En los Estudios Churubusco y al pie del Premio Ariel, como fue su última voluntad, se realizó el homenaje póstumo al cineasta.
Amelia Rojas
En medio de flores de cempasúchil, el Ariel de Oro que recibió en 2010 y otra estatuilla de las cinco que recibió a lo largo de sus 56 años de trayectoria, el cineasta Felipe Cazals recibió un homenaje póstumo por parte de sus amigos y colegas de la comunidad cinematográfica.
Entre lágrimas, discursos conmovedores y el reconocimiento de su familia fílmica, Felipe Cazals fue evocado no sólo por su trayectoria, sino por su personalidad, su carácter y su integridad.
Su amigo de toda la vida, el cineasta Jorge Fons, recordó que lo conoció en sus años noveles como director, le llamaron la atención sus dos primeros cortometrajes y años después se convirtieron en amigos. Fue un hombre recto, aseguró.
“Con Felipe siempre había que hablar con la verdad, odiaba la mentira. Odiaba la superficialidad, la vulgaridad. Uno podía ser muy cercano, pero recordando siempre que con él se hablaba con la verdad. Fue un hombre recto”.
María Rojo, protagonista de dos de sus películas más emblemáticas, El Apando y Las Poquianchis, aseguró que la pérdida va mas allá de la obra creativa, porque su crítica será irremplazable.
“Sí, el cine pierde un a gran realizador, pero pienso que en realidad la pérdida va mas allá. Porque en estos momentos necesitamos que la cultura tenga presencias y estas poderosas independientes y muy necesitadas críticas”.
El homenaje se llevó a cabo tal y como él lo dirigió, detalló la secretaria de cultura Alejandra Frausto: en su casa cinematográfica, los Estudios Churubusco, y al pie del Ariel, el premio al que fue nominado en 11 ocasiones. Su obra tendrá que ser vista por todos, una misión que encabezará la dependencia.
“Uno de los mayores homenajes que puede tener un cineasta es que su cine se vea. Para las nuevas generaciones, por parte nuestra, haremos todo lo que esté en nuestras manos para que conozcan toda la filmografía de Felipe Cazals”.
En el marco del homenaje póstumo, la Asociación Mexicana de Directores, que encabeza el cineasta Juan Antonio de la Riva, entregó a la viuda, Rosa Eugenia Báez, la medalla al mérito del Director por 50 años de trayectoria, un reconocimiento que quedó pendiente por la pandemia, pero que se entrego a Felipe Cazals por su labor y aportaciones al cine mexicano.