Las nuevas estrategias para combatir la violencia contra las mujeres apuntan hacia lo local, donde impactan directamente en la población, coincidieron especialistas y autoridades durante el encuentro virtual “Ciudades de Paz”.
Nayeli Valencia
Cada día, en el mundo 137 mujeres son asesinadas por integrantes de su propia familia. En México, siete de cada diez mujeres han enfrentado violencia por lo menos una vez en su vida y al menos un 44 por ciento la sufrió por parte de su pareja.
Lo estructural de la violencia de género no sólo se ve reflejado en esas cifras, sino incluso en que la problemática ha logrado saltar el obstáculo de la pandemia: hasta septiembre pasado, 48 países habían integrado la prevención y combate a la violencia contra mujeres y niñas como parte de sus planes de respuesta a la Covid-19.
Para combatir un problema tan arraigado en las sociedades es necesario concebirlo como un fenómeno estructural que permea desde el Estado, pero que también debe ser enfrentado a través de esfuerzos que impacten directamente en la población.
Así lo expone Julia Estela Monárrez Fragoso, doctora e investigadora del Colegio de la Frontera Norte durante el webinar “Ciudades de Paz”.
«Para poner un alto a esta política de dolor contra las mujeres, para resistir y reclamar la vida ofendida necesitamos explicar a nuestras sociedades que existe una… de las víctimas, sus familiares y el sufrimiento social es producto de problemas estructurales que causan la muerte a las mujeres. […] La actividad política por excelencia y hablando desde la óptica lejana necesita del lenguaje y de las acciones de quienes crean condiciones en el presente para un futuro mejor para las mujeres. Esta se hace desde una institucionalidad democrática para convertir a quienes han sido consideradas como las otras, las extrañas, las destituidas, las sujetas matables en sujetos políticos. Por otra parte, el Estado y la sociedad necesitan atender este reclamo, deshacerse de esos lenguajes institucionalizados de culpar a las víctimas y a sus familiares. Acoger ese sufrimiento individual , que es un sufrimiento social, desterrando la injusticia jurídica, económica, cultural y social que lo permite».
Julia Estela Monárrez Fragoso, investigadora del Colegio de la Frontera Norte
Por ello, es necesario aplicar medidas locales a mediano y largo plazo, para evitar la violación sistemática de derechos de niñas y mujeres, sobre todo ante la pandemia por Covid-19, como aseguró Natalia Calero, especialista de programas de ONU Mujeres México y Maestra en Negociaciones Estratégicas en Gerencia Pública.
«Cuando las mujeres están empoderadas y ejercen sus derechos plenamente, las sociedades tienen mayor posibilidad de ser pacíficas, es decir, la seguridad de las mujeres y el respeto a sus derechos humanos es uno de los indicadores más confiables de la paz de un estado. Si no se hace a mediano y a largo plazo y no se garantiza, […] esta situación de covid pone a mujeres y niñas en una situación mayor de vulnerabilidad que a los hombres y a algunas mujeres en mayor vulnerabilidad que otras. Esta nueva normalidad tiene que ser paritaria, libre de violencia y feminista o no será».
Natalia Calero, especialista de programas de ONU Mujeres México
La estrategia local como tejedora de paz
Como parte de acciones locales contra la violencia, en la Ciudad de México se implementa el programa “Mujeres constructoras de Paz”. A través de unidades territoriales y una línea telefónica en coordinación con Locatel, se atiende y previene la violencia de género.
Aunque la pandemia afectó el servicio de las 27 unidades territoriales y ahora sólo cuentan con 16, se han atendido a más de 69 mil mujeres, así lo dice Ingrid Aurora Gómez Saracíbar, perteneciente a la Secretaría de las Mujeres en la capital y asesora para la Comisión de Igualdad de Género del Senado.
