En el mundo y en América Latina se vive actualmente una crisis de conciencia que ha agudizado la polarización de la sociedad, expuso en entrevista el escritor nicaragüense Sergio Ramirez.
En su nueva novela: “Tongolele no sabía bailar”, narra la convulsa situación de su país en los últimos tres años frente al poder establecido por Daniel Ortega.
Juan Carlos Valdés
La violencia no es opción en la lucha por cambiar las cosas en Nicaragua. Aunque cueste muchos sacrificios, el cambio democrático tiene que darse de manera pacífica, asegura el escritor Sergio Ramirez.
Entrevista a propósito de su más reciente libro: “Tongolele no sabía bailar”, el Premio Cervantes 2017, explica que la polarización que se vive en el mundo y particularmente en América Latina, responde a una crisis de conciencia, en una sociedad cada vez más fragmentada.
“En América Latina antes teníamos formaciones políticas tradicionales, contrapuestas pero que representaban a las distintas capas de ciudadanos, a los partidos políticos tradicionales que hoy han desaparecido, han sido borrados del mapa y han sido sustituidos por una multitud que fuerzas fragmentada. Ése otro fenómeno y muy importante: No es que las redes provoquen la polarización sino que la reflejan, uno se da cuenta de que hay antagonismo sobre cualquier tema”.
Sergio Ramírez
Con las novelas: “El cielo llora por mi” y “Ya nadie llora por mi”, “Tongolele no sabía bailar” narra el enfrentamiento que tiene el inspector Dolores Morales, alter ego de Sergio Ramirez, con el poder emanado de la revolución sandinista de la que el propio escritor formó parte y que luego se ha corrompido a tal grado de convertirse en una dictadura.
“Y en ese sentido es un enfrentamiento desigual y esto se refleja en el pensamiento alrededor de cómo tener en Nicaragua un cambio democrático que no sea a través de una guerra civil. Y esto es fundamental para mí. Porque los jóvenes de la nueva grabación no quieren una nueva guerra, ni quieren una lucha armada, quisieran una salida que no pase por el derramamiento de sangre. Entonces esto es una gran disyuntiva. El país tiene la esperanza de poder obtener un cambio que no provenga de una guerra”.
Sergio Ramírez
Uno de los problemas de Nicaragua, es que hoy las personas son más fuertes que las instituciones y esa disyuntiva es la que hay que solucionar, afirma el también autor de “Adiós muchachos”. Exiliado actualmente en Costa Rica, Sergio Ramirez enfrenta constantemente el dilema de la urgencia impostergable de narrar, frente a acontecimientos que aún no se resuelven históricamente.
“Que ni siquiera están resueltos de manera histórica porque son hechos que todavía están abiertos, no sabes el rumbo que el país va a tomar después de lo acontecido en el año 2018. Pero a mí me pareció que la novela negra, introduciendo a personajes que yo había creado antes, estaban en espera de un nuevo episodio de su vida, subirlos a este escenario, era la mejor salida posible para poder narrar esos hechos que no podían dejar de ser narrados”.
Sergio Ramírez
En el plano narrativo, Sergio Ramirez, quién confiesa que tampoco sabe bailar, opta por un lenguaje coloquial, incluso humor negro, para quitar algo de dramatismo a una situación, la nicaragüense, de por sí, terrible.