En un predio particular ubicado en el Barrio San Pedro Tlalnáhuac, Xochimilco fueron localizados los restos de dos conjuntos habitacionales, 17 entierros humanos, muros de contención y sistemas constructivos con cajones de relleno y pequeñas plataformas que datan del Posclásico Temprano que va del 900-1350 de nuestra era.
Carolina López Hidalgo
En un terreno de 630 metros cuadrados muy cerca del Centro Deportivo Xochimilco, fueron ubicados vestigios prehispánicos espacio en el que, desde hace tres meses, especialistas de la Dirección de Salvamento Arqueológico del Instituto Nacional de Antropología e Historia, trabajan en el sitio considerado como de “alto potencial arqueológico”.
Se localizaron 17 entierros, de los cuales la mayoría eran hombres, un niño, un perro, (este último como ofrenda de la construcción) y un hombre con un bezote de obsidiana, lo que significa un personaje de alto rango en la comunidad; así como basamentos de diversas épocas, que hablan de un respeto a la estructura desde el posclásico tardío hasta el siglo 19, como lo señaló en entrevista para el IMER, la investigadora Mara Abigail Becerra Amezcua.
“Llama la atención que se respetó el mismo patrón espacial y la actividad fue habitacional desde 1250 hasta nuestros por lo que se apreció que donde había muros prehispánicos ahí mismo se hizo el muro virreinal y se hizo la casa, el patio hasta nuestros días se sigue respetando”.
Este hallazgo, que por sus características como los materiales cerámicos y líticos indica que, durante esa época, el espacio estuvo “destinado a actividades cotidianas referentes al aprovechamiento del entorno lacustre y chinampero” pero que tuvo que irse modificando.
“El contexto más antiguo fue hallado a más de dos metros de profundidad y también fueron ubicadas diversas oquedades en los estratos arcillosos (bentonitas con alta capacidad de absorción) que evidenciaron la intención de los viejos habitantes por mejorar el terreno natural, cuya función debió dirigirse hacia el control del agua del lago somero y mantenimiento de las áreas chinamperas, esto para el cultivo y recuperación de los recursos lacustres que aprovecharon para el autoconsumo”. Mara Abigail Becerra Amezcua.
El espacio funerario mide 12 metros de largo y el ancho está por determinarse, pues continúa en un predio adyacente.
“El espacio fue consagrado mediante la ofrenda de un perro y salvo la osamenta de un infante, los entierros restantes son de individuos adultos orientados tanto de oriente a poniente, como de norte a sur. La mayoría corresponden al Posclásico Tardío y fueron colocados en posición decúbito dorsal flexionado, acorde al rito mortuorio mesoamericano.
“Dos entierros corresponden al periodo Colonial Temprano y fueron depositados de forma extendida, Esto, y el que fueran inhumados en su hogar, revela que la transición a la práctica funeraria cristiana fue paulatina, persistiendo ciertas ideas de la cosmovisión mesoamericana”. Mara Abigail Becerra Amezcua.
Las excavaciones, dijo Mara Becerra, están por concluir, se dará paso al seguimiento de la obra, mientras continuarán con los estudios de gabinete.