A través de la poesía, del cuento y de la dramaturgia, Rosario Castellanos dio voz a indígenas, a las mujeres y a los pobres.
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Carolina López Hidalgo
En medio del ruido ensordecedor de una sociedad convulsa, Rosario Castellanos Figueroa dio voz a los indígenas, a las mujeres y a los pobres. Habló de temas “impropios” en su época como el mal trato social y la cotidianeidad de la mujer.
Su calidad narrativa y poética le llevó a ser un ejemplo de los escritores de su tiempo, al abordar todos los géneros literarios con maestría.
Su obra y sus luchas
Su infancia y adolescencia transcurrieron en Comitán, Chiapas, en donde experimentó la marginación por ser mujer, y creció en medio de un ambiente de terratenientes que abusaban de los indígenas. Estos temas fueron base de su literatura, ya que encontró en el conocimiento una manera de deslindarse de la intolerancia racial y social. Así lo destacó la investigadora Sara Uribe.
“También se atrevía a explorar temáticas que ahora todavía nos ocupan el trabajo doméstico que ahora estamos apenas valorando recién se pone una tarifa de valor para ese trabajo y Rosario Castellanos de 1970 en sus columnas ya estaba cuestionando se y por qué el trabajo de casa él con no tenía un sueldo o un salario y también nos la doble o triple jornada de trabajo que ya desde entonces Rosario encontraba problemático como el sexo femenino las mujeres teníamos que cumplir en el hogar en el aula en la empresa y además muchas veces en unas condiciones de inequidad salarial y de género, o sea que ella estuviera en ese momento hablando de estas temáticas para mí es una un acto de una escritora que va más allá de su tiempo”.
La autora llegó a la Ciudad de México en 1930 para hacer estudios de secundaria, preparatoria y posteriormente ingresó a la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
La orfandad fue un detonante para su escritura, fue en la poesía en donde encontró una manera de sacar la pérdida de sus padres, por lo que en 1948 apareció su primer libro de poemas ‘Trayectoria del polvo’.
Regresó siempre que pudo a Chiapas. En ese estado fue maestra, coordinadora de teatro guiñol e impulsora de los derechos indígenas y femeninos. Todo lo alternó con estudios en el extranjero, becas y libros, ya que en 1957 apareció su novela ‘Balún Canán’.
Las distintas labores de Rosario Castellanos nos muestran la vitalidad de una mente brillante fue también redactora de textos escolares en el Instituto Nacional Indigenista colaborando en la interpretación de la Constitución Mexicana para los indígenas, periodista y jefa de prensa en la UNAM , pero sobretodo fue un ser comprometido con las causas y una y otra vez lo demostró al renunciar de los lugares por injusticias.
Toda su labor le llevó a ganar el 10 de octubre de 1961 el ‘Premio Xavier Villaurrutia’ por su libro de cuentos ‘Ciudad Real’. Y al día siguiente nació su hijo, Gabriel Guerra Castellanos.
La escritora, madre, maestra, diplomática y traductora abordó con valentía, precisión y alto nivel temas feministas, en obras como ‘El eterno femenino’, ’Oficio de tinieblas’, ‘Cartas a Ricardo’, ‘Rito de iniciación’, ‘Bella Dama sin piedad’, entre otros.
A pesar de su excelente calidad literaria Castellanos luchó contra un canon que no ha desaparecido señala la escritora Sara Uribe
“Tenemos que pensar que Rosario Castellanos no es una de las autoras más olvidadas; sin embargo, sí creo que no fue totalmente valorada. En primera, porque Rosario Castellanos trataba temáticas que tenían que ver con lo doméstico, la literatura canónica tiende siempre a esos grandes temas mayúsculos en los que no cabe la cotidianidad, mucho menos la cotidianidad femenina.
Tuvo acceso a poder publicar sus libros, tuvo un reconocimiento de premios sin duda porque su obra lo ameritaba, pero creo que no tuvo el mismo reconocimiento que sus pares varones y eso se debe a las condiciones sistémicas que ocurrían en el sistema literario en aquel momento. Creo que no tuvo la valoración que debería haber tenido por lo pionera, por lo radical, por lo revolucionaria que era su obra”.
Su legado y muerte
Rosario Castellanos luchó por la reivindicación de la mujer acabando con el victimismo y responsabilizándose de la vida, invitándoles a madurar y puliendo las ideas que hasta la fecha tienen vigencia por ser una obra abierta cargada de cuestionamientos y de nuevas tareas para renacer ante la muerte cercana.
“Que no es un legado estático, o sea, Rosario Castellanos no nos lega una tarea ya hecha, una conclusión, lo que nos deja es estarnos preguntando siempre por ese contexto, por esas situaciones de opresión, por la equidad y sobre todo en su poesía. Siempre está la pregunta de quién soy, o sea, quién es ella. Nos lega la pregunta a toda la audiencia lectora de preguntarnos quiénes somos nosotros”.
La autora murió a los 49 años como consecuencia de una descarga eléctrica provocada por una lámpara, al momento de atender una llamada en Tel Aviv.
El silencio de su obra llegó, se rompió una parte importante del pensamiento mexicano, quedó su obra, por lo que no dejo desamparados a sus indígenas, ni a sus mujeres, como lo destacó la escritora Elena Poniatowska al recibir la ‘Medalla Rosario Castellanos’.
Un año después de su muerte, se celebró el Año Internacional de la Mujer, iniciativa por la que Rosario Castellanos Figueroa luchó y que ya no pudo ver culminada.
Castellanos Figueroa siempre habló de tener una muerte repentina, por eso legó una gran escuela que hoy es es un emblema en la literatura latinoamericana. Es atractiva a músicos, escritores e investigadores de todo el mundo quienes, basados en su trabajo, están creando nuevos libros, tesis, esculturas e incluso composiciones musicales que además de difundir la obra de Rosario Castellanos, alientan a los lectores a acercarse a conocerla, a seguir sus pasos y luchar como ella por lo que ambicionen.
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