Ante la violencia homicida contra periodistas, que no se detiene, los colegas del gremio toman de nuevos las calles.
Aura García
Cinco sillas vacías forman una fila. Cada una lleva una foto. En el suelo, la luz de las velas las envuelve en un ambiente que sería sombrío si no fuera por los reflectores y las cámaras que les apuntan, los flashes y los clics. En el respaldo de cada asiento pueden leerse los nombres de Heber, Roberto, Lourdes, Mariano y José Luis. Se trata de los periodistas asesinados en lo que va de este 2022.
Hace unos días habrían colocado tres lugares. Sin embargo, desde el pasado 25 de enero cuando comunicadores de todo el país tomaron las plazas principales para exigir justicia, la cifra casi se duplicó.
Paradójicamente, aunque se han sumado nombres de víctimas, el grupo de manifestantes decreció. La Secretaría de Gobernación fue, de nueva cuenta, el escenario de la protesta capitalina. Pero esta vez, el acento estuvo en el objetivo gremial de que la solidaridad y la indignación se traduzcan en acciones concretas.
Laura Quintero, del colectivo Tenemos que hablar, el cual denuncia maltrato en los medios de comunicación, aclaró que desde la máxima tribuna del país, la conferencia mañanera, sí se ejerce violencia. En este sentido, urgió al Presidente y a los Gobernadores a detenerla.
“Es urgente que cese la violencia contra la prensa, la misma que el Presidentr Andrés Manuel López Obrador y otros gobernantes del país promueven a través de su discurso de odio hacia los medios y sus trabajadores. No somos enemigos del Estado y exigimos garantías para ejercer nuestra labor sin temer por nuestras vidas”.
No todos somos Loret
Sin embargo, la consigna #NoTodosSomosLoret, que hace referencia a las declaraciones del titular del Ejecutivo sobre el supuesto salario del comunicador y empresario, también estuvo presente.
Los manifestantes recuerdan que existe una élite del periodismo, una que vive ajena a los peligros que enfrentan los reporteros de a pie. Ellos y ellas llaman a no focalizar las protestas en quienes han acumulado privilegios a costa de la ética periodística. El objetivo, dijeron, es visibilizar no sólo la violencia homicida, sino también la empresarial, ejercida en los propios medios.
“No somos Carlos Loret de Mola, ni tenemos los privilegios que comunicadores han amasado hoy y siempre en contubernio con el poder empresarial y estatal, para favorecer sus intereses económicos por encima de los derechos laborales de los trabajadores. Ya basta de tanta violencia e impunidad. Vamos a defender nuestros derechos a la vida, a un trabajo digno, a la libertad de expresión e información.”
Quien arropa tal premisa es la viuda de Javier Valdez, Griselda Triana. Hace casi cinco años se paró en el mismo sitio para reprochar el asesinato de su esposo. Aunque ha pasado el tiempo, no han cambiado los hechos. Y las familias de las víctimas van quedando a la deriva, sin justicia, ni cobijo de cualquier clase, acusa.
En el mitin lamenta que exista un espectáculo en torno a figuras que han decidido estar al servicio del poder en lugar de al servicio de la gente.
“¡Qué pena y que coraje que ahora sea más importante defender a un periodista al servicios de Gobiernos en turno, en vez de levantarnos con ganas de incendiar este país cada vez que asesinan o desaparecen a un periodista. ¿Apoco vale más el periodismo que hacen unos que otros?”
No obstante, periodistas independientes como Témoris Grecko, admiten que una parte de la sociedad no reconoce en el gremio a un aliado y aplaude que un grupo de vecinos acuda a arropar la concentración. “Esperamos merecer su presencia”, les expresa.
Tiempo de acciones
En general, la mayoría acuerda que es momento de tomar resolutivos. La oportunidad más cercana, apuntan, se proyecta en la Asamblea Nacional de periodistas, convocada para reunir propuestas que desemboquen en la conformación de un sindicato.
Tras compartir expectativas y recuperar aportaciones entre colegas, las voces se van apagando, y la oscuridad cae cuando los camarógrafos se retiran. Entre los pocos asistentes que quedan resuena la demanda de Griselda Triana, con quienes muchos hacen fila para dialogar.
Es una cita del propio Javier Valdez, que le apuesta al trabajo por encima de las manifestaciones.
“Nada de lutos ni silencios. Dejemos la protesta de utilería y sigamos haciendo periodismo. Hay plazas que nos esperan, calles vacías que esperan nuestros gritos, nuestra dignidad atragantada. Sigamos haciendo periodismo, encabronados y dolidos, con huevos, para que no nos ganen los malos ni el olvido”
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