Aunque en México hay avances, aún es un reto garantizar que las mujeres tengan acceso a productos de gestión menstrual.
Escucha este especial, en el marco del Día Internacional de la Higiene Menstrual.
Nayeli Valencia
En Alemania, “la plaga roja”; en Francia, “el pequeño payaso con hemorragia nasal”; en Dinamarca, “comunistas en la glorieta”; en Japón, “el festival de la sangre”, en México, “llegó Andrés”. En el mundo existen más de cinco mil eufemismos para nombrar a la menstruación, de acuerdo con una encuesta de la aplicación Clue.
Estas palabras forman parte de los códigos secretos utilizados en el mundo para referirse a un proceso fisiológico que todavía es motivo de discriminación en algunos países, donde niñas, adolescentes y mujeres son consideradas sucias, intocables e impuras cuando están en su periodo.
La negación de derechos, como a la dignidad humana, a un nivel adecuado de salud y bienestar, a la educación, al trabajo, a la no discriminación y a la igualdad de género son las consecuencias de invisibilizar la menstruación.
Un tema del que no se habla
En los hogares mexicanos la menstruación es un tema del que no se habla. De acuerdo con datos de la Unicef sólo cinco por ciento de padres, madres o tutores hablan con niñas y adolescentes acerca de este proceso.
Karen, estudiante de secundaria de 14 años de edad, cuenta que en su escuela ha atestiguado la manera en que padres, madres y tutores hablan del tema con sus compañeras: en secreto, en privado, como si buscaran ocultarlo. Es una situación que debe terminar y la respuesta es la educación, dice.
“Cuando tocamos estos temas nos hacían como de ay niños sálganse tantito y hablamos con las niñas, no, siento que deberían hablar tanto con padres tanto con los niños […], siento que platicar tanto con los padres para que vean que no es como un problema sino que es parte de los cambios físicos de la adolescencia y que escuchen a las niñas, para apoyarlas y también hablar con los niños de decirles que no es algo raro y tampoco es como para digan ay el fenómeno, le viene la menstruación, no sino, como de tener el respeto y tener empatía”.
Empatía, pero también conocimiento. Sólo el 16 por ciento de niñas, adolescentes y personas menstruantes tienen conocimientos y significados precisos sobre la menstruación, indica la Unicef.
La gestión menstrual, un desafío
Periódicos, papel higiénico, bolsas de plástico, calcetines y otros tipos de ropa son utilizados por las personas menstruantes y niñas que carecen de acceso a productos como toallas, tampones, copas o ropa íntima para menstruación.
Es una problemática que afecta al 12.8 por ciento de mujeres y niñas que viven en condiciones de pobreza a nivel mundial. En México, donde 42.6 millones de mujeres están en situación de vulnerabilidad por ingresos, según datos de Coneval; menstruar puede significar un lujo.
Al mes, una persona menstruante puede gastar 60 pesos en productos de gestión menstrual, de acuerdo con una estimación de la organización mensual. Si la persona desea utilizar otros productos como copas menstruales, el gasto podría variar entre 300 y 600 pesos. No obstante, se requiere de otro tipo de servicios.
Así lo explica Aranxa Sánchez, economista por la UNAM, integrante de Democracia Liberada y fundadora de Menstruación Digna México.
“Esta gestión mensual tiene que ver con muchos factores… el acceso a los productos de gestión menstrual, ya sean desechables o no, y el acceso al agua potable, a un baño privado, a la gestión de residuos y a una educación sobre la menstruación que te permita conocer las diferentes opciones. En el caso de la copa o de esta ropa interior absorbente y las toallas reutilizables lo que requieren es acceso a agua potable […] hace que estos productos sólo se utilicen en comunidades con altos niveles de ingreso
La falta de acceso es también un reto en las escuelas. De acuerdo con Karen existe una brecha para poder acceder a estos productos, pues mientras que en colegios privados hay dispensadores de toallas sanitarias, en los planteles públicos no existen además de que enfrentan otras carencias.
“Ahí entra la selección de las clases como los ricos y los pobres y las intermedios. Cuando yo iba a escuelas de renombre, tenían su propio dispensador de toallas, entonces como que en nuestra escuela era un poquito raro porque por ejemplo siento que si incrementan eso, como que te quitaría la pena […] porque algunas niñas hasta les da pena ir a decirle o hablar con la tutora”.
Cambios a la ley, el primer paso
Sofía Sánchez, internacionalista y maestra en políticas públicas por la universidad de Cambridge e integrante de Menstruación Digna México también tuvo que ocultar su menstruación por muchos años. Pero hace unos meses junto con una colectiva de mujeres logró que este tema llegara al Congreso.
La Cámara de Diputados aprobó una reforma a la Ley General de Educación, para facilitar el acceso gratuito de productos de gestión menstrual en escuelas públicas de México, pero aún hay otros desafíos, dice Sofía.
“Empecemos a ver el tema como algo que se tiene que incluir no solamente en los presupuesto sino en cuestiones educativas, de salud pública e incluso de agua y saneamiento […] Tenemos que seguir abriendo estos espacios de conversación; yo diría que en el país pues es muy importante para seguir evolucionando, avanzando y garantizando una mejor menstruación y gestión de la misma para todes”.
En materia presupuestal lo más inmediato es que los diputados asignen recursos para la distribución de productos de gestión menstrual en el Presupuesto de Egresos de 2022, sobre todo ante la posibilidad del regreso a las clases presenciales.
Pero la pelea por visibilizar la menstruación va más allá. La prohibición de plásticos de un solo uso no se hizo con perspectiva de género, lo que encarece su acceso, de acuerdo con la colectiva Menstruación Digna.
En una queja presentada ante el Consejo Nacional para Prevenir y Erradicar la Discriminación exponen que el costo de los tampones sin aplicador o con aplicadores de cartón y biodegradables pueden costar hasta mil 600 pesos. El valor de una caja con aplicador de plástico es de 100 pesos.
Las colectivas también han llevado el tema ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación a través de una acción de inconstitucionalidad que busca eliminar el IVA a estos productos. No obstante, la lucha principal es que las mujeres puedan hablar de su menstruación en libertad. Así lo dicen Aranxa y Sofía.
“No es un tema que haya hablado antes con suficiente como frecuencia y ni siquiera se le dio importancia, es un tema que no solamente tiene que ser público sino que tiene que ser parte pues de planeaciones términos de política ambiental, en políticas de salud, en política educativa entonces pues creo que ahí estaba o está parte del tabú del tema”.
“Tengan una relación con su menstruación mucho más humana que se sientan a la libertad de explorar. Y de amar su cuerpo. Porque este proceso dura alrededor de 35 años y es bueno que aceptemos que eso existe y que no es algo malo”.