Este año se registró el verano más seco de los últimos 150 años, hubo incendios forestales y la temperatura subió a un nivel histórico.
Escucha la cuarta entrega de la serie “El planeta, al límite”.
Kayleigh Bistrain
Si de climas extremos se trata, Siberia es un ejemplo redondo. El extremo oriente de Rusia recibió diciembre con temperaturas de hasta 25 grados bajo cero, pero este año vivió uno de sus veranos más cálidos con climas que rondaron los 40 grados.
Aunque la región no es ajena a los incendios forestales en verano, este 2021 fueron más devastadores debido a que confluyeron varios fenómenos meteorológicos a la vez. Así lo explicó Aysen Nikolayev, gobernador de una de las regiones más afectadas, Sajá-Yakutia.
“En nuestra República la situación es compleja. Estamos viviendo el verano más seco de los últimos 150 años y en el mes de junio se registró un récord de calor. A esto se le suman las tormentas eléctricas secas, que se dan casi a diario y que provocan numerosos incendios”.
Un ingeniero forestal dijo a la Deutsche Welle que los incendios se debían a la falta de lluvia.
“Es el tercer año consecutivo que no recibimos la abundante lluvia que solíamos tener”.
Esto contribuyó a encender la tundra y los bosques de pinos y abetos, a diferencia de años anteriores en que los incendios ocurrían casi exclusivamente en la tundra.
Sin embargo, Betzabé Zumaya, periodista mexicana en Rusia, recuerda otro factor en la ecuación para el desastre en Siberia.
“Las mismas autoridades del país detectaron que muchos de los incendios iniciaron por la mano del hombre, porque hay que recordar que en esa zona se siembra durante el verano. Ahí empiezan a hacer incendios controlados que hacen los mismos agricultores, pero a veces se les va la mano y eso sumado al calor intenso que hubo, propició que tantos millones de hectáreas se quemaran”.
Estado de emergencia
Los primeros incendios comenzaron en abril. A finales de julio había 200 focos activos, lo que llevó al gobierno ruso a declarar estado de emergencia en Krasnoyarsk. Para agosto, seis millones de hectáreas de bosque se habían consumido por el fuego y nueve regiones estaban bajo estado de emergencia.
La Agencia Federal para la Silvicultura rusa también pidió a las personas que informaran sobre cualquier caso de incendio forestal.
El vapor emanado de la combustión de miles de hectáreas de bosques se extendió como neblina espesa por la vasta región de Siberia, incluidas 51 localidades de Sajá-Yakutia. Las autoridades se vieron forzadas a suspender los vuelos y a pedir a la población que se quedara en casa con puertas y ventanas cerradas.
Calor extremo, pero sin sol
Fue una manera contradictoria de manifestarse el calentamiento global, con un verano extremadamente cálido y seco que, sin embargo, no tenía sol, porque el humo de los incendios no permitía a la luz solar alcanzar las ciudades.
Fue tal la magnitud de las gruesas columnas de humo, que la NASA documentó por primera vez la llegada de humo al Polo Norte. La humareda había recorrido más de tres mil kilómetros desde Yakutia para llegar hasta allí.
Sin embargo, en Rusia existe una ley que limita los recursos destinados a apagar los incendios. Si el costo de la extinción del fuego supera el daño, las autoridades no intervienen.
A las autoridades rusas les llevó varios meses lograr controlar los incendios, en parte porque la ayuda tenía que recorrer varios kilómetros para llegar, dice Betzabé Zumaya.
“De donde yo me encuentro, que es Moscú, la capital, tomar un vuelo a esa zona estamos hablando de siete horas en avión. Imagínate la distancia que hay para poder llegar y obviamente poder trasladar los equipos de emergencia”.
Sin embargo, no hubo víctimas mortales o muchos daños materiales, debido a que los incendios ocurrieron en zonas poco pobladas.
“Sí fue un año complicado en Siberia. En las regiones de Krisk, Gonks y Krasnoyarsk los incendios fueron los más fuertes y tardaron más en poder controlar la situación. Son regiones muy alejadas del país, donde la población es pequeña. La mayoría trabajan en fábricas, de maquilas, pero algunos trabajan en las pequeñas regiones de cultivo, quienes fueron los que más se vieron afectados”.
Contaminación atmosférica
Una de las consecuencias de los incendios fue la cantidad de carbono que liberaron a la atmósfera.
Según datos del Servicio de Monitoreo Atmosférico de Copérnico, entre el 1 de junio y el 15 de agosto de este año, los incendios de Sajá-Yakutia liberaron casi 800 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono, casi las emisiones anuales de Alemania.
Todavía falta saber a qué grado quedó dañado el suelo siberiano para la cosecha. Después del invierno podrá investigarse. Por ahora, Siberia se sumerge en un profundo sueño invernal a la espera del próximo verano.
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