La cultura de la cancelación se refiere a la acción de retirar el apoyo a un personaje u obra por considerar que hizo algo inconveniente y ofensivo. Intelectuales y académicos reconocieron la potencia de las protestas por la justicia racial y social, pero acusaron que esta dinámica podría debilitar el debate abierto y de tolerancia hacia las diferencias.
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IMER Noticias
El 4 de marzo pasado, seis libros de Dr. Seuss fueron retirados por su contenido considerado racista. La compañía encargada de preservar el legado del escritor explicó que las obras retrataban a las personas de manera “dañina y equivocada“. Este es un ejemplo más de un fenómeno conocido como cultura de la cancelación, que se refiere a la acción de retirar el apoyo a un personaje u obra por considerar que hizo algo inconveniente y ofensivo.
Otro caso similar ocurrió en junio del año pasado, HBO Max determinó bajar de su plataforma la película “Lo que el Viento se llevó“, como muestra de apoyo al movimiento Black Live Matters, ya que el filme ofrece una visión idealizada de la esclavitud, además de que perpetúa estereotipos racistas.
En febrero de este año, la actriz Gina Carano fue despedida de la serie The Mandalorian por emitir comentarios en favor del nazismo en sus redes sociales. La escritora J.K. Rowling también fue objetivo de la cultura de la cancelación, después de que escribió en sus redes que “el sexo biológico de las personas es real y no una ilusión”. Por este dicho fue acusada de transfobia.
Este fenómeno no ha estado exento de críticas. En junio de 2020, 150 intelectuales y académicos, entre ellos la propia Rowling, el lingüista Noam Chomsky y el filósofo Steven Pinker, reconocieron la potencia de las protestas por la justicia racial y social, pero acusaron que en esa revisión se intensificaron una serie de actitudes morales y compromisos políticos que debilitan el debate abierto y de tolerancia hacia las diferencias.
Para la Primera Emisión de IMER Noticias, Daniel Dionisio Hernández Rosete, antropólogo social adscrito al Departamento de Investigaciones Educativas del Cinvestav, comentó que “la cultura de cancelación lo que anuncia es una conciencia histórica frente a procesos que históricamente habían sido naturalizados como todo lo que es el acoso en sus tres vertientes: de clase social, de género y por cuestiones de etnicidad”.
“A mí me parece que nos marca como civilización el hecho de que hayamos por años tolerado o aceptado en condiciones de silencio colectivo dentro de la ciencia social y el silencio individual ante este tipo de fenómenos”
Por otra parte, Hernández Rosete reconoce que se trata de una dinámica social que por su naturaleza “reciente” no tenemos resuelta, por lo que muchas veces es complicado reconocer dónde se encuentran los límites de la cancelación, la separación de una obra de su creador o creadora o del daño que puede llegar a causar el realizarla como venganza simbólica y sin fundamentos.
“A mí lo que me parece interesantísimo es tener cuidado con las acusaciones en falso desde el rencor, desde la cicatriz histórica. Existe, pero connota muchos casos que denuncian en falso por un asunto de venganza simbólica. Pero si es un tema bien complejo”
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