Para la caricaturista y escritora argentina, el humor en la actualidad se ha vuelto pedagógico y muy pendiente de la corrección política. Los “memes” han ganado la popularidad que antes tenía la viñetas, dice. Se refiere a las redes sociales, al activismo y su renuncia a la historieta y al mundo editorial comercial. Señala que prefiere una “vida chiquita”.
Juan Carlos Valdés
“En temas como el maltrato a la mujer ya no hay humor posible”, afirma la escritora y caricaturista argentina Maitena. La violencia de género son cosas que todos sabíamos pero con las redes sociales están ahora en el candelero, no es que haya avances significativos en este tema, pero se dan ciertos pasos de alguna manera.
“Me parece que tanta corrección política en un sentido es bueno porque no está bien reírse de los demás, pero en otro sentido para el humor ha sido un poco difícil y me parece que ahora el humor gráfico está decayendo mucho en popularidad y eso lo reemplazó el meme, cuando el meme es divertido”.
Retirada de la historieta hace más de 10 años, la autora que se hiciera famosa por sus tiras de Mujeres Alteradas, en las que retrataba con ironía a mujeres de todas las condiciones sociales y en todas las situaciones, dice que en el humorismo gráfico ya no encuentra ningún desafío y cree que en la actualidad al humor le falta humor.
“En las redes sociales, por un lado pareciera que hay mucha amplitud y tolerancia, y por el otro hay una intolerancia impresionante porque parece que cualquiera puede opinar lo que quiera pero no es así. Hay nuevos paquetes de mandatos qué son más libres y más amplios pero siguen siendo mandatos de lo que sí, de lo que no“, dice.
Autora de la novela “Rumble”, Maitena está convencida de que reírse de uno mismo provoca un alivio muy grande, el humor permite saber que no estás solo en el mundo y aunque eso pudiera significar mal de muchos, consuelo de tontos, no deja de ser un consuelo.
“Hace muchos años que ya no hago historieta pero una de las razones de dejarla fue más que la repetición, la idea de que con los años el humorista se pone más reflexivo y menos gracioso y a mí la viñeta me gusta que sea graciosa. Yo notaba en mi trabajo que me había vuelto muy reflexiva, era un tono demasiado para hacer pensar las cosas y la verdad que a mí como consumidora de humor, a mí lo que me gusta es reírme. Por eso creo que el humor lo tienen que hacer los jóvenes”.