«Del primero de agosto del 2019 al 31 de julio, hemos atendido a 69 mil 559 mujeres, hemos brindado 90 mil servicios sociales, entre acompañamiento jurídico, atención psicoterapéutica, canalizaciones. Contamos con una estrategia de detección de riesgo de violencia y a partir de ella hemos detectado los casos más críticos que llegan a nuestras unidades. De enero a agosto, detectamos 503 casos de violencia crítica de un universo de seis mil mujeres que acudieron a nuestros servicios».
Ingrid Aurora Gómez Saracíbar, asesora para la Comisión de Igualdad de Género del Senado
Capacitar a funcionarios en materia de género es otro de los objetivos y Gómez Saracíbar reconoce que es indispensable la aplicación de políticas públicas para la igualdad.
«El combate a la violencia, perdón por usar un término bélico pero es un combate a la violencia el que estamos dando en la Ciudad de México; necesita empatar una agenda con la agenda de igualdad que sanje brechas de desigualdad».
Ingrid Aurora Gómez Saracíbar, asesora para la Comisión de Igualdad de Género del Senado
A nivel internacional, un ejemplo de promoción de una ciudad segura para las mujeres está en Madrid, España. Su programa se basa en cuatro ejes, explica el concejal delegado de internacionalización y cooperación del ayuntamiento y representante del partenariado por la seguridad urbana de la Unión Europea, Santiago Zura.
«El plan estratégico de la igualdad de género en la ciudad de Madrid tiene 4 objetivos principales. El primero, la Transversalidad de la perspectiva género, mediante la implementación de esa pespectiva en todas las políticas municipales. Actualmente 68% de nuestros 20 millones de nuestro presupuesto anual tiene un impacto comprobado a través de esa perspectiva transversal. En segundo lugar, la corresponsabilidad en tareas de cuidados, para evitar la división sexual ciertas tareas y trabajos. En tercer lugar liderazgo trabajo de las mujeres y su participación. Y el cuarto objetivo: conseguir una ciudad libre de violencia hacia las mujeres».
Santiago Zura, representante del partenariado por la seguridad urbana de la Unión Europea
Con estos objetivos esperan prevenir acoso sexual contra mujeres en el transporte, espacios públicos, escuelas, universidades, lugares de trabajo y en los propios hogares
«Trabajamos no solo para discutir sino para influir en iniciativas europeas al respecto, de manera que ese modelo evite, prevenga el acoso sexual contra mujeres en transporte, espacios públicos, transporte, escuelas, universidades, lugares de trabajo y en los propios hogares de la ciudad».
Santiago Zura, representante del partenariado por la seguridad urbana de la Unión Europea
Sin ellas no hay paz
La prevención, que las autoridades actúen con perspectiva de género, que mujeres y niñas tengan acceso a servicios esenciales e impartición de justicia, además de la implementación de políticas públicas son claves no sólo contra la violencia de género estructural, sino para concretar la promesa de paz, asegura Natalia Calero.
«Tenemos que ver cuales son las oportunidades para la paz y esta paz no se va a poder dar si las mujeres siguen y las niñas viviendo en este continuum de violencia, que es el que viven desde que nacen hasta que mueren en los distintos ámbitos de su vida, en el hogar, en el trabajo, en el espacio público, entendindo en un sentido amplio, por ejemplo, también el espacio digital».
Natalia Calero, especialista de programas de ONU Mujeres México
Con ella concuerda Mónica Baró Sánchez, periodista cubana independiente, es imposible hablar de una cultura de paz si no hay justicia, memoria histórica y respeto a los derechos humanos.
«En el caso de las mujeres, el patriarcado es el gran monstruo que nos impide vivir a una cultura de paz, impide a los hombres pero sobre todo a las mujeres que somos la que ponemos los cuerpos en las detenciones […] y mientras estemos sufriendo toda esa discriminación y mientras los estados sean cómplices desde sus regulaciones, desde la impunidad, desde la manera en que se tratan a víctimas de violencia, es imposible que hablemos de una cultura de paz».
Mónica Baró Sánchez, periodista cubana independiente