Alrededor de 20 migrantes de Venezuela llegan a diario a las oficinas de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados para iniciar sus trámites para obtener una visa laboral para EE.UU.
Elsy Cerero
En la calle de Versalles en la colonia Juárez en el número 49, oficinas de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados, COMAR, desde hace 15 días no dejan de llegar personas de Venezuela.
Esto, luego del acuerdo migratorio entre México y Estados Unidos para entregar 24 mil visas de trabajo a personas de Venezuela.
Los y las migrantes que día a día buscan refugio en nuestro país, ahora son venezolanos y no los compatriotas centro americanos como era lo habitual.
Los sudamericanos se quejan de gran precariedad para poder sobrevivir pues un litro de leche llega a costar en Venezuela diez pesos, mientras que la mayoría sólo llega a juntar 20 pesos al mes.
En esta fila de personas que buscan tramitar permiso de su estancia en México encontramos a Estephanie Arévalo de 19 años.
Ella permanecía sentada en la banqueta junto a sus dos hijas pequeñas. Ella trabajaba arreglando uñas, limpieza facial y peinados en El Vigía de Mérida, Venezuela.
En tanto, su esposo Alomar Vives era comerciante, pero la carestía de la vida en su país y la falta de abasto alimentario provocó que lo perdieran todo.
“La situación está muy difícil allá. No alcanza para nada. Uno gana 20 pesos al mes y la leche vale diez”.
¿Los dos trabajan?
“Sí trabajábamos los dos”.
¿Qué edades tienen tus hijas?
“Ella tiene dos años y la niña tiene 9 meses y yo estoy embarazada con 3 meses”.
Venezuela con trabajos mal pagados
Caracas, Venezuela, no es la excepción en la falta de abasto de alimentos de la canasta básica y trabajos mal pagados.
Entre las personas venezolanas formadas a las afueras de la COMAR, Anderson Hidalgo, joven de 22 años cuenta que, a pesar de tener empleo en su ciudad natal de Caracas, las condiciones económicas son muy precarias.
Su intención era llegar a Estados Unidos. Sin embargo, hoy quiere quedarse en nuestro país, trabajar de obrero y enviarle dinero a su mamá de 73 años.
“La situación lo hace salirse de allá. Uno no encuentra nada no hay nada todo costoso, la adquisición es un problema. No es el pago, no le pagan a uno bien como para mantenerse ni nada”.
Las personas venezolanas que han llegado a la Ciudad de México realizaron un recorrido kilométrico por Colombia, a través de la selva del Darién. Un recorrido de aproximadamente cuatro días a pie.
Sin dinero ni equipaje
Alomar Vives de 42 años, viene desde Venezuela con su esposa Estephanie embarazada y sus dos pequeñas hijas.
Tuvo que tirar su equipaje en el camino para cumplir el sueño americano. Después de tener ahorros como comerciante lo perdió todo y hoy no tienen ni un lugar en donde dormir.
“Si mucho, sin trabajo, sin dinero, se acabaron todos nuestros ahorros ahorita ya estamos al límite buscando donde quedarnos. Nos quedamos sin ropa, sin nada. Las cosas las dejamos en la selva porque se mojaron y era peso de más”.
Anderson y Alomar recuerdan que en la travesía por salir de Venezuela se encontraron con centenares de sus compatriotas que buscan una vida mejor, pasando frío, humedad, calor y atracos.
En el caso de la familia Vives Arévalo fueron asaltados en un autobús en Guatemala. Ahí perdieron dinero y el teléfono celular que traían.
Mientras cada mañana a la colonia Juárez arriban a las afueras de la COMAR un veintenar de personas venezolanas en busca de refugio en México.
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