Hasta finales de 2021, el 60 por ciento del consumo energético en Europa todavía provenía de las fósiles.
Kayleigh Bistrain
La invasión de Rusia a Ucrania transformó la relación energética entre Moscú y la Unión Europea.
La Comisión Europea había advertido sobre la dependencia del bloque a los combustibles fósiles rusos, pero los países subestimaron estas alertas.
El bloque estaba impulsando la producción de energías sostenibles y algunos países, como Francia, eran capaces incluso de exportar energía a otras naciones.
Sin embargo, la invasión a Ucrania reventó los precios de los energéticos. Ese 24 de febrero de 2022, el costo del gas aumentó 30 por ciento y el petróleo superó los 100 dólares por barril.
Por primera vez, el bloque europeo fue capaz de palpar las consecuencias de enemistarse con su principal proveedor de combustibles fósiles.
La población fue quién más resintió esta dependencia. Así lo resumen Iván, Carlos y Denisse, tres personas que enfrentaron la crisis energética en Europa.
Iván: “En su momento, las personas empezaron a preguntarse cómo vamos a sobrevivir al invierno. Hubo una política en Francia de uso racional de la energía”.
Carlos: “Habemos gente que afortunadamente tenemos gas subsidiado por el gobierno, entonces no nos ha ido tan mal, pero he visto gente que sus cuentas del gas suben al trimestre de 300 eslotis a mil 500”.
Denisse: “Creo que una buena parte de la población no le importa hacer sacrificios energéticos con tal de sancionar a Rusia”.
¿Por qué afectó con tal intensidad el conflicto al sector energético de la Unión Europea?
La doctora Isabelle Rousseau, coordinadora del Programa de Energía del Centro de Estudios Internacionales del Colegio de México, explica que erróneamente se cree que Europa aumentó su producción de energía sostenible.
A finales de 2021, el 60 por ciento del consumo energético del continente todavía provenía de las fósiles.
“El 38 por ciento era de petróleo, 23 por ciento de gas natural, 13 por ciento de carbón, 22 por ciento de energías renovables -como la geotérmica, hidroeléctrica, eólica y solar-, y el 12 por ciento de la nuclear.
El 40 por ciento del gas natural importado de Europa proviene de Rusia, 27 por ciento del petróleo proviene de Rusia y el 45 por ciento del carbón usado en Europa proviene de Rusia”
Esta dependencia casi no se ha atenuado, en parte por la inercia del sector, dice Rousseau.
Además, las sanciones a los energéticos rusos no han hecho más que incrementar los precios del gas natural.
Carlos Mario Landetta desde hace tres años y medio vive en Polonia, uno de los países más dependiente del gas ruso y de los más cercanos al conflicto, ya que comparte frontera con Ucrania.
Pese a esto, Mario cuenta que el impacto no ha sido igual para toda la población pues algunos, como él, tienen subsidios del Gobierno.
“Habemos gente que afortunadamente tenemos gas subsidiado por el gobierno, entonces no nos ha ido tan mal, pero he visto gente que sus cuentas del gas suben al trimestre de 300 eslotis a mil 500, por ejemplo.
Tengo un amigo que tiene un local y este año tenía planeado abrir un restaurante y por la guerra lo suspendió, porque los precios de la luz y el gas se dispararon y no era nada redituable para él poder abrir este negocio”.
Al cambio actual, mil 500 eslotis equivalen a más de seis mil 200 pesos mexicanos. En un trimestre, el gas doméstico polaco encareció 500 por ciento.
Un golpe con diferente fuerza
No todos los países de Europa enfrentan la crisis como Polonia. España y Portugal, por ejemplo, fijaron topes en el precio de los energéticos. Así lo cuenta Denisse López en España, donde vive desde el 2020.
“Sí ha habido una preocupación porque hubo un momento en que el gas y el petróleo se dispararon. La inflación se elevó mucho, tanto en Europa como en España, pero en algún momento el gobierno comenzó a implementar medidas para limitar el precio.
En cuanto a la Unión Europea, es un sentimiento que está dividido, hay algunos países que hay más malestar que en otros. La excepción ibérica de topar los precios de los energéticos en Portugal y en España ayudó a hacer esta diferenciación”.
El contexto es variado de país a país. De acuerdo con la Agencia Internacional de Energía, la dependencia de las naciones hacia el gas ruso no es la misma, en 2021:
- Letonia (100%).
- Bulgaria (77.3%).
- Eslovaquia (64.7%).
- Hungría (63.9%).
- Alemania (60.3%).
- Polonia (47.5%).
Isabelle Rousseau conoce bien la composición energética de la Unión Europea y no duda en afirmar que si hay un problema que comparten los 27 países del bloque es el retroceso que la guerra causó a su transición energética.
“Alemania y España han apostado muchísimo a las energías renovables intermitentes, que son la solar y eólica. Pero cuando no hay sol, no hay viento, hay que tener soporte, en su mayoría se recurre al carbón y al gas natural.
El gas natural para los países que han apostado por energías renovables (intermitentes) es sumamente importante.
