Más de un millón 650 mil personas se han recuperado de la enfermedad en México, pero la mayoría aún no supera sus efectos.
Escucha aquí el cuarto episodio de la serie Un año de pandemia: Memoria Colectiva de la Covid-19.
Por Montserrat Sánchez
Falta el aire y la fuerza. Hay cansancio, agitación…
El cuerpo necesita recuperar el aliento al subir una escalera, recorrer un pasillo de casa, caminar un trayecto.
Tania, Maya, Violeta y Jazmín enfermaron de Covid-19 en el transcurso del último año. Cada una habla por su cuerpo para narrar la historia de su recuperación, las secuelas que todavía padecen y afectan su vida. Ellas son la voz de un millón 650 mil personas que han superado en México la enfermedad, pero tal vez no sus efectos.
«No te puedes explicar la manera en que caminaba a la recámara, a la cocina y de regreso ya estaba fatigada, no puedes respirar. Yo tuve eso yo creo que como una semana: el dolor de pecho y tratas de llenar los pulmones y sientes como una punzada bien fuerte que no te deja respirar bien […] entonces sí nos ha dejado alguna secuela.»
«Hasta antes del contagio yo realizaba deporte en la mañana, ejercicios de fuerza, mi actividad normal […] y después del covid disminuyó completamente mi capacidad muscular en serio, de no poder realizar ni una sentadilla. Y no hablemos de peso porque no lo aguantaba, yo tengo muchos años entrenando y la verdad es que no tenía ningún problema con el peso, después del covid completamente sin fuerza.»
«Mi recuperación todavía es lenta, hay momentos en los que me siento cansada, todavía como que no carburo bien, voy despacio. Gracias a Dios ya pude empezar poco a poco me he ido haciendo de rutina de ejercicio, los ejercicios respiratorios y gracias a Dios yo siento que no quedé con secuelas muy fuertes en cuanto a lo pulmonar, ya lo físico porque sí estoy todavía muy agotada.»
«Lo que me quedó fue que a veces se me olvidan palabras, ¿sabes? Y es algo que me saca mucho de onda. Se me olvidan palabras, se me olvidan cosas. Estoy implementando como mi sistema de “anota todo lo que tengas que hacer y lo vas palomeando”, porque de otra manera se te puede ir y eso te puede meter en problemas en todos los aspectos. Y a veces como que se me va la onda, así de “¿qué estaba haciendo?” o “¿adónde iba?»
De las personas recuperadas, 8 de cada 10 padecerá alguna secuela de la Covid-19, cuando menos en los siguientes seis meses. La más frecuente es la fatiga, que afecta a casi 6 de cada 10 personas recuperadas.
La otra recuperación, la económica, también avanza lenta y con profundas secuelas en el empleo.
El 14 de marzo de 2020, el subsecretario de Salud, Hugo López Gatell, anunció el inicio de la Jornada Nacional de Sana Distancia, que impuso cuatro acciones para contener los contagios por Covid-19. Entre ellas, la suspensión de actividades no esenciales y la reprogramación de eventos de concentración masiva.
El confinamiento comenzó nueve días después y en los siguientes meses, los síntomas económicos de la enfermedad tuvieron su peor manifestación en el empleo. Con base en las cifras del instituto Nacional de Estadística y Geografía, la organización civil México Cómo Vamos, desagregó las cifras del desempleo que provocó la pandemia en sus primeros meses.
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SÍNTOMAS Y SECUELAS DE LA ENFERMEDAD
Violeta Lara tiene 33 años, es fisioterapeuta y la Covid-19 la llevó hasta la Unidad Temporal del Centro Citibanamex, donde permaneció 10 días internada y con un factor de riesgo extra: la diabetes que allí le detectaron y de la que sólo tuvo indicios porque durante los primeros días de la enfermedad sólo quería comidas dulces.
«La principal preocupación de ellos es que me encontraron muy descompensada, con la glucosa muy elevada, con niveles de inflamación todavía altos, y eso fue lo que de primera instancia los ocupó.»
La medicación de los pacientes Covid-19, sobre todo de aquellos que enfermaron en la primera etapa, cuando poco sabía la medicina del virus, ha sido un camino de ensayo y error, que en algunos casos ha tenido efectos en los pacientes.
