Profeco retiró del mercado nueve marcas de sopas instantáneas por publicidad engañosa: unas decían tener carne o verduras, pero no tenían nada.
Paulina Magaña, de El Poder del Consumidor, en entrevista con Paty Betaza.
IMER Noticias
Tienen mucha sal, azúcares, grasas saturadas, harinas refinadas y aditivos como el glutamato monosódico, pero su principal problema es la publicidad engañosa con la que se vendían en México.
La Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) retiró nueve marcas de sopas instantáneas, en cuyos envases se informaba que tenían ingredientes como carnes o verduras, pero en realidad no tenían nada.
El titular de Profeco, Ricardo Sheffield, dijo que “besando a un pollo uno obtiene más pollo que con esas sopas”.
Este lunes, en entrevista con IMER Noticias, Paulina Magaña, investigadora en salud alimentaria en El Poder del Consumidor, afirmó que las sopas instantáneas son alimentos ultraprocesados de alto consumo en el país que han sustituido alimentos naturales de menor costo que esas.
“Están desplazando a los alimentos naturales. Una sopa instantánea son aproximadamente 60 gramos y cuesta 12 pesos, si la traducimos a un kilo está alrededor de 126 pesos el kilo, pero cuando volteamos a ver alimentos naturales como los frijoles, un kilo está a 30 pesos, este mito de que son productos económicos no es cierto”.
Además de ser más caros que los alimentos naturales, las sopas instantáneas pueden ser la causa de enfermedades como la obesidad, la hipertensión o la taquicardia.
Magaña dijo que los alimentos preparados en casa sí tienen una función nutritiva y no afectan tanto el bolsillo como sí lo hacen las sopas instantáneas.
“Para nada se compara con una sopa natural”, dijo.