IMER Noticias acudió al campo militar 37-C, en San Miguel de los Jagüeyes, Huehuetoca, Estado de México. En este lugar de la Secretaría de la Defensa Nacional, hace seis meses se inauguraron las instalaciones del Centro de Entrenamiento Conjunto de Operaciones de Paz.
Eduardo Quevedo
Militares imparten clases de inglés en un lugar que, hace casi tres décadas, era un centro donde se realizaban presuntas ejecuciones extrajudiciales nunca desmentidas por el gobierno. Las cosas han dado un giro.
Es el campo militar 37-C, en San Miguel de los Jagüeyes, Estado de México. En 1998, el soldado Zacarías Osorio Cruz confirmó la naturaleza de este centro, cuando buscaba refugio en Canadá. Esta fue una de las declaraciones que presentó en su juicio de apelación:
<<Cuando me hicieron miembro del Cuartel General Central recibía órdenes especiales que giraba el alto mando. Esto se debía a que veían que yo era una persona excepcional, que nunca hablaba de nada. Me usaron para muchos casos. Me enviaban con el comandante y con el oficial militar de la prisión militar. Sacabamos prisioneros que no sabían quiénes eran y los llevábamos al campo de tiro. En San MIguel de los Jagüeyes, Estado de México.>>
El tiempo de los fusilamientos quedó atrás. Hoy San Miguel de los Jagüeyes alberga un centro formación de elementos para misiones de paz.
Ernesto Gallegos Almaguer es teniente Coronel de Infantería, Diplomado de Estado Mayor y actualmente está a cargo del Centro de Entrenamiento Conjunto de Operaciones de Paz, inaugurado a principios de año por el comandante supremo de las Fuerzas Armadas: Andrés Manuel López Obrador.
Desde entonces, el CECOPAM cuenta con una academia de idiomas y zonas de adiestramiento en las que se simulan escenarios y campamentos como los ubicados en regiones en conflicto.
En sus instalaciones se encuentra uno de los helicópteros que los llamados cascos azules usan para sus misiones. Con él, los elementos militares realizan simulaciones de ascensos y descensos en situación de emergencia, debido a que en países como Malí, la violencia, la trata y el tráfico de personas, diamantes y drogas son comunes en la región.
El 17 de junio de 2020, México fue elegido miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas.
Para México, verificar el cumplimiento de acuerdos es una labor primordial en la búsqueda de paz.
Prueba de ello es que esta es la quinta ocasión que el país ocupa un asiento no permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, pero aún más importante es que el personal militar mexicano se ha caracterizado por no limitar sus tareas a sus obligaciones como observadores.
Así lo asegura el Coronel de Artillería, Diplomado de Estado Mayor, Kurt Alejandro Madrid Romano, jefe de la Sustracción de Asuntos Internacionales en la SEDENA.
El CECOPAM cuenta con un área de adiestramiento de operaciones. Aquí se lleva a cabo la simulación de uno de los programas clave para concretar el regreso a la paz, el DDR: Desarme, desmovilización y reintegración.
Las palabras de Fernando Juárez Romero, capitán 1o de la Fuerza Aérea Piloto Aviador, Diplomado de Estado Mayor, son fruto de su experiencia, pues fue partícipe de la resolución de paz entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, las FARC, exorganización guerrillera que después de más de 50 años entregó sus armas para consolidarse como partido político.
Al igual que Bélgica y Alemania, la Secretaría de la Defensa Nacional apoya a los denominados cascos azules de la ONU con elementos mexicanos. Sahara, Mali , Haití y Colombia son algunos de los territorios en donde actualmente 65 elementos de la SEDENA prestan sus servicios como observadores militares. La capacitación de elementos para misiones de paz en el mundo podrían, en su momento, enriquecer la estrategia de seguridad nacional.
Con extractos del libro “Obligado a Matar: Fusilamiento de Civiles en México”, del Centro ProDH.
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