Cuando Violeta enfermó, en el centro de salud le recetaron inyecciones de dexametasona, que resultaron contraproducentes, según el médico que la valoró para su ingreso en la unidad Citibanamex. Después le dijeron que la azitromicina de poco servía, que sin la dexametasona hubiera padecido más dolor, y se lo siguieron suministrando por vía oral.
«En un inicio yo tenía solución intravenosa para hidratarme porque tenía mis niveles bajos de cloro, de sodio, tenía yo oxígeno, dos litros por minuto.»
El confinamiento y la enfermedad obligaron a Violeta a cerrar temporalmente su consultorio y después, ya en semáforo naranja, a trabajar sólo parcialmente. Ha podido resistir el peso económico de la enfermedad porque tuvo acceso a servicios médicos gratuitos, incluido su internamiento.
«Ahorita sí saliendo sí ha sido un golpe a la cartera porque me quedaron varios medicamentos de la diabetes como tal, realmente más de esos, me dieron medicamento para un anticoagulante, porque tenemos que estar previniendo lo que sea que pueda suceder. Entonces ahorita sí ha sido gasto para medicamentos para la diabetes, de cómprate tu glucómetro, ha sido muy fuerte el gasto pero gracias a Dios lo hemos podido solventar.»
La enfermedad fue menos agresiva con Tania Itzel Vargas, periodista de 39 años, que pudo recuperarse en casa con su hija y su hijo, también contagiados, luego de 15 días de encierro. Ella enfrentó la Covid-19 sin gastos, porque en mayo de 2020 que enfermó todavía tenía Seguro Social. Sin embargo, un mes después de su recuperación, perdió el empleo: la despidieron.
«Conseguí otro trabajo, por suerte también, porque en tiempo de pandemia conseguir trabajo era como ¡oh Dios!, muy angustiante, pero por suerte conseguí. Pero ya no tengo seguro, entonces también tengo esa inquietud de que quiero que alguien me revisara para ver si tengo algún problema en los pulmones y quedó algo…»
Tania todavía lidia con las secuelas de la enfermedad, como el cansancio que todavía padece cuando va al gimnasio. Sin embargo, el peor efecto en ella ha sido psicológico. Cuando el miedo y angustia la asaltan, apela a la paciencia, la fuerza y la confianza.
«Creo que no hay nada más que yo quiera en este momento que tener la seguridad de que vamos a estar sanos, entonces ya no me preocupa ni el dinero ni los viajes ni las cosas, ahorita quisiera tener la seguridad de estar vacunados, ya estamos bien, vamos a seguir vivos.»
MÉXICO, LA LARGA RUTA HACIA LA RECUPERACIÓN
En el país también hay esperanzas de recuperación, aunque menos fervientes. Los especialistas consideran que la recuperación económica será lenta, sobre todo porque faltaron apoyos para los negocios y los trabajadores, afirma Luis Mauricio Torres Coordinador de Operaciones y Análisis Económico del Instituto Mexicano de la Competitividad, el IMCO.
«México realmente no inyectó muchos recursos a la economía, no apoyó de manera sustantiva y significativa a los negocios para que no cerraran, no apoyó a las personas que se quedaban sin empleo. En otros países implementaron muchas medidas para evitar que el efecto fuera en cascada, es decir, a lo mejor pierdes tu empleo pero en Argentina se emitió un decreto por el cual existía la posibilidad de que cobraras un seguro de desempleo temporal mientras tu empresa cerraba y con eso podías mantener consumo, mantener a tu familia y eso frena un poco el efecto en cascada porque si te quedas sin empleo te quedas sin ingresos y sin ingresos no gastas dinero: si no gastas dinero las empresas no tiene ingresos y es una bolita que va creciendo.»
Solo en diciembre, afirma Torres, se perdieron 270 mil empleos formales y para enero se habían recuperado 48 mil, lo que demuestra cómo en México es muy fácil perder trabajo y muy difícil recuperarlo.
