacenamiento, trituradoras, generadores de energía eléctrica, una retroexcavadora, contenedores de diésel y una báscula para el pesado de material.
¿Quién gobierna en Aguililla?
El 13 de abril, el gobernador Silvano Aureoles viajó a Aguililla. Lo hizo por helicóptero, lejos de las carreteras destrozadas por los grupos delictivos.
El motivo de su visita era coordinar esfuerzos para alcanzar la paz en el municipio, pero otro hecho opacó la noticia. Ese día, el mandatario descendió de un vehículo militar y escoltado por personas armadas caminó directamente hacia un manifestante y lo agredió físicamente. Se volvió y alejó mientras sus guaruras quitaban cartulinas al hombre identificado como profesor.
Para el párroco Guillermo Vergara una de las consecuencias más graves fue que Aureoles acusó a los inconformes de ser halcones.
“Silvano sabe que se arriesga yendo por tierra, además de que no le gusta a él ensuciarse los zapatos y entonces es más cómodo desde arriba y más cuando no quieres ver la realidad. El empujón pues ya nos dijo a todos otra cosa, ¿no? Tristemente creo que lo poco que pudo haber ganado al visitar Aguililla, tarde, lo perdió con ese acto que yo califico como imprudente, pero para mí lo grave, más bien, lo que nos hizo a todos al tratar así a la población y luego al otro día lejos de pedir una disculpa, todavía decir creí que eran halconeros o agresores, eso sí no le queda”.
Diez días después fue el turno del nuncio apostólico Franco Coppola. Aunque el representante del papa Francisco en México sí llegó vía terrestre, su mensaje de paz no fue suficiente para disminuir la violencia y ese mismo día hubo bloqueos e incluso después se registró un ataque con drones contra policías en El Aguaje.
Un hecho que la Secretaría de Seguridad Pública estatal tuvo que prever, sobre todo por el antecedente de 13 policías asesinados en una emboscada en 2019, narra el párroco.
“Si nos hubiera preguntado a los habitantes de Aguililla le hubiéramos dicho eso, ten cuidado porque no es cualquier gente con la que te enfrentas, y esto era previsible, entonces ellos tienen que saber las dimensiones del enemigo, ellos tienen que saber con quiénes se están poniendo”.
El cambio de gobernador no asegura que llegue la paz y representará un reto que la población recupere la confianza en las autoridades de un día para otro, cuando por años la inseguridad ha permeado en su manera de vivir.
Desde 2019, en Michoacán parte de las personas mayores de 18 años redujeron el permiso para que sus hijos menores salgan, sobre todo de noche, por motivos de inseguridad. Además, la población dejó de usar joyas, llevar dinero en efectivo, tomar un taxi, visitar a parientes o amigos, ir al cine o al teatro, salir a caminar, llevar tarjetas de crédito, ir al estadio o viajar por carretera a otro estado o municipio, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública 2020.
“Y si no lo hace, no sé a qué viene. A Michoacán se viene a gobernar donde el gobierno no tiene el poder, eso si tendria que saberlo, que cualquiera de los que llegó quiera ser gobernador tiene que saber que viene un estado donde no hay estado de derecho y si quieren su papel va a ser primero recobrar la confianza del estado recobrar el control del estado y ponerse a trabajar en lo más básico que es la libertad”.
Una de las principales características de vivir en Aguililla, Michoacán, es el miedo, pero ahí las necesidades superan cualquier bloqueo, enfrentamiento o intento de censura.
“Cuando alguien tiene más hambre que miedo prefiere comer aunque lo maten. Nosotros preferimos hablar a vivir encerrados y vivir con miedo. La necesidad de todos y cada uno es más grande que el miedo que podamos tener y si nos quedamos callados en este punto somos cómplices y por eso, no te digo que no haya temor, pues sí lo debe de haber, pero yo creo que la situación ya rebasó tal grado que ya callarse no es opción, ya estamos encarrilados, si nos señalan porque hablamos, pues de una vez hay que decir todo lo que tengamos que decir. Para algunos ya se acabó la esperanza y por eso se han ido, para otros es muy lejana, muy lejana, casi alcanzable, y dicen pues así vivimos. Pero para otros yo creo que sigue viva la esperanza y por eso estamos luchando para que las cosas cambien”.
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