La mano de obra infantil está expuesta a malas condiciones, jornadas largas y esquemas que limitan sus derechos básicos.
Georgina Hernández
El fast fashion se ha convertido en la nueva moda de la explotación laboral infantil, señalaron expertos en el marco del Día Mundial contra el Trabajo Infantil.
Se trata de artículos de producción rápida y baja calidad provenientes de minoristas electrónicos. Las plataformas donde los venden cuentan con ofertas atractivas para los consumidores, incentivándolos a comprar con mayor frecuencia y alimentando así esta industria.
Virginia Murillo, integrante de la organización Defensa de Niñas y Niños Internacional de Costa Rica, señaló que el fenómeno del fast fashion se produce por la oferta y la demanda. En videoconferencia, urgió a los consumidores a ser conscientes de las cadenas de valor cuando el precio final de un producto es muy barato.
“Como consumidores siempre sólo recibimos el producto, pero no nos damos cuenta de toda la cadena de valor, todo el proceso que ha pasado para poder llegar aquí.
Entonces cuando uno ve que una ropa cuesta menos de 1 euro, uno dice que qué bien, qué barato, voy a comprar un montón. Algo está raro porque no puede ser que haya pasado por tantas manos y tantas personas, a alguien no le pagaron o alguien lo hizo bajo puro sudor”.
No solo es en la industria
Murillo definió el trabajo infantil como toda actividad económica realizada con niñas y niños menores de 14 o 15 años. Puede ser un trabajo asalariado, familiar no remunerado o un trabajo doméstico. Dicha actividad afecta el desarrollo de las infancias, su salud y los priva de derechos.
Para Dante Molina, integrante de la organización Nuestra Voz Cuenta, hay dos grandes aspectos del tema. Por un lado, el sistema ha propiciado que las condiciones y vulneración de los derechos de las infancias y adolescencias en el ámbito laboral. Por otro lado, es crucial considerar el contexto en el que se da el trabajo infantil, marcado por desigualdades, pobreza o violencia que las rodea.
De igual manera, indicó que la pandemia por COVID-19 impulsó la demanda de diversos productos, lo que a su vez ha incrementado y justificado la sobreexplotación en la producción de cualquier bien o servicio.
“La pandemia fue el impulsor de muchas de estas condiciones laborales de trabajo, porque no nada más es en la industria textil. También es en la industria manufacturera y agrícola por la demanda que hubo de productos o de tener al alcance productos y servicios mucho más económicos.
Por eso a veces se justificaba la entrada de empresas que, a costa de tener un beneficio o poder cumplir esa demanda, justificaban o las terribles condiciones laborales de las personas que están dentro sin importar que estas sean menores de edad o adolescencias”.
En México, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil 2022, realizada por el INEGI, hay 3.7 millones de menores de entre 5 y 17 años que trabajan. La mayoría lo hacen en malas condiciones, con jornadas largas y bajo esquemas que limitan sus derechos básicos.
Del total de menores en situación de trabajo infantil, casi 400 mil tienen apenas de 5 a 9 años; 1.5 millones tienen entre 10 y 14 años y los 1.8 millones restantes son adolescentes de 15 a 17 años. Las entidades con más prevalencia de trabajo infantil durante 2022 fueron Guerrero, Chiapas y Nayarit.
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