Alicia Reynoso, la primera mujer en ser reconocida como veterana de guerra en Argentina, habla de su lucha contra el olvido a 40 años de la batalla por las Malvinas.
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Kayleign Bistrain
Cuando Argentina perdió la guerra de Las Malvinas a Alicia le ordenaron olvidar todo. Pero había un problema: por 74 días la enfermera vio y curó a cientos de combatientes heridos física y emocionalmente.
Alicia Reynoso no cumplió la instrucción. Ella no podía olvidar lo que vivió a sus 24 años, cuando Argentina inició la ofensiva militar el 2 de abril de 1982, tras años de negociaciones con Reino Unido por la posesión de tres islas en la Atlántida Sur.
“Nos decían ‘usted olvídese. No hable más, trate de olvidarlo. Eso ya pasó. Acá no pasó nada’. Entonces yo tenía 24 años y éramos militares, acatábamos las órdenes y nada más. Cada uno fue metiéndose dentro de un caparazón para ocultar esa etapa de nuestra vida. Realmente era malísimo. Lo ideal hubiera sido hacer meses de terapia. Sin embargo, no nos dieron permiso de descanso, enseguida nos regresaron a cada una a su lugar de trabajo”.
En ese entonces, ella tenía apenas dos años de experiencia profesional y así fue como llegó a Comodoro Rivadavia con el primer grupo de cinco enfermeras previo al conflicto.
Allí, se levantó un hospital de campaña reubicable que fue el frente desde donde enfermeras de la Fuerza Aérea atendieron a cientos de soldados.
Como instrumentadora, en los primeros días Alicia se enfocó en la preparación del quirófano. Luego comenzaron a llegar los heridos, así que pasó a asistir junto a sus compañeras en las salas de terapia general, intensiva, quirófano, quemados y radiología.
“No tenemos un recuerdo de horas trabajadas. No recordamos que nos hayamos ido a descansar. Nos tirábamos por ahí en alguna cama o en algún lugar donde pudiéramos descansar unas horitas y después seguíamos”.
Conforme pasaron las semanas, llegaron más enfermeras al hospital hasta completar 14 mujeres. También había hombres y Alicia recuerda que el trabajo era solidario, entre todos se turnaban los descansos y se cuidaban.
Pero su labor como mujeres enfermeras no se limitó a la atención médica. Aunque no estaban preparadas para hacerlo, también brindaron contención emocional y psicológica a los combatientes.
“Pasa que a nosotras lo que nos dejó muy marcadas, como mujeres participantes de una guerra, la idea de que los soldados llegaban pidiendo por su mamá.
Eran jóvenes de 18 años en un servicio militar obligatorio, en un gobierno de facto y ellos llegaban y pedían por su mamá. “Llámenle a mi mamá. Avísenle a mi mamá”. Yo creo que la Fuerza Aérea estuvo muy acertada en poner a mujeres en esa línea porque ahí era donde teníamos que estar, porque los combatientes nos necesitaban ahí”.
Pero luego de la guerra, vino una larga y silenciosa batalla para las mujeres enfermeras.
Una guerra sin veteranas
El conflicto duró 74 días. Según datos oficiales, la mitad de los soldados que pelearon en el frente eran civiles, es decir, poco más de 8 mil personas que cumplían un servicio militar obligatorio.
En la década de los noventa, el Estado argentino creó un padrón de veteranos de guerra y desde 1998, los excombatientes comenzaron a recibir una pensión.
Las enfermeras quedaron fuera del padrón y los beneficios. Como consecuencia, la historia oficial poco a poco fue olvidándolas.
“Es muy triste ver que tus superiores, aquellos que te mandaron a una guerra, después no te reconocen como tal. Y tus compañeros, aquellos que estuvieron codo a codo, tampoco te reconocen como tal. Entonces uno empieza a sentir ese desprecio de tu vida, a la acción de tu vida que hiciste en determinado momento.
“En mi caso, sumado a otros problemas personales, tuve que recurrir a hacer terapia y eso me ayudó a mi a poder abrir una caja. La mayoría guardamos todas las cosas, los recuerdos, las fotos, en una caja, la cerramos y no la abrimos más”.