El gobierno federal, en cambio, ha defendido su política económica ante la pandemia, con los apoyos sociales, las becas y los créditos destinados a los más vulnerables. Para las empresas y negocios su oferta ha sido mantener los impuestos sin aumento.
EL PLACER DE LAS ACTIVIDADES COTIDIANAS
Al cabo de un año de pandemia y con la vacunación ya en marcha, las personas recuperadas de Covid-19 y que todavía padecen sus secuelas, siguen en el esfuerzo de recuperar fuerzas y confianza, frente al temor de un nuevo contagio o una recaída, como le ocurrió a Irais Maya, de 34 años, que disfruta sobre todo andar en bicicleta por la ciudad y padeció el virus en septiembre del año pasado.
«A mediados de diciembre tuve una recaída, empecé a notar nuevamente dificultad para respirar, hubo mañanas en las que el pecho literal hacía un ruido como un silbido, entonces eso me encendió otra vez la alarma y dije no, no está bien, no me siento bien, además me está costando mucho más trabajo respirar. Y nuevamente fui al médico y sí todo con más detalle me dijeron sí, hay una recaída, nuevamente regresaron los dolores de cabeza, el dolor de cuerpo, en algún momento dolor de garganta.»
Para Maya, la peor parte de la enfermedad ocurrió cuando no pudo distinguir el sabor de una sandía echada a perder, y cuando tuvo que prescindir de su bicicleta a cielo abierto. Por eso instaló un rodillo fijo magnético para entrenar en su casa y recuperar fuerza y capacidad pulmonar.
También Jazmín Nieto tuvo que lidiar con las secuelas de la Covid-19. A sus 25 años, la peor de las consecuencias fue la pérdida de concentración y la agitación que la asaltaba cada vez que hacía cosas que antes no significaban esfuerzo alguno.
«De los síntomas que me duraron más, te estoy hablando de un par de meses más, el más preocupante para mí fue el que me agitaba; de verdad subir las escaleras era toda una hazaña; y la fatiga: era sueño todo el día; sueño, cansancio […] y pues todo eso me afectaba en mi vida personal, porque todo el tiempo estaba de malas en el trabajo, porque pues me costaba muchísimo poner atención, porque se me olvidaban las cosas. Eso fue lo que más me afectó. Lejos de los síntomas físicos, lo que estaba pasando en mi mente y cómo afectaba mi vida en todos los aspectos.»
Ahora, a cuatro meses de su recuperación, Jazmín valora sus actividades cotidianas, que antes de la enfermedad ni reparaba en ellas.
«Cosas que haces normalmente, como subir las escaleras, como irte a correr al parque o hacer ejercicio, cualquier cosa que se te haga muy normal, no lo es, es un privilegio y cuando te lo quitan te cae el veinte y dices “chin, no inventes”. Pues yo lo daba por hecho y eso es algo que no esperaba y agradezco que me pasó porque ahora entendí de qué va esta vida.»
Con la esperanza de que la vida vuelva a ser lo que antes, Jazmin, Maya, Violeta y Tania recuerdan el momento que hizo la diferencia en su recuperación:
«Mi recuperación huele a Vaporub, porque fue el primer olor que capté y que dije: “es que ya huelo otra vez; huelo a Vaporub”. Y mi suegra nos mandó mucho tecito de manzana y canela. Mi recuperación huele a Vaporub, a manzana y canela.»
«Saborear los chocolates, saborear una quesadilla porque también comí quesadillas sin sabor, y cuando lo volví a disfrutar ahora que puedo disfrutarlo más, no al cien pero definitivamente nada que ver aquella etapa, lo disfruto muchísimo es de los placeres de la vida: comer.»
«Lo primero que hice al salir fue ver el cielo, porque de verdad yo extrañaba mucho ver el cielo, mucho ver el sol y aquí pues estás encerrada todo el tiempo y medio tienen una ventanita que medio ves que ya se hizo de día o ya se hizo de noche, pero en ese momento fue ver el cielo y decir qué bonito está el cielo, que bonito está el día.»
«Lo que les decía a mis hijos es que vimos la película de Jojo Rabbit y les dije: cuando termine esto, vamos a hacer lo mismo, nos vamos a salir a bailar a la calle.»
El país también lo espera.
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