Para Francia no, porque desde los años sesenta o setenta ha apostado a la energía nuclear. El 71 por ciento de la electricidad francesa es de origen nuclear. Entonces le ha dado una independencia que Alemania, España y otros países no han tenido, y necesita mucho menos gas natural porque lo nuclear funciona por sí solo.
Polonia es el país que más utiliza el carbón, pero no es el único. República Checa, Rumania, muchos países de Europa del Este lo usan”.
Un nuevo “shock” a Europa
No es la primera vez que la Unión Europea enfrenta un shock energético por un conflicto bélico fuera de su territorio.
“Ha sido un choque muy parecido al choque petrolero que Europa vivió en 1973 con la Guerra de Yom Kipur, cuando Egipto ocupó el Canal de Suez; y por la guerra entre Irán e Irak, en la década de 1980”.
Tras el alza inicial en los precios del gas y el crudo por el conflicto en Ucrania, la principal preocupación de la Unión Europa fue cómo cubrir la demanda de suministro durante el invierno.
En septiembre de 2022, la Comisión Europea aprobó un plan de racionamiento del consumo eléctrico, que obligó a los países a reducir al menos 5 por ciento de la electricidad durante las horas pico.
“Una de las medidas adoptadas por las Unión Europea fue demandar a todos los países europeos de llenar, por lo menos, al 80 por ciento su capacidad de reserva de gas natural para enfrentar el invierno.
Además de consejos para ahorrar energía. Se calcula que más o menos hubo 20 por ciento de ahorro de energía. Creo que eso es muy bueno porque implica un cambio de comportamiento”.
En Francia, como en otros países, esta medida generó preocupación entre la población. Así lo cuenta un mexicano que reside en París, quién decidió ocultar su nombre por temor a perder su estancia.
“Hubo una política en Francia de uso racional de la energía y empezaron a controlar las calefacciones. Entonces muchas personas comenzaron a cuestionarse seriamente “¿hasta dónde vamos a dejar que este conflicto nos afecte?”.
Paradójicamente, el cambio climático jugó a favor, porque trajo un invierno inusualmente cálido a Europa con temperaturas de 20 grados, que permitieron cuidar las reservas de gas europeo y bajar los precios de este energético.
¿Qué está haciendo la Unión Europea para disminuir su dependencia a los combustibles fósiles rusos?
Noruega, Argelia, Nigeria, Egipto, Israel, Qatar y Estados Unidos están en la lista de países alternos a Moscú que podrían suplir el suministro de gas natural, de acuerdo con la especialista Isabelle Rousseau.
Sin embargo, sustituir las importaciones energéticas rusas no es tarea fácil, se requiere de infraestructura e inversiones.
“Lo que sucede es que ahora estas importaciones se van a hacer mediante la construcción de plantas de regasificación porque se tiene que licuar el gas en los países de origen, ponerlos en barcos congelados y se tienen que regasificar llegando al continente europeo. Todo esto implica una infraestructura que se está construyendo a toda velocidad, pero que todavía no está lista”.
La experta del Colegio de México explica que traer gas de lugares más lejanos como Estados Unidos no elevará de manera significativa el costo, porque los precios de este energético son regionales y el que proviene del continente americano es el más barato del mundo.
Sin embargo, para Luis Huacuja Acevedo, consultor, investigador y docente en Derecho y Política Internacional, el comprar gas estadounidense ampliará la dependencia de la Unión Europea hacia Estados Unidos.
“Es cierto que Europa ha tenido que buscar alternativas que son más costosas, no solo en el precio, sino en la transportación y para el medio ambiente”.
Para tratar de atenuar el papel preponderante de Moscú en el sector energético, la Comisión Europea con Ayuda de la Agencia Internacional de Energía, en mayo del 2022 presentó una plan de transición energética que incluía un Mecanismo de Recuperación y Resiliencia para los países con más dificultades para invertir en este rubro.
Rousseau considera que lo más recomendable es la adopción del hidrógeno verde como combustible.
“La apuesta (lo recomendables) es hacer un esfuerzo muy fuerte para impulsar el hidrógeno verde. El hidrógeno que más se usa en este momento es el hidrógeno gris.
Proviene de un fenómeno de electrólisis, es decir, de la separación en el agua del hidrógeno y el oxígeno mediante electricidad solar, fotovoltáica o eólica. Si viene del gas natural, entonces es hidrógeno gris, si viene de lo nuclear es hidrógeno rosa”.
Con la certeza de que la Unión Europea está viviendo una transformación energética, Isabelle Rousseau pone sobre la mesa dos escenarios que afectarán no sólo a la región, sino a todo el mundo.
“Algunos creen que se está reabriendo plantas de carbón. Pero es temporal y va impulsar más fuerte las energías limpias.
Otros, los ecologistas en particular, señalan que reabrir plantas del carbón e instalar plantas de regasificación en Europa implica inversiones y se tienen que utilizar en un plazo más o menos largo para que sean redituables. Entonces ellos dicen que esto no va ser tan fácil de revertir”.
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