El antropólogo Víctor Clark destacó que cruzar la frontera depende del dinero que paguen los migrantes a los polleros y coyotes.
Escucha la entrevista con Víctor Clark Alfaro, antropólogo y director del Centro Binacional de los Derechos Humanos.
IMER Noticias
En entrevista para Entrelíneas, Adriana Esthela Flores conversó con el antropólogo Víctor Clark, quien ha estudiado durante años la migración vista desde los “verdaderos expertos” en cruzar a la gente a Estados Unidos, los “polleros” y “coyotes“.
Describió que hay dos tipos de polleros: los locales, que cruzan a migrantes desde Tijuana a San Diego y Los Ángeles, y los internacionales, que pertenecen a los cárteles, y llegan con personas de varios países.
“Los polleros internacionales traen a chinos, por ejemplo. Y, en ese caso, la migración es invisible y no vemos por dónde cruzan. Los primeros son más regionales, ya están establecidos aquí”.
Recordó que, actualmente, las acciones que tomó el presidente Donald Trump en su segundo mandato han sido más intensas. Hay 9 mil policías estadounidenses cuidando su lado de la frontera y alrededor de 10 mil soldados mexicanos a lo largo de la frontera sur.
Por ello, el número de personas que cruzan a Estados Unidos se desplomó en 93%, lo que provocó una crisis en los polleros porque dependen directamente del fenómeno migratorio.
Anteriormente, había entre 15 y 20 mil migrantes al día esperando cruzar, pero ahora son entre 7 mil a lo largo de la frontera. Sobre las personas repatriadas, ya no son 3 mil diarios, sino, al mes.
Esto no significa que no se puede cruzar, dijo, “todo depende de cuánto dinero tienes en la bolsa“. Aunque pasen los años, las tácticas de los polleros son las mismas:
- Mar o río.
- Puerto de entrada.
- Desierto o montañas.
- Muro.
Los precios van desde 15 mil hasta 30 mil dólares, algunos incluso proporcionan documentos legales.
¿Cómo trabajan los polleros y coyotes?
Víctor Clark narró las técnicas de operación de los polleros para cruzar migrantes y los puestos de trabajo.
En ocasiones, un carterista puede robar las visas B-1 y B-2 (de turista) con vigencia y legalidad de 10 años. Ellos las ofrecen a los polleros hasta en 300 dólares y, a su vez, las venden a los migrantes.
Si deciden pagar, tratan de que las características de la persona a la que le robaron la visa, coincidan. Si hay diferencias físicas, los llevan a salones de belleza para maquillarlos y dejarlos lo más parecidos a la persona de la fotografía oficial.
Otra persona acompañará al migrante que decidió usar la visa robada, antes de que la reporten y aparezca en el sistema, hacia las líneas de cruce peatonal.
Una vez ahí, toman Sentri, la vía rápida. Los agentes migratorios escanean la visa y pasan. Después de cruzar, otra persona llamada “raitero” espera al migrante con un vehículo para llevarlo a su lugar de destino.
“Hay otras veces en las que deben cruzar por montañas y desiertos. O saltar el muro. Hay una parte llamada ‘Nido de las águilas’, ahí hay un doble muro, pero recientemente quitaron 100 metros de muro y brincaron el primero y lo aprovecharon”.
“El crimen organizado funciona bien”
Las autoridades estadounidenses y mexicanas están involucradas; los polleros que cruzan miles de personas a la semana entregan cuotas a la policía federal para evitar detenciones.
“El crimen organizado funciona muy bien porque hay autoridades involucradas. Los coyotes son un mal necesario, son los intermediarios entre la mano de obra barata del tercer mundo y el capital norteamericano que está esperando recibir la mejor mano de obra barata”.
En México, los migrantes denuncian extorsión, violencia sexual y corrupción que proviene de grupos criminales y de las mismas autoridades e instituciones. Todo este ambiente representa los riesgos a los que miles de migrantes se someten en la búsqueda de una mejor vida.
“De todas las personas que llegan, solo cruza la mejor mano de obra que pudo sobrevivir a los riesgos”.
Actualmente en Tijuana operan 3 grupos de crimen organizado:
- Cartel de Sinaloa.
- Cártel Jalisco Nueva Generación.
- Remanentes de los hermanos Arellano.
Consumo de fentanilo en Tijuana
Clark Alfaro reveló que el uso de fentanilo en este lado de la frontera llegó en 2017. Sobre todo, en el Canal de Tijuana, el cual tiene 10 kilómetros de longitud, con poblaciones de migrantes que fueron deportados y que consumían el fentanilo estando en Estados Unidos.
“Varios me preguntaron dónde encontrar fentanilo. Y los cárteles lo introdujeron al mercado porque empezó a haber demanda por parte de migrantes deportados. Como era muy fuerte, lo mezclaron en drogas para crear resistencias entre los adictos”.
Al respecto, Víctor pensó que el consumo de fentanilo se convertiría en una nueva crisis que se expandiría al centro y sur del país. Fue así que alertó a las autoridades de salud gubernamentales, pero, no le hicieron caso.
“Dejaron crecer el problema. No hubo ni una sola campaña de prevención para alertar a las personas del ingreso de una nueva droga, y con los años, se generalizó la venta”.
Sin embargo, en Tijuana, las personas drogadictas prefirieron consumir cristal y metanfetamina porque la nueva droga les pareció “muy potente”. Así, el miedo a morir por una dosis mal administrada, los frenó a consumirla.
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