El Premio Nacional de Artes y Literatura 2024 fue entregado en la sala Manuel M. Ponce para seis figuras del pensamiento, la investigación y las expresiones artísticas e indígenas.
Laura Velarde
El Palacio de Bellas Artes se convirtió en escenario de reconocimiento y memoria. Pues la sala Manuel M. Ponce entregó el Premio Nacional de Artes y Literatura 2024 a seis destacadas figuras que, desde la investigación, la creación y la tradición, han preservado lo que somos como país.
Entre los galardonados están la antropóloga María Teresa Rojas Rabiela, quien hizo un llamado urgente para salvar las chinampas de Xochimilco y Tláhuac, parte esencial del paisaje, la agricultura y la historia de la Ciudad de México.
“A propósito, cabe recordar la declaratoria de UNESCO de esta ciudad y de Xochimilco y de su chinampería como Patrimonio Cultural de la Humanidad y el compromiso del gobierno mexicano de protegerlo, lo cual significa que los gobernantes de la Ciudad de México y de estas dos alcaldías que albergan a la chinampería y los humedales, es decir, la cuenca de Xochimilco y Tláhuac, deben comprometerse muy seriamente con su preservación”.
Por su parte, el arqueólogo Leonardo López Luján agradeció al INAH por los aprendizajes y a quien también espera ver más fortalecido:
“No hay patrimonio cultural rico con presupuesto pobre. Donde me he podido desarrollar como profesional desde julio de 1980, institución a la que, por cierto, deseo tiempos mucho mejores”
El escritor y académico Vicente Quirarte, asistió, pero no pudo hablar por problemas de salud, pero quien leyó el discurso fue su hija, Anabel Quirate:
“El recibir el Premio Nacional de Literatura es la mayor distinción para un ser que vive por las letras. Recibirlo de la Presidencia de la República es ser doblemente mexicano”.
Asimismo, el investigador indígena yoreme Antolín Vázquez Valenzuela dedicó su galardón a su pueblo:
“A mi pueblo, el pueblo yoreme, que siempre está latente, para mantener vivas sus tradiciones y a toda la comunidad”.
Mientras, la cocinera tradicional Juana Bravo Lázaro, portadora del sabor purépecha también dedicó algunas palabras enfocadas a la tradición:
“Nunca esperé que esto que hago fuera tan importante, llevar la cultura gastronómica a diferentes partes del mundo. Gracias a quienes me apoyaron. Viva México”.
Héctor Tamez quien agradeció a los músicos de pueblo, los que, señaló,
“No están en Spotify pero sí en la memoria colectiva. A tantos músicos vernáculos que son los genuinos hacedores de nuestra identidad sonora y que han permitido en forma generosa que yo aprenda de ellos”.
Cada uno, desde su trinchera, defendió el valor de las culturas vivas, de la historia que se siembra en los campos, se canta en las plazas o se sirve en la mesa.
La directora del INBAL, Alejandra de la Paz, recordó que estas voces representan no solo talento, sino resistencia, raíz y dignidad.
“Cada uno de sus campos, forman parte vital de nuestro patrimonio vivo. Cada uno de ustedes ha tenido una influencia profunda y transformadora en sus disciplinas, en la preservación, la educación y la cultura de las comunidades originarias”.
Las seis figuras del pensamiento, la investigación y las expresiones artísticas e indígenas se han vuelto un referente para la cultura actual. Creado en 1945, el Premio Nacional de Artes y Literatura está dotado actualmente con poco más de 823 mil pesos, por categoría.
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