La Dra. Mónica Amilpas analiza el movimiento incel, su vínculo con el rechazo al feminismo y cómo sus discursos de odio escalan en comunidades digitales.
Escucha nuestra conversación con la Dra. Mónica Amilpas con la producción de Jose Luis Plascencia.
Patricia Betaza
El movimiento Incel, surge luego de la reivindicación de las mujeres en temas diversos y la manera en la que vemos la masculinidad.
En la sección de Aquí entre dos con Patricia Betaza, la Dra. Mónica Amilpas habla acerca del movimiento conocido como incel y el fortalecimiento de discursos de odio dirigidos contra las mujeres.
En una conversación reciente explicó el origen, las motivaciones y las consecuencias sociales de estas agrupaciones.
Personas con aislamiento afectivo
Según la socióloga, los incel son grupos de personas que atribuyen su aislamiento afectivo y sexual a los cambios sociales impulsados por el feminismo. Así lo explicó:
“Son un grupo de personas que, justo. Con el movimiento feminista, la reivindicación de muchísimos temas que las mujeres teníamos pendientes, estas personas asumen como una confrontación del feminismo hacia lo que ellos conocían como una masculinidad”.
Movimiento incel las ideas feministas
En las últimas décadas, el auge de las redes sociales y los espacios digitales ha dado visibilidad a una amplia gama de movimientos ideológicos y comunidades online.
Uno de los movimientos que ha generado preocupación en los últimos años es el movimiento incel, integrado por hombres que expresan frustración sexual y social, a menudo con discursos misóginos y hostiles hacia las mujeres.
En contraste, las ideas feministas han ganado fuerza en los mismos espacios digitales, promoviendo la igualdad de género, cuestionando los roles tradicionales impuestos por el patriarcado y luchando contra la violencia de género y la discriminación sistémica.
“La palabra incel viene del inglés; en español podríamos decir célibes involuntarios, que dicen que a mí ya ninguna mujer me hace caso, pero es porque las ideas feministas les dicen que yo no soy una persona, no cumplo con ese mandato”.
La investigadora ubica el fenómeno en la tensión entre una masculinidad hegemónica tradicional y la ampliación de derechos y espacios para las mujeres:
“Estas personas asumen que como una confrontación del feminismo hacia lo que ellos conocían como una masculinidad… Estas ideas de que yo para ser varón no tengo que sentir, no tengo que llorar; mientras más mujeres tengan mejor”.
Amilpas explica que, frente a la pérdida de privilegios que perciben, surgió una narrativa de victimización y culpabilización del feminismo:
“Ellos lo ven como que el movimiento feminista llega y le está quitando sus privilegios, ¿no? Y entre esos privilegios, lo primero que destaca es que son célibes involuntarios.”
Esa narrativa, cuando se organiza en comunidades, deriva en discursos de odio que normalizan la misoginia y pueden escalar hacia la violencia. La socióloga define el concepto del discurso con claridad:
“Pues es todo aquel discurso que busca lastimar y que daña los derechos humanos de cualquier persona, la dignidad de una persona.”
Y advierte sobre la dinámica peligrosa dentro de esos grupos y los discuros que difunden.
“En este contexto todos validan nuestras ideas misóginas e incluso hacen que se tome como esta idea de revancha contra las mujeres”.
Amilpas además señala que los discursos de odio no solo atacan por género, sino también por raza, clase y condición migratoria. Puso un ejemplo reciente en redes:
“Recién en la mañana en redes sociodigitales acaba de salir un videíto… hacen apología a un videojuego, pero en vez de poner este a los personajes del videojuego, ponen imágenes de personas migrantes… Es muy divertido cazar migrantes, coleccionarlos a todos.”
La socióloga concluye que la circulación y validación de estos discursos en comunidades en línea convierte la frustración personal en una narrativa colectiva que estigmatiza y deshumaniza a otros grupos, y llama a atender tanto las raíces culturales como las plataformas que facilitan la difusión de esas ideas.
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