El libro “Un sicario en cada hijo te dio” busca explicar el entramado de factores que llevan a niñas, niños y adolescentes unirse a la delincuencia organizada en México. Esto explicó Mercedes Llamas Palomar, una de sus autoras.
“Un sicario en cada hijo de dio: niñas, niños y adolescentes en la delincuencia organizada”, un título provocador que recuerda una estrofa del himno nacional y fue deformado para hacer una llamado a las autoridades sobre la vulnerabilidad de las personas menores de edad ante el crimen organizado, explica Mercedes Llamas Palomar, una de las cuatro autoras de esta reciente publicación.
El libro fue publicado a mediados de septiembre y muestra un compendio de testimonios en los que Saskia Niño de Rivera, Mercedes Castañeda, Fernanda Dorantes y Mercedes Llamas Palomar buscan responder qué lleva a las infancias sumarse al crimen organizado.
Las cuatro autoras tienen años involucradas en el tema. Llamas es doctora en Gobierno y Administración Pública por la Universidad Complutense de Madrid; mientras que Niño de Rivera, Mercedes Casteñeda y Fernanda Dorantes son fundadoras de Reinserta, una organización enfocada en la reinserción social.
En entrevista para la Segunda Emisión de IMER Noticias, Llamas Dorantes dice que actualmente hay 35 mil niños que de alguna manera forman parte del narcotráfico, ya sea adiestrándose o en “combate”, ya que para los menores el país está en guerra.
El libro está dividido en tres partes. La primera recopila testimonios. La segunda presenta un análisis de cada una de las historias para ver por qué esa niña, niño o adolescente se unió a la delincuencia organizada, desde tres vertientes: psicológica, criminológico y jurídico. El tercero presenta historias de éxito, es decir, de reinserción social, porque las autoras están convencidas de que a pesar de los factores contraproducentes de la sociedad, eso es posible.
Durante su investigación encontraron que las personas de menores de edad son a quienes “mandan a la primera línea de combate. Las redes de delincuencia organizada se han dado cuenta que el utilizar a niños es más económico, porque les pagan menos; es más sencillo, porque los niños son más maleables; y porque los menores de 14 años que cometen conductas delictivas no pueden ir a prisión”.
Según el Inegi, la esperanza de vida es de 3 años para este sector poblacional una vez que entran a la delincuencia organizada.
Las cuatro recorrieron el país recolectando testimonios. En su búsqueda encontraron diferentes factores de riesgo que lleva a los menores al camino de la delincuencia organizada. En primer lugar, los menores suelen ser víctimas de violaciones a derechos humanos, es decir, no tienen acceso a la educación o acceso a la salud.
Segundo, crecen en entornos criminales, en hogares violentos o ambos. Tercero, sus familias viven en la marginalidad, hay pocas oportunidades de empleos y los que hay son mal pagados. También identificaron actitudes “pro criminales”, es decir, los delincuentes son figuras de admiración para las infancias.
Todas estas circunstancias provocan que los menores creen una falsa sensación de pertenencia y de familia en los grupos de delincuencia organizada, que en sus familias no lo tienen, explica Llamas Palomar.
Finalmente, el libro hace incapié en que esta problemática no es un asunto que sólo le compete a los menores, sus familias o el gobierno, sino a toda la sociedad.