En el marco del 25N, creadoras de distintas disciplinas —poetas, fotógrafas y narradoras— reflexionan sobre el arte como refugio, denuncia y resistencia. Voces que revelan cómo las mujeres Insilentes, Insolentes e Insumisas transforman la violencia en memoria, comunidad y acción colectiva, demostrando que siguen juntas, diversas e imparables.
Laura Velarde
Cada mujer tiene una historia, una herida, una memoria que resuena. Y en este 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, esas voces encuentran refugio en un mismo territorio: el arte.
Hoy, la palabra se vuelve resistencia, la imagen se hace denuncia y la creación se convierte en un lugar seguro donde las historias de las mujeres pueden decirse sin miedo. En esa fuerza colectiva también habita la poesía, que nombra lo que muchos prefieren no mirar. Así lo hace Mónica Cavazos en este fragmento:
“¿A qué huele, María? Algodón de una falda sentada en la banqueta, espalda curva, cabecita quemada en el rebozo, ojos ceniza, llagas en las plantas. María, sonrisa de trapo. Pa´que la cuelgue en su retrovisor. Semáforo en rojo, moneda al aire. Conserve su sana distancia”.
La lucha de las mujeres se escribe de muchas formas, en marchas, en la resistencia, en la comida, pero también nace en cada cuaderno manchado de tinta, en cada fotografía que observa lo que otros evaden, en cada canción que pronuncia lo que antes se callaba. Porque crear también es resistir.
💜 Juntas, diversas e imparables.
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Para la escritora y editora Mónica Cavazos, este día es un recordatorio profundo de por qué seguimos nombrando lo que duele.
“Soy ingeniera civil, soy mujer, soy compañera, soy amiga, soy hija, sobrina y también madre. Entonces, principalmente, pues esa soy yo, Mónica Cavazos. Siempre digo que hay que escuchar a las amigas, ¿no? Porque las amigas son las que te ven pues desde otra mirada, desde otro ángulo y a lo mejor no tan fortalezas que tú no te das cuenta, ¿no? Y te ven de otra manera”.
“Aquí estoy, aquí existo”
En su voz queda claro: el arte se sostiene en comunidad, en la mirada de otras mujeres que acompañan, que sostienen, que señalan un camino distinto. En el 25N, el arte construye refugios. Espacios donde las mujeres pueden decir: “aquí estoy, aquí existo.” Así lo escribe Cristina Ruiz:
“El viento arremolinará furioso las arenas, excavará las fosas enardecido, revelará huesos ultrajados, uñas desperdigadas, dientes, enmarañados cabellos renegridos que ensortijaron sueños blancos y arrancará de manos y bocas las cadenas y mordazas asesinas. Ese día llegará”.
En la fotografía, la resistencia toma forma en la mirada de Sara Stonk, directora del proyecto “Bestiario: Cultura para el Desarrollo”, en Zapotitlán el Grande, Jalisco.
“Resistir desde el arte es maniobrar la realidad, moverla y encontrar otras formas de relacionarnos entre nosotros y con el mundo para construir así nuevas realidades. Nos resistimos a la indiferencia, al olvido, a la instrumentalización, al menosprecio y a la precarización del oficio. Resistimos ante el imaginario de productividad, utilidad, belleza y éxito.
Resistimos ante la violencia estatal, las trabas institucionales y a la élite cultural, al capitalismo rapaz, a la misoginia, al acoso y a la desigualdad. Resistimos y siempre resistiremos a la domesticación del cuerpo y a la colonización del alma”.
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Para muchas mujeres, el arte no se aprende: se arde. Se vuelve una forma de resistir lo que intenta borrarlas y una manera de afirmarse en un mundo que, demasiadas veces, intenta negarles espacio. Para Laura Azucena, artista plástica, crear no es sólo un oficio: es un acto de sobrevivencia y rebeldía.
“Desde un tú no puedes hacerlo porque eres niña o para qué estudias si al final vas a dedicarte a cambiar pañales. Hasta que a él ya le dimos el trabajo a un recién egresado que es soltero, no tiene hijos ni problemas de horarios y mis 10 años de experiencia como diseñadora no sirvieron de nada”.
La sororidad también escribe historias. Así lo expresa Linda Acosta, feminista y taro tóloga.
“Hablar de mujeres es hablar de ser y sentirse libres y este 25 de noviembre es muy importante no solamente estar en contra de la violencia, sino de construir esa libertad eh en cada rincón, en cada esquina de nuestra vida artística y también desde nuestras palabras, nuestras imágenes y nuestra forma de presentarnos”.
El arte también es catarsis. Un lugar para reconocer la sombra como en el poema de Natalia Jareni:
“El grito de la mujer me paralizó y apagó mi voz. Cuando la sentí lanzándose hacia mí, en medio de la densa oscuridad, grité con todas mis fuerzas. La mujer se diluyó en el aire y me dio miedo respirar. La noche se hizo lenta y mientras intentaba recuperar el hilo del sueño, supe que tendría que vivir con la mujer del ropero para siempre”.
En este día, Mónica insiste en una verdad dura, pero necesaria:
“Ojalá no tuviera que existir este día, pero existe y existe por razones tan importantes como pues toda la violencia que las mujeres y las niñas han vivido, hemos vivido y seguimos viviendo, ¿no?”
Y, sin embargo, incluso en medio de esa violencia, algo permanece: la creación, esa fuerza que sostiene, abraza y acompaña cuando todo lo demás parece quebrarse. Una fuerza que también se levanta desde la poesía. Como lo expresa con contundencia y belleza Lola Silva:
“La diosa resurge, lacta su propia luz, le hace el amor al miedo, lo seduce”.
Y entre las voces que encuentran en el arte un refugio y una fuerza compartida, está también la de Margarita Hernández, escritora y ama de casa, para quien la creación se ha convertido en una forma de caminar acompañada.
“Y con gran alegría me doy cuenta de que no estoy sola, formo parte de la generación que le ha tocado abrir los ojos y gritar con todas las letras lo grandes que somos. Juntas crecemos, nos escuchamos, apoyamos y buscamos cada día la mejor versión de nosotras por el camino del arte”.
En este 25N, la fuerza del arte se vuelve colectiva. Porque son ellas —las mujeres Insilentes, Insolentes e Insumisas— quienes levantan la voz que ya no puede apagarse.
Juntas, diversas e imparables, siguen escribiendo un camino donde la vida y la libertad siempre tengan la última palabra.
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