Graciela Iturbide, fotógrafa que fusiona lo real y lo poético nos ofrece una mirada profunda, en una entrevista para IMER Noticias.
Laura Velarde
Graciela Iturbide es una de las grandes fotógrafas mexicanas del siglo XX y XXI. Su mirada ha retratado con profundidad la identidad, los rituales y la vida cotidiana de México, especialmente en comunidades indígenas.
Su estilo en blanco y negro va más allá del documental: es poético, simbólico, profundamente humano.
Para ella, la fotografía es una forma de entender la vida. Graciela Iturbide nos recuerda que el arte no solo se observa, también se transforma.
Graciela Iturbide fotógrafa de la vida
Para ella, la fotografía no es solo un oficio: es una forma de entender y transformar el mundo. Con su cámara, ha retratado la vida, los rituales y la fuerza de las mujeres en México.
Su trabajo la llevó a retratar al pueblo Seri, un grupo nómada del desierto de Sonora, en la región fronteriza con Arizona. El artista Francisco Toledo la invitó a Juchitán, en Oaxaca, para documentar a la comunidad zapoteca. De ese proyecto nació la emblemática seri Juchitán de las Mujeres.
Su lente es un puente entre culturas, emociones y memorias. La imagen, en sus manos, es también una forma de resistencia.
“Fotografiar a los pueblos indígenas no es realismo mágico ni surrealismo.”
Acreedora de varios premios tanto nacionales como internacionales, el más reciente, el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2025. Graciela, una artista de la imagen, con una mirada profunda, respetuosa y evocadora.
Su enfoque ha sido descrito por la crítica como una combinación de documentalismo, poesía visual y simbolismo cultural.
Iturbide, nacida en la Ciudad de México en 1942, inició su formación en cine en la UNAM, y a lo largo de más de cinco décadas, ha capturado imágenes que reflejan la riqueza cultural de comunidades como los Seris en Sonora y los Juchitecos en Oaxaca. Entre sus obras más reconocidas se encuentran Nuestra Señora de las Iguanas y Mujer Ángel.
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