Habían pasado casi 30 años desde que terminó el conflicto en las islas Malvinas cuando Alicia logró hablar del tema.
Como el resto de sus compañeras, ella pagó con sus propios recursos las sesiones de terapia tras años de guardar silencio sobre su participación en la guerra. Hablar de este capítulo en sus vidas y en la historia de Argentina significó para estas mujeres un proceso de sanación.
“Estuve muchos años haciendo una terapia bastante fuerte para poder hablar y sacar de adentro todo este dolor y levantar la bandera por la mujer que había sido olvidada sistemáticamente por muchos años. Yo siempre digo que me abracé a esta otra lucha que dolía más que la guerra misma sirvió para sanar. Ayer estábamos hablando 7 de las 14 y nos ayudó a sanarnos entre nosotras”.
Una batalla contra el patriarcado
Tras romper el silencio, Alicia adoptó un papel activo en la visibilización del papel de las enfermeras en la guerra.
Comenzó abriendo una cuenta en redes sociodigitales con la ayuda de una sobrina. Ahí subía fotos destacando el papel de las mujeres en el hospital reubicable. La cantidad de agresiones e insultos que recibió le reveló la molestia social a la que se enfrentaría en esta lucha.
En 2009 emprendió una batalla judicial contra el Estado argentino para ser reconocida como veterana de guerra por su desempeño como enfermera de la Fuerza Aérea en Comodoro Rivadavia.
La demanda quedó archivada en un primer momento, luego una primera instancia falló a su favor, pero la Fuerza Aérea apeló la sentencia argumentando que Alicia no reunía el requisito de haber participado en combate directo.
Finalmente, tras años de litigio, en mayo de 2021 la Sala II de la Cámara Federal de la Seguridad Social abordó la causa con perspectiva de género y resolvió en un fallo inédito que Alicia cumple con las condiciones para ser considerada veterana de guerra de Malvinas.
Como explicó su abogado, Ezequiel Aníbal Mulvaj, en una entrevista con el medio argentino La Capital: “En ese momento las únicas mujeres de las fuerzas armadas eran las enfermeras y era ilógico exigirles entrar en combate directo”.
Alicia se convirtió en la primera mujer reconocida por el Estado argentino como veterana de guerra, un triunfo “más que suficiente” para ella.
“Es increíble cómo este mundo es patriarcal […) De hecho, escucháme, me dan el certificado que me habilita ser veterana de guerra, que por cierto demoraron mucho en darmelo, y en vez de poner veterana ponen Alicia Reynoso veterano”.
Todavía quedan pendientes los casos de sus compañeras, que trabajan con el mismo abogado para que su desempeño en Malvinas y su lugar en la historia les sea les sea reconocido.
“Esto no es global, sino que es independiente cada reclamo. Gané yo en mayo, unos meses después ganó Stella Morales, quien me ha acompañado en esta lucha desde los inicios. Y ahora están mis otras compañeras con el mismo abogado comprometiéndose un poco más, porque yo te digo una cosa no es fácil estar en este lugar.
“No es fácil que te agredan, no es fácil que te amenacen, no es fácil que te insulten, te falten al respeto, te digan cosas terribles por el solo hecho de contar la verdad y el solo hecho de pedir tus derechos como todo aquel que participó en la guerra”.
La lucha de Alicia no ha sido solo en los tribunales y en las redes sociodigitales, en 2018 publicó el libro Crónicas del olvido, que ella misma financió, y junto a sus compañeras hizo el documental Nosotras también estuvimos.
“Aquí en la Argentina había una deuda de honor con las mujeres que participaron en la guerra. Y todos miraron para otro lado, desde la posguerra hasta el año pasado. Todos los presidentes miraron para otro lado cuando les queríamos hablar.
“Como dijo el juez que entendió mi causa, ojalá la justicia nos llegue a todas en vida porque cuando ya no estamos es una injusticia. El mármol no siente nada, nosotras sí sentimos”.
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