La economía mexicana enfrenta un nuevo periodo de ajuste. La reducción del gasto en el gobierno y el alza de las tasas de interés anuncian una etapa de política económica orientada, “supuestamente” al mantenimiento de la conocida “estabilidad macroeconómica”, pero en un eje de bajo crecimiento. El desafío será lograr un reordenamiento del gasto público sin afectar la inversión pública productiva ni el pago a los proveedores del gobierno. De igual forma es imprescindible evitar una afectación al consumo e inversión privada.
De no lograrse, los efectos del recorte llegarán al sector privado: por cuarto año consecutivo, y el crecimiento del PIB será menor al estimado por el gobierno. Además, debe contemplarse la desaceleración de la industria, particularmente de la manufactura.
Es prioritario crear un programa económico emergente basado en la industria, que contribuya a fortalecer el empleo y los encadenamientos productivos nacionales.Se espera que México crezca solo un 2 por ciento, esto resulta un problema en generación de empleo. El gobierno realiza compras a empresas para nuevos vinculos y se corre el riesgo de que crezca el consumo en tarjetas de crédito.