Retomar las experiencias íntimas entre el artista y su público, innovar las formas y formatos de esta relación, y devolver el valor a la música –incluido el económico– son los retos que deberá afrontar la industria, ante el impacto que nos ha dejado la pandemia del coronavirus, coincidieron expertos.
Texto: Aldo Franco
Durante el bonus round de la conversación virtual “Análisis del escenario actual para la creación de futuros hipotéticos tomando como eje central la música”, organizado por Futurologi, Héctor Mijangos, fundador de la disquera Noiselab, y los músicos Ramón Amezcua (Bostich/Nortec) y DJ Koggi, compartieron su visión sobre cómo enfrentará el sector musical la falta de conciertos presenciales ante la contingencia sanitaria, la cual podría extenderse hasta por un año.
Apenas en abril pasado, el sitio especializado en la industria del entretenimiento en vivo Pollstar estimó que de mantenerse las restricciones para realizar eventos masivos las pérdidas en el sector ascenderán a 8.9 mil millones de dólares para fin de año. Esto, en contraste con el pronóstico de que 2020 sería un año récord para los conciertos, con base en cifras del primer trimestre que revelaron un alza de 4.5 por ciento en la venta de boletos, en comparación del mismo periodo de 2019.
Los expositores destacaron que las tres propuestas a las que llegaron están interrelacionadas, pues sólo al generar una conexión artista-público será posible que éste vuelva a interesarse en mayor nivel por la música e incluso pagar por conciertos transmitidos vía streaming, como alternativa al contexto actual. Para ello, Amezcua recordó que además del interés cultural está el comercial, por lo que habría que comenzar a monetizar este tipo de eventos ya sea de manera directa (exclusividad) o a través de publicidad en los mismos.
Ante ese planteamiento, Mijangos propuso tres alternativas para ese modelo de negocio. Explicó que los streaming podrían tener un costo relativamente elevado para personas que busquen algo exclusivo o uno bajo para llegar a más gente.
Asimismo, destacó que las marcas podrían comprar “accesos” a los artistas a conciertos exclusivos y regalarlos a través de sus redes sociales, lo cual sería una forma de promocionarse y al mismo tiempo de ayudar a “pequeños” músicos, quienes han sido lo más afectados por la crisis.
Previó que a medida que pase la pandemia, los conciertos masivos no volverán a ser lo que fueron, y que en el futuro hay dos escenarios posibles para disfrutar la música en vivo con un número reducido de personas: que los boletos dupliquen o incluso tripliquen su precio, o que los artistas cobren menos y ofrezcan residencias en lugar de una sola presentación.
Para que todo lo anterior pueda ocurrir, DJ Koggi abogó por reforzar la conexión música-público a fin de crear experiencias más memorables sin caer en la idealización del pasado. Ejemplificó con la acción de comprar un vinilo o un disco, leer los créditos en ellos y percatarse de datos que le daban un valor agregado al producto musical, lo cual pocas veces ocurre en el medio digital.
“De repente te dabas cuenta que este disco que me gusta del artista A y este del artista X fueron hechos por el mismo productor y buscabas más del productor y descubres al grupo J, K, L, etcétera, y tenías un alfabeto de cosas gracias a que viste un dato que no tenía nada que ver con lo que estás oyendo”.
DJ KOGGI
Sin embargo, admitió que la industria del formato físico no es ni será una salida para la recuperación de la industria musical, por lo que es necesario buscar nuevas formas de conectar. Por ello, los ponentes celebraron iniciativas como las Twitter Listening Parties, iniciadas por el vocalista de The Charlatans, Tim Burguess, que consisten en que artistas y fans escuchen un álbum de manera sincronizada vía streaming al tiempo que interactúan y conversan sobre él a través de la red social.
En este contexto, Mijangos, Amezcua y Koggi coincidieron en que la era digital ha debilitado la intimidad que la gente tenía con la música, debido a la inmediatez y su poca vigencia. Señalaron el caso de Spotify, que si bien ha expandido ese arte a muchos rincones del mundo, también ha impedido que las personas conecten en un nivel más profundo con las canciones.
Destacaron que como actualmente la gente ya no compra un álbum, esto ha derivado en una depreciación (monetaria y artística) de la música y que se dé preferencia al formato del sencillo, lo que a su vez se trasladó a conciertos y festivales, donde muchas personas acuden a escuchar unas cuantas canciones y después pierden el interés e incluso se van.
Pese a todo, concordaron en que la solución no está en la satanización de los medios digitales ni en la idealización de viejas prácticas, sino en la apuesta a nuevos modelos de monetización y apreciación musical, por lo que hicieron un llamado a la aportación de ideas, especialmente por parte de “la persona con más poder en la música”: la audiencia, pues es ésta la que aporta los recursos.
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