Ricardo Balderas, de la organización PODER encontró que las Manifestaciones de Impacto Ambiental no ayudan a detener proyectos, sino que están diseñados para ser solo requisitos a cumplir.
El Tren Maya está en marcha supuestamente avalado por dos consultas a comunidades indígenas, pero cuando se realizaron todavía no había una Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) sobre la obra. Y aunque el documento estuviera listo, no sirve para detener proyectos, así lo reveló un reportaje publicado por la organización PODER.
El texto da cuenta de los daños ambientales y a comunidades que va a ocasionar esta obra, uno de los proyectos emblema del gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador.
En entrevista para la Tercera Emisión de IMER Noticia, Ricardo Balderas, periodista detrás de este reportaje, habló de la MIA del Tren Maya, los impactos en la región y las comunidades.
La principal conclusión de este trabajo es que las MIAs no sirven para detener y analizar un proyecto. El 88 por ciento de los impactos ambientales presentados entre 2001 y 2020 fueron considerados de bajo riesgo y aprobados. Esto revela que solo son un requisito ante la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Territorial para que el Estado pudiera desarrollar proyectos.
La MIA no ayudó a las comunidades indígenas donde impactará directamente el tren a tomar una decisión en las consultas de noviembre y diciembre del 2019 porque ni siquiera estaba lista.
El documento fue presentado apenas en junio de este año. Balderas calificó como injusto realizar las consultas sin tener información sobre el impacto ambiental de la obra.
Las comunidades afectadas tuvieron otro periodo para manifestar su inconformidad con el proyecto. El plazo para enviar sus comentarios terminó este jueves, es decir, dieron solo unas semanas a los interesados directos para leer y analizar un documento de 1900 cuartillas, sin contemplar los anexos que no son públicos.
PODER obtuvo los anexos a través de una filtración de Mexicoleaks. Se trata de dos mil páginas que sustentan un proyecto catalogado como de bajo riesgo.
En los anexos dicen que el proyecto fue aprobado por unanimidad de todos los pueblos indígenas, pero la organización encontró a dos poblaciones en contra del proyecto.
Balderas también dijo que es “científicamente imposible” considerar de bajo impacto una obra que va a modificar el modo de vivir de toda la Península de Yucatán. Se trata de una zona que concentra el 7 por ciento de la biodiversidad del mundo y, de acuerdo con la MIA sólo se recuperará el 20 por ciento de la flora y fauna que se va a perder por la construcción del tren.
Además del tren, se tienen contemplados 13 proyectos eólicos en la Península de Yucatán, dos zonas económicas especiales, un corredor industrial de Mérida a Iukma, un parque científico, múltiples desarrollos inmobiliarios de lujo en Quintana Roo.